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O, de al revés: certezas, volteretas y botes (que parecen menos importantes)

Después del voto: botes, volteretas y certezas

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Siguiendo la tónica de que, en una votación o tras cualquier pregunta, cada uno responde lo que le da la gana, ayer, en pleno uso de la voluntad y capacidades propias, los europeos españoles acudimos a las urnas en respuesta a una pregunta sencilla: ¿Quién quiere que le represente en el Parlamento Europeo?.

Para contestarla, se habían prefabricado cuatro decenas de respuestas, encorsetadas en otras tantas candidaturas, que, a disposición de los electores en las mesas electorales y en un formato conocido, llevaban implícitas todo un conjunto de sugerencias, ofertas, medidas, ilusiones, y hasta alguna sibilina “propuesta de castigo”.

Después de conocido el voto, que, además de las respuestas y sentidos personales de cada uno, tiene unos efectos inmediatos, dos certezas irrefutables:

- Abstención: El 54,15 % de los españoles no ha participado en los comicios. Más de la mitad no ha querido pronunciarse en estas elecciones sobre quien quiere que le represente ante las instituciones comunes europeas.

- Debilitamiento del bipartidismo: Los dos partidos mayoritarios en los que se asentaba, y previsiblemente se asentará, la capacidad legislativa de los españoles en Europa han perdido casi la tercera parte de su capacidad (5,2 millones de electores, que es un 31,50% del censo electoral a los que corresponden 17 escaños de un total de 54). Por ello, entre el PP y el PSOE sólo representan al 17,03% de la población total, equivalente al 49,06 % del censo electoral.

Repasando los resultados electorales, también aparecen dos volteretas llamativas, definidas éstas en la muy precisa segunda acepción del diccionario: lance (trance u ocasión crítica) de varios juegos. En esta ocasión crítica, algunos partidos políticos, o las personas que están en sus ejecutivas (algunos aún se escudarán en la ley D´Hont), han entendido los comicios como unas simples volteretas con unos resultados tan llamativos como incontrovertibles:

- Atomización excesiva en una misma ideología: Los personalismos han dividido el voto de un electorado definido por nimiedades (que no tienen otra justificación que los intereses personales, cuando no dictatoriales) o un “quíteme allá esas pajas” que perjudican al grupo. Es lo ocurrido en el electorado de izquierdas que se ha visto repartido entre: IU, Podemos, Primavera Europea, Movimiento Red y algunos otros.

- Partición entre grupos que, aunque con ideologías divergentes decían tener unos mismos fines (confesables). La no unión electoral entre UPyD (de Rosa Díez), y Ciudadanos (de Albert Rivera en su incursión en la política nacional), como en el caso anterior, ha producido una disgregación del voto que ha perjudicado a sus votantes.

Por último, como punto y seguido, que no final porque tiempo y momento habrá para sacar conclusiones al respecto, también merece la pena reseñar los dos botes que como tipos genéricos se han producido en estos comicios, entendidos estos como “los saltos que da una persona, o una cosa cualquiera (aunque sea en forma de oferta electoral), botando como la pelota”:

- Los botes a las formaciones construidas en torno a las personas que emprenden aventuras políticas con fines personales (muy legítimos, por otra parte) y a los que el electorado, una vez más como tantas otras, les ha vuelto la espalda. Si en su momento fueron notables los casos de Jesús Gil o José María Ruiz Mateos, en esta ocasión, aunque con menor trascendencia, hay que anotar los casos de Vidal Quadras con Vox, el juez Elpidio Silva con Movimiento Red, y algunos otros, muy escuchados en su momento y hasta festejados como parte del folclore electoral, pero no votados.

- Los menos significativos e importantes para todos, los botes a per-sonas muy concretas que los partidos políticos en general, mayoritarios o no, apartan, orillan o soslayan en el reparto de prebendas, también conocido como equilibrios entre tendencias, armonías de influencias y sensibilidades, o “efectivos personales caducos a amortizar”.

A partir de ahora, tras la pregunta a la que cada uno ha contestado como le ha dado la gana, además de contemplar las “certezas”, “volteretas” y “botes” de estos comicios, es hora de tomar en consideración los resultados y, con ellos y con los que han tenido lugar en el resto de Europa, ver qué hacer.

Se puede tratar de avanzar en el desarrollo de los dos Tratados de la Unión Europea para tratar de conseguir que nuestro continente sea el lugar privilegiado de convivencia que hasta ahora fue. O no, porque también se pueden emprender aventuras y tomar otros caminos.

Pero eso, tras las elecciones al Parlamento Europeo, está por venir. Y, a buen seguro, será una parte importante de nuestro futuro colectivo.

Después del voto: botes, volteretas y certezas

O, de al revés: certezas, volteretas y botes (que parecen menos importantes)
José Luis Heras Celemín
lunes, 26 de mayo de 2014, 12:54 h (CET)
Siguiendo la tónica de que, en una votación o tras cualquier pregunta, cada uno responde lo que le da la gana, ayer, en pleno uso de la voluntad y capacidades propias, los europeos españoles acudimos a las urnas en respuesta a una pregunta sencilla: ¿Quién quiere que le represente en el Parlamento Europeo?.

Para contestarla, se habían prefabricado cuatro decenas de respuestas, encorsetadas en otras tantas candidaturas, que, a disposición de los electores en las mesas electorales y en un formato conocido, llevaban implícitas todo un conjunto de sugerencias, ofertas, medidas, ilusiones, y hasta alguna sibilina “propuesta de castigo”.

Después de conocido el voto, que, además de las respuestas y sentidos personales de cada uno, tiene unos efectos inmediatos, dos certezas irrefutables:

- Abstención: El 54,15 % de los españoles no ha participado en los comicios. Más de la mitad no ha querido pronunciarse en estas elecciones sobre quien quiere que le represente ante las instituciones comunes europeas.

- Debilitamiento del bipartidismo: Los dos partidos mayoritarios en los que se asentaba, y previsiblemente se asentará, la capacidad legislativa de los españoles en Europa han perdido casi la tercera parte de su capacidad (5,2 millones de electores, que es un 31,50% del censo electoral a los que corresponden 17 escaños de un total de 54). Por ello, entre el PP y el PSOE sólo representan al 17,03% de la población total, equivalente al 49,06 % del censo electoral.

Repasando los resultados electorales, también aparecen dos volteretas llamativas, definidas éstas en la muy precisa segunda acepción del diccionario: lance (trance u ocasión crítica) de varios juegos. En esta ocasión crítica, algunos partidos políticos, o las personas que están en sus ejecutivas (algunos aún se escudarán en la ley D´Hont), han entendido los comicios como unas simples volteretas con unos resultados tan llamativos como incontrovertibles:

- Atomización excesiva en una misma ideología: Los personalismos han dividido el voto de un electorado definido por nimiedades (que no tienen otra justificación que los intereses personales, cuando no dictatoriales) o un “quíteme allá esas pajas” que perjudican al grupo. Es lo ocurrido en el electorado de izquierdas que se ha visto repartido entre: IU, Podemos, Primavera Europea, Movimiento Red y algunos otros.

- Partición entre grupos que, aunque con ideologías divergentes decían tener unos mismos fines (confesables). La no unión electoral entre UPyD (de Rosa Díez), y Ciudadanos (de Albert Rivera en su incursión en la política nacional), como en el caso anterior, ha producido una disgregación del voto que ha perjudicado a sus votantes.

Por último, como punto y seguido, que no final porque tiempo y momento habrá para sacar conclusiones al respecto, también merece la pena reseñar los dos botes que como tipos genéricos se han producido en estos comicios, entendidos estos como “los saltos que da una persona, o una cosa cualquiera (aunque sea en forma de oferta electoral), botando como la pelota”:

- Los botes a las formaciones construidas en torno a las personas que emprenden aventuras políticas con fines personales (muy legítimos, por otra parte) y a los que el electorado, una vez más como tantas otras, les ha vuelto la espalda. Si en su momento fueron notables los casos de Jesús Gil o José María Ruiz Mateos, en esta ocasión, aunque con menor trascendencia, hay que anotar los casos de Vidal Quadras con Vox, el juez Elpidio Silva con Movimiento Red, y algunos otros, muy escuchados en su momento y hasta festejados como parte del folclore electoral, pero no votados.

- Los menos significativos e importantes para todos, los botes a per-sonas muy concretas que los partidos políticos en general, mayoritarios o no, apartan, orillan o soslayan en el reparto de prebendas, también conocido como equilibrios entre tendencias, armonías de influencias y sensibilidades, o “efectivos personales caducos a amortizar”.

A partir de ahora, tras la pregunta a la que cada uno ha contestado como le ha dado la gana, además de contemplar las “certezas”, “volteretas” y “botes” de estos comicios, es hora de tomar en consideración los resultados y, con ellos y con los que han tenido lugar en el resto de Europa, ver qué hacer.

Se puede tratar de avanzar en el desarrollo de los dos Tratados de la Unión Europea para tratar de conseguir que nuestro continente sea el lugar privilegiado de convivencia que hasta ahora fue. O no, porque también se pueden emprender aventuras y tomar otros caminos.

Pero eso, tras las elecciones al Parlamento Europeo, está por venir. Y, a buen seguro, será una parte importante de nuestro futuro colectivo.

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