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Sólo en ciertos casos descubrimos el fondo tremendo del misterio

Aromas misteriosos

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La intuición percibe aromas desconocidos por el olfato. Y viceversa, el olfato huele determinados aromas insospechados. Ambos contribuyen a la detección de elementos poco visibles, sean estos partículas físicas o correspondan a las sensaciones percibidas por la mente. El vehículo material o psíquico no influye en la importancia o levedad de lo percibido. Cuando decimos que huele a podrido, no sólo pensamos en unos huevos o patatas putrefactos; el hedor insoportable emana también desde algunos comportamientos sufridos a diario por los ciudadanos. El aroma sirve de ALARMA, a la que haremos caso o la ignoraremos, en una actitud necia muy reiterada y de consecuencias deplorables.

Algo huele mal en las FORMAS de PAGO utilizada en la sociedad actual; si antes sucedía así, nos interesa menos ahora. ¿Cuántos sistemas de pago conocemos? El de los dineros contados, cada vez suena menos en monedas metálicas, pero mantiene los altos vuelos en los trasiegos de cuentas. Los pagos virtuales prescinden del contacto directo con el dinero y sus transmisiones no se palpan, aunque se sienten. Está incluido también el pago en satisfacción personal y recompensas morales; de aplicaciones menos cuantificables y menos utilizadas, corren malos tiempos para su valoración. Las variantes empleadas sobrepasan las mencionadas en una visión reducida del asunto.

Determinadas personas irradian un halo misterioso y preocupante. Está centrado en 4 facetas demoledoras para las que no encontraremos justificación. Sólo en ciertos casos descubrimos el fondo tremendo del misterio. Practican un tren de vida por encima de sus ocupaciones conocidas, les surgen fuertes encontronazos con Hacienda, hacen ostentación de sus posicionamientos sociales y suelen tener conexiones directas con las estructuras e instituciones de rango elevado (Monarquía, partidos políticos, entidades financieras, grandes empresas). El aroma de las INCONVENIENCIAS se siente; aunque será dificultosa su confirmación. La sospecha sobre estos personajes es un clamor en alza.

Estamos acostumbrados, ¿Mal acostumbrados?, a que la solución de los conflictos venga determinada por estatutos o leyes estrictas. Hartos de esta práctica, algunos propugnan el extremo opuesto; suprimidas las normativas, desaparecen las nociones de los abusos y la existencia forzada de los ciudadanos. Nadie dispone de la solución equilibrada que tanto nos convendría, qué más quisiéramos. Pero, desde luego, la REGLAMENTACIÓN por sí sola no es suficiente; peor todavía, si esta resulta excesiva y todo se traduce en normas. Hablando de personas, existe una riqueza de fondo, peculiar e inabarcable, con matices esenciales; su abundancia y características escapan de los etiquetados.

El destape de los tarros con las supuestas esencias, entraña casi siempre alguna sorpresa, a veces a cuenta de hallazgos magníficos, aunque resalten los encuentros insospechados e indeseables, por su fea estética o por sus malas consecuencias. Es muy habitual la observación de parafernalias enredosas, de complejas organizaciones y una mezcolanza de factores conocidos con numerosas incógnitas. Las circunstancias de la vida abocan a ese panorama. Todo lo cual no evita que percibamos el aroma con recelo, ya que huele a la presencia de GUARDIANES del TARRO, de funciones un tanto solapadas y tendenciosas.

La transparencia de su gestión y la responsabilidad de sus decisiones, son cualidades desdeñadas por dichos guardianes. Comprobamos que la denominación de cada grupo encabezado por estas figuras, dice muy poco; así, popular, obrero, sindicato del trabajador o calificativos similares, encubren otras proyecciones no declaradas. En los diferentes separatismos, es curiosa la apreciación en sus guardianes; no toleran ninguna separación en sus feudos. Huelen a ese DESLIZ dominador con ansia acaparadora, aplicable también a otros sectores de la sociedad. Sus neuronas trasiegan los datos de manera particular, a su aire. ¿Peligrosamente?

Aunque lo parezca, no hay lugar para la suplantación. Por muchos expertos que supuestamente proliferan en cada actividad, sin indicios claros de donde adquirieron su especial sabiduría; a pesar de esa floración de entendidos presuntuosos, el aroma es percibido por cada olfato. Nadie puede olerlo por otra persona. Cada quien decidirá lo que hace con sus SENSACIONES. Es cada persona quien dispone de sus cualidades y con ellas arrostra las irregularidades del mundo que le tocan de cerca. Y no es tan difícil darse cuenta de lo que uno viene notando. En el fondo, uno sabe si actúa bien o mal; del mismo modo, el olor a chamusquina es perceptible desde lejos y con claridad.

Respiramos en unas atmósferas de inagotables sensaciones, surgen nuevos brotes en casi todos los sectores. Es natural la abundancia de opiniones, manifestaciones discordantes, trabajos laboriosos, acompañados de las necedades intempestivas que nunca faltan. Con todo, nunca hubiéramos pensado en la EQUIPARACIÓN engañosa de cada expresión. ¿Entra en cabeza alguna la equiparación consistente para todas ellas? ¿A dónde nos conducirá este igualitarismo?

Hemos elaborado unos ambiente malolientes en los que no queremos distinguir los pufos de las genialidades constructivas; sí sabemos hacerlo, pero es más cómodo no meternos en deslindes, sobre todo si pasamos de las palabras a las actuaciones concretas. Acaso no respiramos ese tufo de que todo es igual; o más preciso, que todo nos da igual, lo que añade un PASOTISMO precursor de notables inconvenientes, incluido el punto de partida desde una igualdad que no es tal.

Chillida dejó dicho que desconocía los caminos, pero que percibía el aroma de las verdades esenciales para nuestra vida como humanos. Y es que los caminos están por hacer, cada individuo desarrollará el suyo propio para sus andanzas. No hay otra, la DIVERSIDAD de los caminos es la regla. En cambio, el buen aroma de lo que verdaderamente somos y donde estamos, engloba todos los caminos. Aún así, subsiste la diversidad, hasta el punto del posible rechazo por parte de cada protagonista de aquellas percepciones. Rechazo que no anula el fondo común.

El carrusel de las señales permanece en movimiento ante los ojos de cualquiera. Son abundantes, complejas y cambiantes; a la espera de que cada persona elabore sus vidas en relación con ellas. En esas acciones también configuramos el sello personal, talante o PERSONALIDAD; que a su vez transmite algo de aquel misterio de fondo. Esa cualidad se nota, se huele en un sentido figurado; al margen de ciertos detalles anecdóticos.

Tratamos de una labor artística personal de finas hechuras, abierta a las orientaciones que cada uno tenga a bien llevar a la práctica. Si prestamos un poco de atención, pronto detectamos ese HALO PERSONAL en el ambiente próximo. ¿Bueno? ¿Perverso? ¿Pestoso? Las respuestas no forman parte de esta tesitura, es una experiencia radical de cada cual; a no ser que renunciemos a ella.

Aromas misteriosos

Sólo en ciertos casos descubrimos el fondo tremendo del misterio
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 30 de mayo de 2014, 05:30 h (CET)
La intuición percibe aromas desconocidos por el olfato. Y viceversa, el olfato huele determinados aromas insospechados. Ambos contribuyen a la detección de elementos poco visibles, sean estos partículas físicas o correspondan a las sensaciones percibidas por la mente. El vehículo material o psíquico no influye en la importancia o levedad de lo percibido. Cuando decimos que huele a podrido, no sólo pensamos en unos huevos o patatas putrefactos; el hedor insoportable emana también desde algunos comportamientos sufridos a diario por los ciudadanos. El aroma sirve de ALARMA, a la que haremos caso o la ignoraremos, en una actitud necia muy reiterada y de consecuencias deplorables.

Algo huele mal en las FORMAS de PAGO utilizada en la sociedad actual; si antes sucedía así, nos interesa menos ahora. ¿Cuántos sistemas de pago conocemos? El de los dineros contados, cada vez suena menos en monedas metálicas, pero mantiene los altos vuelos en los trasiegos de cuentas. Los pagos virtuales prescinden del contacto directo con el dinero y sus transmisiones no se palpan, aunque se sienten. Está incluido también el pago en satisfacción personal y recompensas morales; de aplicaciones menos cuantificables y menos utilizadas, corren malos tiempos para su valoración. Las variantes empleadas sobrepasan las mencionadas en una visión reducida del asunto.

Determinadas personas irradian un halo misterioso y preocupante. Está centrado en 4 facetas demoledoras para las que no encontraremos justificación. Sólo en ciertos casos descubrimos el fondo tremendo del misterio. Practican un tren de vida por encima de sus ocupaciones conocidas, les surgen fuertes encontronazos con Hacienda, hacen ostentación de sus posicionamientos sociales y suelen tener conexiones directas con las estructuras e instituciones de rango elevado (Monarquía, partidos políticos, entidades financieras, grandes empresas). El aroma de las INCONVENIENCIAS se siente; aunque será dificultosa su confirmación. La sospecha sobre estos personajes es un clamor en alza.

Estamos acostumbrados, ¿Mal acostumbrados?, a que la solución de los conflictos venga determinada por estatutos o leyes estrictas. Hartos de esta práctica, algunos propugnan el extremo opuesto; suprimidas las normativas, desaparecen las nociones de los abusos y la existencia forzada de los ciudadanos. Nadie dispone de la solución equilibrada que tanto nos convendría, qué más quisiéramos. Pero, desde luego, la REGLAMENTACIÓN por sí sola no es suficiente; peor todavía, si esta resulta excesiva y todo se traduce en normas. Hablando de personas, existe una riqueza de fondo, peculiar e inabarcable, con matices esenciales; su abundancia y características escapan de los etiquetados.

El destape de los tarros con las supuestas esencias, entraña casi siempre alguna sorpresa, a veces a cuenta de hallazgos magníficos, aunque resalten los encuentros insospechados e indeseables, por su fea estética o por sus malas consecuencias. Es muy habitual la observación de parafernalias enredosas, de complejas organizaciones y una mezcolanza de factores conocidos con numerosas incógnitas. Las circunstancias de la vida abocan a ese panorama. Todo lo cual no evita que percibamos el aroma con recelo, ya que huele a la presencia de GUARDIANES del TARRO, de funciones un tanto solapadas y tendenciosas.

La transparencia de su gestión y la responsabilidad de sus decisiones, son cualidades desdeñadas por dichos guardianes. Comprobamos que la denominación de cada grupo encabezado por estas figuras, dice muy poco; así, popular, obrero, sindicato del trabajador o calificativos similares, encubren otras proyecciones no declaradas. En los diferentes separatismos, es curiosa la apreciación en sus guardianes; no toleran ninguna separación en sus feudos. Huelen a ese DESLIZ dominador con ansia acaparadora, aplicable también a otros sectores de la sociedad. Sus neuronas trasiegan los datos de manera particular, a su aire. ¿Peligrosamente?

Aunque lo parezca, no hay lugar para la suplantación. Por muchos expertos que supuestamente proliferan en cada actividad, sin indicios claros de donde adquirieron su especial sabiduría; a pesar de esa floración de entendidos presuntuosos, el aroma es percibido por cada olfato. Nadie puede olerlo por otra persona. Cada quien decidirá lo que hace con sus SENSACIONES. Es cada persona quien dispone de sus cualidades y con ellas arrostra las irregularidades del mundo que le tocan de cerca. Y no es tan difícil darse cuenta de lo que uno viene notando. En el fondo, uno sabe si actúa bien o mal; del mismo modo, el olor a chamusquina es perceptible desde lejos y con claridad.

Respiramos en unas atmósferas de inagotables sensaciones, surgen nuevos brotes en casi todos los sectores. Es natural la abundancia de opiniones, manifestaciones discordantes, trabajos laboriosos, acompañados de las necedades intempestivas que nunca faltan. Con todo, nunca hubiéramos pensado en la EQUIPARACIÓN engañosa de cada expresión. ¿Entra en cabeza alguna la equiparación consistente para todas ellas? ¿A dónde nos conducirá este igualitarismo?

Hemos elaborado unos ambiente malolientes en los que no queremos distinguir los pufos de las genialidades constructivas; sí sabemos hacerlo, pero es más cómodo no meternos en deslindes, sobre todo si pasamos de las palabras a las actuaciones concretas. Acaso no respiramos ese tufo de que todo es igual; o más preciso, que todo nos da igual, lo que añade un PASOTISMO precursor de notables inconvenientes, incluido el punto de partida desde una igualdad que no es tal.

Chillida dejó dicho que desconocía los caminos, pero que percibía el aroma de las verdades esenciales para nuestra vida como humanos. Y es que los caminos están por hacer, cada individuo desarrollará el suyo propio para sus andanzas. No hay otra, la DIVERSIDAD de los caminos es la regla. En cambio, el buen aroma de lo que verdaderamente somos y donde estamos, engloba todos los caminos. Aún así, subsiste la diversidad, hasta el punto del posible rechazo por parte de cada protagonista de aquellas percepciones. Rechazo que no anula el fondo común.

El carrusel de las señales permanece en movimiento ante los ojos de cualquiera. Son abundantes, complejas y cambiantes; a la espera de que cada persona elabore sus vidas en relación con ellas. En esas acciones también configuramos el sello personal, talante o PERSONALIDAD; que a su vez transmite algo de aquel misterio de fondo. Esa cualidad se nota, se huele en un sentido figurado; al margen de ciertos detalles anecdóticos.

Tratamos de una labor artística personal de finas hechuras, abierta a las orientaciones que cada uno tenga a bien llevar a la práctica. Si prestamos un poco de atención, pronto detectamos ese HALO PERSONAL en el ambiente próximo. ¿Bueno? ¿Perverso? ¿Pestoso? Las respuestas no forman parte de esta tesitura, es una experiencia radical de cada cual; a no ser que renunciemos a ella.

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