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Como en épocas de Zapatero, el PSOE, desangelado, agita la precampaña

Precampaña electoral: rifirrafe entre Sorayas

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Después de la Semana Santa, ya conocido que Arias Cañete dejaba su condición de “previsto” para convertirse en “el primero de la lista”, y decidida su sustitución como titular del Ministerio de Agricultura, la Sesión de Control al Gobierno de la última semana de abril se presentaba como algo importante. Más aún cuando se conoció que, en las últimas encuestas sobre la intención de voto de los españoles, el PSOE, que había apuntado una tímida recuperación, volvía a experimentar un serio retroceso.

Por alguna de las no siempre explicadas decisiones de la Mesa del Congreso, las preguntas al Gobierno, que normalmente se formulan los miércoles a primera hora de la mañana, se adelantaron al martes por la tarde. Aunque en el texto de éstas, que se facilita antes de formularse en el Pleno, generalmente se esconden intenciones ocultas, había una de ellas que parecía sugerente y no pasó desapercibida a nadie: La única que se le presentó a la Vicepresidenta del Gobierno.

- Las que le hacen hoy a Rajoy pueden valer para pasar la hora de la siesta sin sobresaltos.- dijo alguien en una de las Tribunas de Prensa antes de salir de ella e ir a la de enfrente, para ver los escaños socialistas de cara.

Y así fue. Errekondo preguntó sobre una visita a un colegio de niños en Cintruénigo de la Guardia Civil. Aitor Esteban se interesó por la licitación de la obra del “Nudo de Bergara”. Y Rubalcaba sobre la política educativa y su incidencia en la igualdad de oportunidades.

La que había llamado la atención era la que se había formulado con el número de expediente 180/000909, dirigida a la Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de la Presidencia:

“¿Cómo justifica la Vicepresidenta del Gobierno la utilización del Consejo de Ministros para facilitar la campaña del candidato del Partido Popular a las elecciones europeas?”.

Y, como era de esperar, en ella se montó la zapa tiesta. Porque Soraya Rodríguez, la portavoz socialista que formulaba la pregunta, aprovechó la ocasión para una embestida dialéctica de gran calado. Al candidato y ya ex ministro Arias Cañete le acusó de cobrar sobresueldos de 300.000 euros, y a la propia vicepresidenta de justamente el doble. En réplica, la Vicepresidenta: primero agotó aguas y deshizo el argumento nerviosa (se le fue un “sapieron” por “supieron”). Después, como es habitual en ella, pasó al contraataque recordando que la portavoz socialista se había quedado con las mensualidades de la cesantía que cobró como ex secretaria de Estado. Y por último, ya en el Pasillo de Los Pasos Perdidos, dijo a la prensa que no había cobrado sobresueldos de ningún tipo y dejó una frase para que serviría de titular: “en mi puta vida”.

Visto desde arriba y en el fragor de la disputa, había una sensación común: El ataque verbal de Soraya Rodríguez no parecía el fruto inmaduro de un verbo desbocado sino la consecuencia, prevista, de una táctica adoptada para enfrentarse a la campaña y tratar de mejorar los datos de las encuestas. Desde la Tribuna, había algo en las caras de los diputados socialistas que llamaba la atención y que algo después se pudo comprobar en el video que difundían las agencias.

Y es que en el video, conjunto de imágenes, se aprecia, además de las caras y semblantes de los tomados como valores importantes del socialismo español, algo que se intuyó desde la Tribuna de Prensa y que parece más importante. Porque, véanse las imágenes:

En la primera fila de los escaños socialistas y flanqueando a la portavoz, Rubalcaba masca chicle serio, con la mirada fija en la pantalla de la tele de la derecha, más alterado que otra veces y mirando de reojo el folio que se agita ante él, mientras Eduardo Madina mira y remira nervioso, se palpa la nariz, juega con el bolígrafo y compone gestos varios.

Detrás, la candidata Elena Valenciano bate las palmas a destiempo mientras Trinidad Jiménez agita su melena al viento, Hurtado mueve las manos nerviosas y abre la boca no aburrido pero por algún motivo (hambre, sed, cansancio, sueño, o mala voluntad del dueño”, dice el dicho) y Zarrias, muy serio, se concentra en lo que expone la tele y también mira Rubalcaba.

Ese conjunto de imágenes, de un minuto y cuarenta y dos segundos, es, por expresivo, mucho más importante que el rifirrafe entre de las dos Sorayas vallisoletanas a cuenta de las llamadas Elecciones Europeas. Porque en esas dos filas de los bancos socialistas debería estar el empuje de un partido, el PSOE, y una oposición, la parlamentaria de la X Legislatura, capaz de controlar al Gobierno y brindar al electorado una opción de recambio que, de momento, hay que entender como se muestra: con una palabra (“mentirosos”), un folio ondeando, mirando a la tele, abriendo la boca, mascando chicle y aplaudiendo. Sólo eso.

Precampaña electoral: rifirrafe entre Sorayas

Como en épocas de Zapatero, el PSOE, desangelado, agita la precampaña
José Luis Heras Celemín
viernes, 2 de mayo de 2014, 06:35 h (CET)
Después de la Semana Santa, ya conocido que Arias Cañete dejaba su condición de “previsto” para convertirse en “el primero de la lista”, y decidida su sustitución como titular del Ministerio de Agricultura, la Sesión de Control al Gobierno de la última semana de abril se presentaba como algo importante. Más aún cuando se conoció que, en las últimas encuestas sobre la intención de voto de los españoles, el PSOE, que había apuntado una tímida recuperación, volvía a experimentar un serio retroceso.

Por alguna de las no siempre explicadas decisiones de la Mesa del Congreso, las preguntas al Gobierno, que normalmente se formulan los miércoles a primera hora de la mañana, se adelantaron al martes por la tarde. Aunque en el texto de éstas, que se facilita antes de formularse en el Pleno, generalmente se esconden intenciones ocultas, había una de ellas que parecía sugerente y no pasó desapercibida a nadie: La única que se le presentó a la Vicepresidenta del Gobierno.

- Las que le hacen hoy a Rajoy pueden valer para pasar la hora de la siesta sin sobresaltos.- dijo alguien en una de las Tribunas de Prensa antes de salir de ella e ir a la de enfrente, para ver los escaños socialistas de cara.

Y así fue. Errekondo preguntó sobre una visita a un colegio de niños en Cintruénigo de la Guardia Civil. Aitor Esteban se interesó por la licitación de la obra del “Nudo de Bergara”. Y Rubalcaba sobre la política educativa y su incidencia en la igualdad de oportunidades.

La que había llamado la atención era la que se había formulado con el número de expediente 180/000909, dirigida a la Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de la Presidencia:

“¿Cómo justifica la Vicepresidenta del Gobierno la utilización del Consejo de Ministros para facilitar la campaña del candidato del Partido Popular a las elecciones europeas?”.

Y, como era de esperar, en ella se montó la zapa tiesta. Porque Soraya Rodríguez, la portavoz socialista que formulaba la pregunta, aprovechó la ocasión para una embestida dialéctica de gran calado. Al candidato y ya ex ministro Arias Cañete le acusó de cobrar sobresueldos de 300.000 euros, y a la propia vicepresidenta de justamente el doble. En réplica, la Vicepresidenta: primero agotó aguas y deshizo el argumento nerviosa (se le fue un “sapieron” por “supieron”). Después, como es habitual en ella, pasó al contraataque recordando que la portavoz socialista se había quedado con las mensualidades de la cesantía que cobró como ex secretaria de Estado. Y por último, ya en el Pasillo de Los Pasos Perdidos, dijo a la prensa que no había cobrado sobresueldos de ningún tipo y dejó una frase para que serviría de titular: “en mi puta vida”.

Visto desde arriba y en el fragor de la disputa, había una sensación común: El ataque verbal de Soraya Rodríguez no parecía el fruto inmaduro de un verbo desbocado sino la consecuencia, prevista, de una táctica adoptada para enfrentarse a la campaña y tratar de mejorar los datos de las encuestas. Desde la Tribuna, había algo en las caras de los diputados socialistas que llamaba la atención y que algo después se pudo comprobar en el video que difundían las agencias.

Y es que en el video, conjunto de imágenes, se aprecia, además de las caras y semblantes de los tomados como valores importantes del socialismo español, algo que se intuyó desde la Tribuna de Prensa y que parece más importante. Porque, véanse las imágenes:

En la primera fila de los escaños socialistas y flanqueando a la portavoz, Rubalcaba masca chicle serio, con la mirada fija en la pantalla de la tele de la derecha, más alterado que otra veces y mirando de reojo el folio que se agita ante él, mientras Eduardo Madina mira y remira nervioso, se palpa la nariz, juega con el bolígrafo y compone gestos varios.

Detrás, la candidata Elena Valenciano bate las palmas a destiempo mientras Trinidad Jiménez agita su melena al viento, Hurtado mueve las manos nerviosas y abre la boca no aburrido pero por algún motivo (hambre, sed, cansancio, sueño, o mala voluntad del dueño”, dice el dicho) y Zarrias, muy serio, se concentra en lo que expone la tele y también mira Rubalcaba.

Ese conjunto de imágenes, de un minuto y cuarenta y dos segundos, es, por expresivo, mucho más importante que el rifirrafe entre de las dos Sorayas vallisoletanas a cuenta de las llamadas Elecciones Europeas. Porque en esas dos filas de los bancos socialistas debería estar el empuje de un partido, el PSOE, y una oposición, la parlamentaria de la X Legislatura, capaz de controlar al Gobierno y brindar al electorado una opción de recambio que, de momento, hay que entender como se muestra: con una palabra (“mentirosos”), un folio ondeando, mirando a la tele, abriendo la boca, mascando chicle y aplaudiendo. Sólo eso.

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