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El Real Madrid es ya semifinalista de Champions y espera rival para Lisboa. Se juega la temporada en 90 minutos. La décima anda cerca.

Una temporada en 90 minutos

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Llevas tiempo sin escribir y zas. Del mismo modo que llegan los goles, parece que ciertos momentos te generan una necesidad y ya no hay vuelta atrás.

Para el Madrid, la Champions se había convertido en una obsesión, en un objetivo donde fijar la mente y la responsabilidad de los jugadores temporada tras temporada. La única forma de valorar y justificar si un entrenador  es bueno o si la plantilla está concienciada y entregada al club de sus amores. Pues señores, el momento de demostrar, de ofrecer su mejor versión y sobre todo de disfrutar, ha llegado.

Mientras los árboles ardían y las palabras de Guardiola y Rummenigge se iban disipando con cada gol blanco, la plantilla madrileña al completo se volcó en ejecutar un planteamiento y una idea de juego más que ganadora. No es sencillo defender un 1-0 de un partido de ida. Y la valentía de no cerrarse atrás y jugar “a nada” esperando el pitido final, hace que todavía esta victoria cobre más protagonismo y mucho más valor. Con un marcador tan abultado como el 0-4 que ha sacado el Real Madrid del Allianz Arena, la moral está más que reforzada y la sed de “la orejona” se ve cada vez más saciada.

Ahora no hay margen de error, mucho es lo que se ha conseguido, pero la afición y la propia plantilla quieren más. Hay que rematar la jugada y firmar una temporada digna de mención. El cierre del ciclo Mourinho no ha hecho otra cosa que hacer que todo mejore. Que la plantilla vuelva a unirse dejando un poco más de lado las individualidades propias de los egos de los “grandes” jugadores mundiales y que las cabezas piensen y las piernas ejecuten como uno.

El grupo prima sobre el resto y salvo las peticiones de Cristiano, Guardiola vio antes sus narices como la posesión no sirve de nada y que también se puede jugar como grupo unido sin necesidad de tener tanto el balón dando vueltas por el medio campo. La rabia de conseguir una Champions y de tenerlo un año más tan cerca asolaron Múnich y por suerte la afición blanca supo responder y apoyar a sus jugadores para hacer un poco más real todo el sueño europeo.

Oportunidades únicas que no hay que desaprovechar y que hacen que los 90 minutos de juego se conviertan en una odisea o en un golpe de efecto y autoridad frente a los que aun “llorando” se creían los mejores de Europa. El Bayern salió a pasearse por su campo y salvo dos o tres ocasiones puntuales donde la fortuna o Iker obraron el milagro, los alemanes sembraron y recogieron en su propia casa una imagen muy distinta a la que nos tenían acostumbrados.

Ahora bien, llega el turno del Atleti. Final española, final madrileña y final cargada de ilusión. El sueño de todos nosotros. Lisboa ya está preparada para recibir a dos grandes y todos esperamos que, mientras Alves se dedica a promocionarse y a criticar a un país entero por la acción de un “personaje”, el Cholo haga mella de nuevo en sus jugadores y consigan también con autoridad un pase a una final más que merecida. Valores, juego, esfuerzo e ilusión caminan hacia una utopía no tan lejana. La Champions es así.  

Una temporada en 90 minutos

El Real Madrid es ya semifinalista de Champions y espera rival para Lisboa. Se juega la temporada en 90 minutos. La décima anda cerca.
Lara Franco Andrés
miércoles, 30 de abril de 2014, 08:38 h (CET)

Llevas tiempo sin escribir y zas. Del mismo modo que llegan los goles, parece que ciertos momentos te generan una necesidad y ya no hay vuelta atrás.

Para el Madrid, la Champions se había convertido en una obsesión, en un objetivo donde fijar la mente y la responsabilidad de los jugadores temporada tras temporada. La única forma de valorar y justificar si un entrenador  es bueno o si la plantilla está concienciada y entregada al club de sus amores. Pues señores, el momento de demostrar, de ofrecer su mejor versión y sobre todo de disfrutar, ha llegado.

Mientras los árboles ardían y las palabras de Guardiola y Rummenigge se iban disipando con cada gol blanco, la plantilla madrileña al completo se volcó en ejecutar un planteamiento y una idea de juego más que ganadora. No es sencillo defender un 1-0 de un partido de ida. Y la valentía de no cerrarse atrás y jugar “a nada” esperando el pitido final, hace que todavía esta victoria cobre más protagonismo y mucho más valor. Con un marcador tan abultado como el 0-4 que ha sacado el Real Madrid del Allianz Arena, la moral está más que reforzada y la sed de “la orejona” se ve cada vez más saciada.

Ahora no hay margen de error, mucho es lo que se ha conseguido, pero la afición y la propia plantilla quieren más. Hay que rematar la jugada y firmar una temporada digna de mención. El cierre del ciclo Mourinho no ha hecho otra cosa que hacer que todo mejore. Que la plantilla vuelva a unirse dejando un poco más de lado las individualidades propias de los egos de los “grandes” jugadores mundiales y que las cabezas piensen y las piernas ejecuten como uno.

El grupo prima sobre el resto y salvo las peticiones de Cristiano, Guardiola vio antes sus narices como la posesión no sirve de nada y que también se puede jugar como grupo unido sin necesidad de tener tanto el balón dando vueltas por el medio campo. La rabia de conseguir una Champions y de tenerlo un año más tan cerca asolaron Múnich y por suerte la afición blanca supo responder y apoyar a sus jugadores para hacer un poco más real todo el sueño europeo.

Oportunidades únicas que no hay que desaprovechar y que hacen que los 90 minutos de juego se conviertan en una odisea o en un golpe de efecto y autoridad frente a los que aun “llorando” se creían los mejores de Europa. El Bayern salió a pasearse por su campo y salvo dos o tres ocasiones puntuales donde la fortuna o Iker obraron el milagro, los alemanes sembraron y recogieron en su propia casa una imagen muy distinta a la que nos tenían acostumbrados.

Ahora bien, llega el turno del Atleti. Final española, final madrileña y final cargada de ilusión. El sueño de todos nosotros. Lisboa ya está preparada para recibir a dos grandes y todos esperamos que, mientras Alves se dedica a promocionarse y a criticar a un país entero por la acción de un “personaje”, el Cholo haga mella de nuevo en sus jugadores y consigan también con autoridad un pase a una final más que merecida. Valores, juego, esfuerzo e ilusión caminan hacia una utopía no tan lejana. La Champions es así.  

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