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Cristóbal Villalobos

La gran mentira

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Deseo desde esta tribuna reclamar mi derecho y mi deber de disentir. Por mucho que el consenso sea total, no quiere decir que lo consensuado sea algo bueno o deseable.

Por esto aunque los políticos de toda índole intenten convencerme de la conveniencia para todos del acuerdo sobre el estatuto de Andalucía, no dejaré de pensar que lo consensuado es una auténtica estupidez.

Andalucía no solo no tiene ninguna conciencia de nación, si no que tampoco la posee de nacionalidad histórica, ni de ningún otro invento jurídico-político de nuestros dirigentes. Lo digo porque soy andaluz y vivo en Andalucía, que no nos cuenten milongas.

Por el contrario el gobierno de Chaves , aunque no se puede comparar con los gobiernos nacionalistas catalanes o vascos, ha procurado, sin éxito, crear una identidad nacional por medio de la creación de un museo dedicado a la autonomía, exposiciones en las capitales de provincia o revistas e instituciones dedicadas a la historia andaluza .

Sin embargo, la gran mentira y el gran invento de la realidad nacional les resulta necesario a nuestros políticos para no quedarse atrás con respecto a Cataluña. No quedarse atrás, significa para ellos, no que los hospitales andaluces o nuestras carreteras sean iguales o mejores que los hospitales y las carreteras catalanas, si no que no pueden consentir tener menos poder , menos cargos y subvenciones ha repartir que sus colegas .

Esta es la razón del consenso. Los populares coinciden con los socialistas en el hambre de poder. Poco o nada importa la operatividad de las administraciones autonómicas ante problemas de índole nacional, poco importa que el nuevo estatuto se sustente sobre la mentira del falso nacionalismo andaluz y poco importa el absoluto desconocimiento por parte de los ciudadanos con respecto a la reforma, no del pueblo andaluz que es algo también inexistente, que irán a votar solo sabiendo que es bueno el si, porque así se lo dicen los que entienden de esto.

Sin duda triunfará el sí y se volverá a dar un gran paso hacia desmantelamiento del Estado. Un pasito más hacia la atomización del poder. Este camino, que nadie se imaginó cuando se intentó poner fin al centralismo de la administración franquista, se podría definir como un gran proceso de deconstrucción política.

Para mí todo esto no es más que una gran mentira gestada por varias generaciones de nuestros políticos. Primero nos hicieron creer que el estado de las autonomías es sinónimo de democracia y luego, que mientras más poder acumulen, más autogobierno tendremos. Por el contrario hemos cambiado en Andalucía el centralismo madrileño, que al menos es la capital de España y una ciudad un poco de todo español, por el centralismo sevillano.

Como liberal, y con esto concluyo, pienso que mientras menos intervengan los poderes públicos en nuestras vidas, más libres somos. Por esto pido la reducción de instituciones públicas que succionan la savia de nuestra patria por medio de sus inmensos presupuestos.

¿Alguien se ha planteado cuanto nos podríamos ahorrar si desaparecieran las comunidades autónomas o las diputaciones provinciales?

La gran mentira

Cristóbal Villalobos
Cristóbal Villalobos
martes, 31 de octubre de 2006, 06:25 h (CET)
Deseo desde esta tribuna reclamar mi derecho y mi deber de disentir. Por mucho que el consenso sea total, no quiere decir que lo consensuado sea algo bueno o deseable.

Por esto aunque los políticos de toda índole intenten convencerme de la conveniencia para todos del acuerdo sobre el estatuto de Andalucía, no dejaré de pensar que lo consensuado es una auténtica estupidez.

Andalucía no solo no tiene ninguna conciencia de nación, si no que tampoco la posee de nacionalidad histórica, ni de ningún otro invento jurídico-político de nuestros dirigentes. Lo digo porque soy andaluz y vivo en Andalucía, que no nos cuenten milongas.

Por el contrario el gobierno de Chaves , aunque no se puede comparar con los gobiernos nacionalistas catalanes o vascos, ha procurado, sin éxito, crear una identidad nacional por medio de la creación de un museo dedicado a la autonomía, exposiciones en las capitales de provincia o revistas e instituciones dedicadas a la historia andaluza .

Sin embargo, la gran mentira y el gran invento de la realidad nacional les resulta necesario a nuestros políticos para no quedarse atrás con respecto a Cataluña. No quedarse atrás, significa para ellos, no que los hospitales andaluces o nuestras carreteras sean iguales o mejores que los hospitales y las carreteras catalanas, si no que no pueden consentir tener menos poder , menos cargos y subvenciones ha repartir que sus colegas .

Esta es la razón del consenso. Los populares coinciden con los socialistas en el hambre de poder. Poco o nada importa la operatividad de las administraciones autonómicas ante problemas de índole nacional, poco importa que el nuevo estatuto se sustente sobre la mentira del falso nacionalismo andaluz y poco importa el absoluto desconocimiento por parte de los ciudadanos con respecto a la reforma, no del pueblo andaluz que es algo también inexistente, que irán a votar solo sabiendo que es bueno el si, porque así se lo dicen los que entienden de esto.

Sin duda triunfará el sí y se volverá a dar un gran paso hacia desmantelamiento del Estado. Un pasito más hacia la atomización del poder. Este camino, que nadie se imaginó cuando se intentó poner fin al centralismo de la administración franquista, se podría definir como un gran proceso de deconstrucción política.

Para mí todo esto no es más que una gran mentira gestada por varias generaciones de nuestros políticos. Primero nos hicieron creer que el estado de las autonomías es sinónimo de democracia y luego, que mientras más poder acumulen, más autogobierno tendremos. Por el contrario hemos cambiado en Andalucía el centralismo madrileño, que al menos es la capital de España y una ciudad un poco de todo español, por el centralismo sevillano.

Como liberal, y con esto concluyo, pienso que mientras menos intervengan los poderes públicos en nuestras vidas, más libres somos. Por esto pido la reducción de instituciones públicas que succionan la savia de nuestra patria por medio de sus inmensos presupuestos.

¿Alguien se ha planteado cuanto nos podríamos ahorrar si desaparecieran las comunidades autónomas o las diputaciones provinciales?

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