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La pasada campaña electoral no ha sido más que un placebo para que anímica y virtualmente nos sintiéramos mejor, pero la misma ya ha acabado, ya pasó, y probado está que al “cuerpo” no se le engaña tan fácilmente

Ya pasó lo peor

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En realidad son dos los títulos que debería llevar este comentario sobre el desarrollo de la campaña que culminó en el día electoral, el pasado día 25, pero que por cuestión de espacio y de estética solo he puesto el que lo encabeza. El otro titular es el de “Fue bonito mientras duró”. Creo que estas dos frases, que se suelen usar con mucha frecuencia son las más adecuadas y se ajustan más a lo que a largo de dicha campaña electoral todos tuvimos ocasión de ver y escuchar. Comenzaré por el de “Ya pasó lo peor”. En el transcurso de la citada campaña hemos asistido al intercambio de insultos entre unos y otros que se han llamado de todo menos guapo.

La verdad es que la oferta electoral se ha basado en esta forma de demostrarnos a los españoles la “buena” calidad de la clase política actual, de toda sin excepción, y de su nula capacidad para transmitir a una ciudadanía alarmada, agobiada y desesperanzada por una situación como la actual aquello que todos esperábamos oír y que se concreta en apuntar soluciones que nos saquen de este pozo sin fondo. Nos hemos quedado con las ganas. Los políticos se dedicaron a la práctica del ataque personal para intentar, sin conseguirlo, difuminar su falta de ideas, su incompetencia, su incapacidad y su desinterés por solucionar los problemas, graves problemas que afectan a los españoles. Quede bien claro que no estoy en contra de que haya políticos. Los políticos son un mal necesario que hay que padecer pero eso sí, nunca debe suponer el que su gestión, su forma de hacer, haga más daño del que podamos soportar. En cualquier caso podemos estar contentos: Ya pasó lo peor y así hasta la próxima campaña electoral en la que volverá a haber más de lo mismo.

Dicho lo anterior entro de lleno en el comentario que se inspira “En fue bonito mientras duró”. Efectivamente el único que nos dio ánimos fue el Partido Popular, pero no ánimos que nos hicieran pensar que vamos a tener un futuro mejor, no, en el PP se limitaron a intentar convencernos, sin lograrlo, de que estábamos muy lejos de la muerte, que los dolores que nos aquejan son más de tipo psicológico que físicos u orgánicos. Oímos a los representantes de la derecha española que nos hablaban de la crisis como algo que pasó hace muchos años, aunque, eso sí, reconocían que aún “había mucha gente que lo estaba pasando mal” se referían a “mucha gente” porque no se atrevían a dar cifras más cercanas a la realidad, una realidad que nos dice que cientos de miles de españoles, millones de ellos, lo están pasando fatal y los que no, están de forma continua rezando aquello de “virgencita que me quede como estoy”.

Pero todo acaba, los dulces y bonitos sueños al despertar de ellos siempre nos sitúan, recordemos a Calderón, ante la realidad y la realidad es la que hay: la que venimos padeciendo en estos últimos años y la que seguirá afectándonos durante muchos años más. La pasada campaña electoral no ha sido más que un placebo para que anímica y virtualmente nos sintiéramos mejor, pero la misma ya ha acabado, ya pasó, y probado está que al “cuerpo” no se le engaña tan fácilmente, el mal sigue ahí y además se va recrudeciendo cada día más y lo malo del caso es que los “científicos”, los políticos, no encuentran el remedio para acabar con él y no lo hallan porque su preparación y su capacidad no alcanza ni por asomo los niveles mínimos que se precisan para que las soluciones lleguen con la fluidez y el rigor que se corresponde. En todo caso, justo es reconocer que el único que ha dicho una verdad a lo largo de toda la pasada campaña ha sido el presidente de la Generalitat, Albert Fabra, quien en un mitin celebrado en Benicassim, dijo que “en el PP seguimos siendo los mismos”.

Los mismos que han mentido a los españoles prometiendo bienestar y ya vemos los resultados. Pero no quiero que todo sean críticas, también se nos informó a los españoles, por parte de Esteban González Pons, uno de los voceros del PP, de que en España se están creando diariamente 7.000 puestos de trabajo. Posiblemente no hubo mala intención ni deseo de mentir, cosa rara en este personaje, en esta afirmación, pero tenemos claro, supongo que todos, que se trataba de “una mentira piadosa”. Creo que el mismo motivo guió a la vicepresidenta del Gobierno cuando dijo que “hay más alegría en las calles”. En cualquier caso, podemos decir que “fue bonito mientras duró” y que “ya pasó lo peor”. Al decir “lo peor” quiero recordar que me refiero a la campaña electoral. Lo peor está aún por pasar.

Ya pasó lo peor

La pasada campaña electoral no ha sido más que un placebo para que anímica y virtualmente nos sintiéramos mejor, pero la misma ya ha acabado, ya pasó, y probado está que al “cuerpo” no se le engaña tan fácilmente
Pascual Mogica
martes, 27 de mayo de 2014, 07:20 h (CET)
En realidad son dos los títulos que debería llevar este comentario sobre el desarrollo de la campaña que culminó en el día electoral, el pasado día 25, pero que por cuestión de espacio y de estética solo he puesto el que lo encabeza. El otro titular es el de “Fue bonito mientras duró”. Creo que estas dos frases, que se suelen usar con mucha frecuencia son las más adecuadas y se ajustan más a lo que a largo de dicha campaña electoral todos tuvimos ocasión de ver y escuchar. Comenzaré por el de “Ya pasó lo peor”. En el transcurso de la citada campaña hemos asistido al intercambio de insultos entre unos y otros que se han llamado de todo menos guapo.

La verdad es que la oferta electoral se ha basado en esta forma de demostrarnos a los españoles la “buena” calidad de la clase política actual, de toda sin excepción, y de su nula capacidad para transmitir a una ciudadanía alarmada, agobiada y desesperanzada por una situación como la actual aquello que todos esperábamos oír y que se concreta en apuntar soluciones que nos saquen de este pozo sin fondo. Nos hemos quedado con las ganas. Los políticos se dedicaron a la práctica del ataque personal para intentar, sin conseguirlo, difuminar su falta de ideas, su incompetencia, su incapacidad y su desinterés por solucionar los problemas, graves problemas que afectan a los españoles. Quede bien claro que no estoy en contra de que haya políticos. Los políticos son un mal necesario que hay que padecer pero eso sí, nunca debe suponer el que su gestión, su forma de hacer, haga más daño del que podamos soportar. En cualquier caso podemos estar contentos: Ya pasó lo peor y así hasta la próxima campaña electoral en la que volverá a haber más de lo mismo.

Dicho lo anterior entro de lleno en el comentario que se inspira “En fue bonito mientras duró”. Efectivamente el único que nos dio ánimos fue el Partido Popular, pero no ánimos que nos hicieran pensar que vamos a tener un futuro mejor, no, en el PP se limitaron a intentar convencernos, sin lograrlo, de que estábamos muy lejos de la muerte, que los dolores que nos aquejan son más de tipo psicológico que físicos u orgánicos. Oímos a los representantes de la derecha española que nos hablaban de la crisis como algo que pasó hace muchos años, aunque, eso sí, reconocían que aún “había mucha gente que lo estaba pasando mal” se referían a “mucha gente” porque no se atrevían a dar cifras más cercanas a la realidad, una realidad que nos dice que cientos de miles de españoles, millones de ellos, lo están pasando fatal y los que no, están de forma continua rezando aquello de “virgencita que me quede como estoy”.

Pero todo acaba, los dulces y bonitos sueños al despertar de ellos siempre nos sitúan, recordemos a Calderón, ante la realidad y la realidad es la que hay: la que venimos padeciendo en estos últimos años y la que seguirá afectándonos durante muchos años más. La pasada campaña electoral no ha sido más que un placebo para que anímica y virtualmente nos sintiéramos mejor, pero la misma ya ha acabado, ya pasó, y probado está que al “cuerpo” no se le engaña tan fácilmente, el mal sigue ahí y además se va recrudeciendo cada día más y lo malo del caso es que los “científicos”, los políticos, no encuentran el remedio para acabar con él y no lo hallan porque su preparación y su capacidad no alcanza ni por asomo los niveles mínimos que se precisan para que las soluciones lleguen con la fluidez y el rigor que se corresponde. En todo caso, justo es reconocer que el único que ha dicho una verdad a lo largo de toda la pasada campaña ha sido el presidente de la Generalitat, Albert Fabra, quien en un mitin celebrado en Benicassim, dijo que “en el PP seguimos siendo los mismos”.

Los mismos que han mentido a los españoles prometiendo bienestar y ya vemos los resultados. Pero no quiero que todo sean críticas, también se nos informó a los españoles, por parte de Esteban González Pons, uno de los voceros del PP, de que en España se están creando diariamente 7.000 puestos de trabajo. Posiblemente no hubo mala intención ni deseo de mentir, cosa rara en este personaje, en esta afirmación, pero tenemos claro, supongo que todos, que se trataba de “una mentira piadosa”. Creo que el mismo motivo guió a la vicepresidenta del Gobierno cuando dijo que “hay más alegría en las calles”. En cualquier caso, podemos decir que “fue bonito mientras duró” y que “ya pasó lo peor”. Al decir “lo peor” quiero recordar que me refiero a la campaña electoral. Lo peor está aún por pasar.

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