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El inglés se ha convertido de forma paulatina en la lengua franca propiedad de todos

Palabras, sólo palabras

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Palabras. Sí, Palabras, así escrito con mayúsculas. Milenios tras milenios, las personas y la humanidad entera se ha ido comunicando con algo tan sencillo como esto, las palabras. El diccionario de la Real Academia lo define como '' Segmento del discurso unificado habitualmente por el acento, el significado y pausas potenciales inicial y final.” No, no, no... Esto no pueden ser las palabras, puede ser una definición correcta pero resulta tan aséptica que no transmite el verdadero significado y consecuencia de su existencia misma. Porque las palabras, son vida, muerte, arte, comunicación, lenguaje, escritura, cultura, emoción, sentimiento, avance, progreso, empatía, agresividad, expresión, lucha, dolor y felicidad, compasión y denigración, las palabras lo son todo en nuestra vida. Son parejas y antagónicas, son su igual y su antónimo, oscuridad y luz o esperanza como desolación. No son buenas o malas, no son positivas o negativas, sino que son un todo en un Universo creado por nosotros mismos para expresar cada parte de lo que sentimos, anhelamos, odiamos y queremos. No tienen por qué ser sonoras o escritas, las palabras no dejan de fluir nunca por nuestra mente, son como hojas al viento que no paran de moverse, nuestra increíble fuerza de necesidad de comunicarnos unos con los otros y romper nuestra soledad con nosotros mismos, han hecho que incluso sin poder pronunciarlas hemos sido capaces de aprender a comunicarnos con ellas a través de nuestras simples manos como hacen millones de personas. Esta es la grandeza y el poder de la comunicación, que no existen barreras, ni una sola. Por muchas miles de lenguas y acentos distintos que existan en nuestro planeta, el fervor de querer cada día estar más cerca uno del otro, de aprender de su cultura, de transmitir y aprender conocimientos, de compartir experiencias y emociones y en definitiva, descubrirnos unos a los otros, todo ello hace que las lenguas no son un obstáculo en sí, porque están formadas por palabras y estas mismas aunque pronunciadas, escritas y habladas de mil maneras distintas, todas ellas encuentran su pareja en otra lengua opuesta porque no en vano, intentan transmitir lo que cualquier persona necesita: comunicación. Todas las palabras, independientemente de su origen son hermanas entre sí.

Durante siglos, esta necesidad de entendimiento ha hecho que imperios y naciones lograran de facto o por conquista, el establecimiento de una lengua de uso común para lograr el progreso. Este fue el caso del Latín que permitió el nacimiento del Imperio que dio lugar a parte de nuestra cultura y por la que nacieron la mayor parte de las lenguas europeas o dejando influencia en muchas otras. El francés como herramienta diplomática, o el español como arma de guerra en su día y que hoy en día es hablada por más de 500 millones de personas. Este anhelo de progreso y avance basado en el querer entendernos, y en tender puentes entre los pueblos, nos ha llevado incluso a crear experiencias como el Esperanto, lengua inventada y creada con el único fin de ser la lengua franca universal de todos. Pero la lógica de los tiempos actuales y la misma realidad de su uso práctico sumado a la preeminencia del mundo anglosajón, han convertido el inglés en la verdadera estrella como lengua universal de entendimiento y uso práctico para todos. Veamos, pero ¿por qué este éxito?.

El inglés ha ganado su respeto, peso e importancia en nuestra sociedad internacional por una sencilla razón: su innegable capacidad de asimilación de culturas entre las que se mezcla como una más, su apertura de miras sin importar razón o condición de uso, y por encima de todo, que ha sabido mostrarse como una lengua abierta al mundo contemporáneo que la rodea sin querer ser propiedad de un pueblo, nación o patria. El inglés se ha convertido de forma paulatina, silenciosa y por los hechos, en la lengua franca propiedad de todos, no de un país o cultura en concreto. Sus palabras abrazan y se mezclan con facilidad con cualquier otra que sea extranjera, no la rechaza ni la siente como extraña y el que lo aprender a hablar, siente también como si fuera su lengua propia y termina por valorar su gran capacidad de conexión que produce al ser usada en cualquier parte del mundo y con cualquier persona de la tierra. El inglés no conoce fronteras, ¡ha acabado con ellas! Su denominación es lo de menos, podría llamarse Ingles como cualquier otra cosa, no tiene denominación de origen, porque sobre pasa países, culturas, naciones, fronteras o ideologías, sobre vuela por encima de todas ellas con un mismo fin: que 6000 millones de personas sean capaces de entenderse con lo que han estado usando siempre, Palabras.

Palabras, sólo palabras

El inglés se ha convertido de forma paulatina en la lengua franca propiedad de todos
El Lobo Estepario
lunes, 26 de mayo de 2014, 08:00 h (CET)
Palabras. Sí, Palabras, así escrito con mayúsculas. Milenios tras milenios, las personas y la humanidad entera se ha ido comunicando con algo tan sencillo como esto, las palabras. El diccionario de la Real Academia lo define como '' Segmento del discurso unificado habitualmente por el acento, el significado y pausas potenciales inicial y final.” No, no, no... Esto no pueden ser las palabras, puede ser una definición correcta pero resulta tan aséptica que no transmite el verdadero significado y consecuencia de su existencia misma. Porque las palabras, son vida, muerte, arte, comunicación, lenguaje, escritura, cultura, emoción, sentimiento, avance, progreso, empatía, agresividad, expresión, lucha, dolor y felicidad, compasión y denigración, las palabras lo son todo en nuestra vida. Son parejas y antagónicas, son su igual y su antónimo, oscuridad y luz o esperanza como desolación. No son buenas o malas, no son positivas o negativas, sino que son un todo en un Universo creado por nosotros mismos para expresar cada parte de lo que sentimos, anhelamos, odiamos y queremos. No tienen por qué ser sonoras o escritas, las palabras no dejan de fluir nunca por nuestra mente, son como hojas al viento que no paran de moverse, nuestra increíble fuerza de necesidad de comunicarnos unos con los otros y romper nuestra soledad con nosotros mismos, han hecho que incluso sin poder pronunciarlas hemos sido capaces de aprender a comunicarnos con ellas a través de nuestras simples manos como hacen millones de personas. Esta es la grandeza y el poder de la comunicación, que no existen barreras, ni una sola. Por muchas miles de lenguas y acentos distintos que existan en nuestro planeta, el fervor de querer cada día estar más cerca uno del otro, de aprender de su cultura, de transmitir y aprender conocimientos, de compartir experiencias y emociones y en definitiva, descubrirnos unos a los otros, todo ello hace que las lenguas no son un obstáculo en sí, porque están formadas por palabras y estas mismas aunque pronunciadas, escritas y habladas de mil maneras distintas, todas ellas encuentran su pareja en otra lengua opuesta porque no en vano, intentan transmitir lo que cualquier persona necesita: comunicación. Todas las palabras, independientemente de su origen son hermanas entre sí.

Durante siglos, esta necesidad de entendimiento ha hecho que imperios y naciones lograran de facto o por conquista, el establecimiento de una lengua de uso común para lograr el progreso. Este fue el caso del Latín que permitió el nacimiento del Imperio que dio lugar a parte de nuestra cultura y por la que nacieron la mayor parte de las lenguas europeas o dejando influencia en muchas otras. El francés como herramienta diplomática, o el español como arma de guerra en su día y que hoy en día es hablada por más de 500 millones de personas. Este anhelo de progreso y avance basado en el querer entendernos, y en tender puentes entre los pueblos, nos ha llevado incluso a crear experiencias como el Esperanto, lengua inventada y creada con el único fin de ser la lengua franca universal de todos. Pero la lógica de los tiempos actuales y la misma realidad de su uso práctico sumado a la preeminencia del mundo anglosajón, han convertido el inglés en la verdadera estrella como lengua universal de entendimiento y uso práctico para todos. Veamos, pero ¿por qué este éxito?.

El inglés ha ganado su respeto, peso e importancia en nuestra sociedad internacional por una sencilla razón: su innegable capacidad de asimilación de culturas entre las que se mezcla como una más, su apertura de miras sin importar razón o condición de uso, y por encima de todo, que ha sabido mostrarse como una lengua abierta al mundo contemporáneo que la rodea sin querer ser propiedad de un pueblo, nación o patria. El inglés se ha convertido de forma paulatina, silenciosa y por los hechos, en la lengua franca propiedad de todos, no de un país o cultura en concreto. Sus palabras abrazan y se mezclan con facilidad con cualquier otra que sea extranjera, no la rechaza ni la siente como extraña y el que lo aprender a hablar, siente también como si fuera su lengua propia y termina por valorar su gran capacidad de conexión que produce al ser usada en cualquier parte del mundo y con cualquier persona de la tierra. El inglés no conoce fronteras, ¡ha acabado con ellas! Su denominación es lo de menos, podría llamarse Ingles como cualquier otra cosa, no tiene denominación de origen, porque sobre pasa países, culturas, naciones, fronteras o ideologías, sobre vuela por encima de todas ellas con un mismo fin: que 6000 millones de personas sean capaces de entenderse con lo que han estado usando siempre, Palabras.

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