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Aquello de la LIBERTAD es una cualidad esquiva, siempre limitada por los condicionamientos

Gran distorsión

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Nos va la marcha, es evidente. En una machacona reincidencia, somos INCONGRUENTES. Elucubramos aislados de la realidad inmediata o practicamos una serie de conductas con escasa adaptación a la inteligencia pensante. No hay razón que valga, es más, los razonamientos redundantes ahogan la vida en directo. La interpretación de todo esto hace pensar en un destino nefasto, por incongruente; o bien, en la pereza mental de nuestra parte, reacios al ensamblaje de las mejores maneras para la convivencia. ¿Despertaremos alguna vez de la confusión? ¿El equilibrio será posible?.

Los errores de apreciación, los errores de cálculo, son una constante en las actividades humanas; algunos evitables, pero la mayoría, producidos por las limitaciones e ignorancias a las que estamos sometidos. Sin embargo, que los arrastremos toda la vida y no aprendamos de lo sucedido antes, eso tiene peor lectura. Es frecuente que conozcamos las influencias circunstanciales con sus efectos; lo que no es óbice para actuaciones REINCIDENTES, tropezando con los mismos obstáculos. Como digo, la ignorancia no es la causa principal de los fallos. Trato hoy de algunos de los enfoques y comportamientos demostrativos de esa contumacia que nos aboca a las equivocaciones.

Que la gente frivolice, está entre sus derechos fundamentales, el de los atenuantes que nos permitan el aliento entre las tensiones opresivas con que nos sacuden, teñidos de crisis por toda la epidermis que nos envuelve. De ahí al imperio de la FRIVOLIDAD, encumbrada por encima de las demás consideraciones, hay una distancia muy larga, que se nos hizo corta, a la vista de cómo nos funcionan los medios de difusión, los tablados de la política o los tratos administrados al ciudadano común, Parece que hemos colocado los tiestos donde no correspondía; es la deducción derivada de la frustración acumulada. La disgregación impide la coherencia precisa para la armonía.

Los artificios anteriores propician la chismografía en todos los sectores de las actividades sociales, desde los resquicios de la vida privada a los entresijos de los procedimientos judiciales. Cualquier dato será admitido si cumple con los requisitos de la sorpresa y el desplante, configuran los criterios de cara a las mayores audiencias, de un público captado por fogonazos sucesivos. Siendo acaparadora esta maquinaria, se ve favorecida por la SUMISIÓN gregaria, casi total e irreflexiva, de los potenciales receptores. Surge una masificación emergente de actuaciones espontáneas sin filtros, con cara de libertades, pero con una evidente dirección oculta de los preparativos, por parte de quienes extraen sus beneficios desde la sombra y no desean la ocupación reflexiva del personal.

Se ha dicho de muchas formas, pero repetirlo una vez más no será dañino; lo peor no es la existencia de malas ideas, las mentiras, las corrupciones u otras maldades, sino la hipocresía de gruesas mayorías, que disfrazadas de bondadosos guardianes de lo virtuoso, permanecen agazapadas en SILENCIO ante los desmanes. Quizá sea la peor lacra a pesar de los disfraces; la que deshilacha los tejidos sociales. ¿Por complicidad? ¿Estupidez? ¿Maldad subyacente? En todo caso, una participación encubierta que contribuye a la confusión, borra las referencias sociales. En ocasiones llega a ser el pilar básico para pérfidas actuaciones; digamos que una colaboración necesaria.

Practicamos una curiosa paradoja que contribuye al trueque de una sociedad de personas, por otra de individuos masificados, desprovistos de sus características esenciales. Cuanto más abundan las REGLAMENTACIONES y protocolos, las vigilancias y prohibiciones, cada persona pierde el contacto con lo que está pasando. ¿A qué matiz del ordenamiento atribuimos cada caso? Lo que pudiera concebirse como una estructura organizada cabal, genera por su exageración una aniquilación de la personalidad de cada sujeto. Llegados a estos dislates, ¿Para qué diablos queremos esa organización? Y, ¿A quién beneficia? No es un reto pequeño. En el deslinde de fronteras radica una de las principales fuentes de la felicidad.

Los errores suelen ser de largo alcance, nos aproximamos a los ya clásicos versos de “Somos los hombres huecos, con el cráneo lleno de paja”. Repetimos las CONSIGNAS de manera monocorde y nadie la discutirá, salvo que pretenda su propio desprestigio en el caso de pensamientos diferenciados. No importa la falsedad proclamada, ni los contratiempos o desengaños que provoque por su insensatez. Lo hacemos por mera rutina, por desconocimiento de las posibles repercusiones o por una cierta estupidez que no se entiende bien.

Ya me dirán en qué somos IGUALES. Ni en el sentido utópico, por que siempre habrá peculiaridades. Las propiedades biológico-genéticas son un dechado de variaciones, los comportamientos y los matices culturales agrandan la desigualdad. Incluso la defensa de la dignidad oscila, desde quienes la ejercen con sus cualidades propias, a los indolentes que no la tienen en cuenta. El lenguaje de la igualdad evita la reflexión sobre como afrontamos las diferencias con una buena orientación en el horizonte.

Las buenas intenciones puede que nos lleven a la consideración de los rasgos comunes de las personas como factor predomiante. Un mismo origen. La creencia en un Padre universal. Pues bien, esto puede conducirnos a un nuevo disloque, cuando queremos considerarnos HERMANOS, en una simplificación edulcorada. La realidad nos ilustra, abundan los lobos y las alimañas humanos, con intenciones aviesas y comportamientos poco familiares. Nos sitúan ante la disyuntiva. Con las buenas denominaciones y los quebrantamientos derivados de la enorme diversidad. O, por el contrario, asumir las posiciones arraigadas en los núcleos dispares, para un aprendizaje real de la convivencia, en contacto con circunstancias encontradas.

Otro tanto ocurre con la capacidad decisoria. Las dificultades son notorias para cualquiera dispuesto a elegir entre alternativas importantes. Aquello de la LIBERTAD es una cualidad esquiva, siempre limitada por los condicionamientos. Absortos, contemplando los encantos libertarios y procurando no mirar hacia los impedimentos; descuidamos la atención necesaria que hubiera precisado el mejor conocimiento de los instintos, emociones o los respetos debidos. Esos descuidos también nos hicieron perder las mejores cotas de libertad. Mientras estábamos contemplativos, otros pocos espabilados arramblaron con las libertades.

La distorsión nos acogota por diversos frentes. Después, que si el sistema, la corrupción, los derechos humanos, la dignidad y un largo etcétera; palabras que lleva el viento por su escaso peso específico. Por que, cuando toca plantear una cuestión nos entretenemos en una contemplación necia de las consignas emitidas desde los núcleos manipuladores. Los diversos criterios, las prioridades de actuación, circulan por vías muy alejadas de nuestros asentamientos. Aunque la DISTORSIÓN parece no interesar a nadie.

Gran distorsión

Aquello de la LIBERTAD es una cualidad esquiva, siempre limitada por los condicionamientos
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 17 de abril de 2014, 07:19 h (CET)
Nos va la marcha, es evidente. En una machacona reincidencia, somos INCONGRUENTES. Elucubramos aislados de la realidad inmediata o practicamos una serie de conductas con escasa adaptación a la inteligencia pensante. No hay razón que valga, es más, los razonamientos redundantes ahogan la vida en directo. La interpretación de todo esto hace pensar en un destino nefasto, por incongruente; o bien, en la pereza mental de nuestra parte, reacios al ensamblaje de las mejores maneras para la convivencia. ¿Despertaremos alguna vez de la confusión? ¿El equilibrio será posible?.

Los errores de apreciación, los errores de cálculo, son una constante en las actividades humanas; algunos evitables, pero la mayoría, producidos por las limitaciones e ignorancias a las que estamos sometidos. Sin embargo, que los arrastremos toda la vida y no aprendamos de lo sucedido antes, eso tiene peor lectura. Es frecuente que conozcamos las influencias circunstanciales con sus efectos; lo que no es óbice para actuaciones REINCIDENTES, tropezando con los mismos obstáculos. Como digo, la ignorancia no es la causa principal de los fallos. Trato hoy de algunos de los enfoques y comportamientos demostrativos de esa contumacia que nos aboca a las equivocaciones.

Que la gente frivolice, está entre sus derechos fundamentales, el de los atenuantes que nos permitan el aliento entre las tensiones opresivas con que nos sacuden, teñidos de crisis por toda la epidermis que nos envuelve. De ahí al imperio de la FRIVOLIDAD, encumbrada por encima de las demás consideraciones, hay una distancia muy larga, que se nos hizo corta, a la vista de cómo nos funcionan los medios de difusión, los tablados de la política o los tratos administrados al ciudadano común, Parece que hemos colocado los tiestos donde no correspondía; es la deducción derivada de la frustración acumulada. La disgregación impide la coherencia precisa para la armonía.

Los artificios anteriores propician la chismografía en todos los sectores de las actividades sociales, desde los resquicios de la vida privada a los entresijos de los procedimientos judiciales. Cualquier dato será admitido si cumple con los requisitos de la sorpresa y el desplante, configuran los criterios de cara a las mayores audiencias, de un público captado por fogonazos sucesivos. Siendo acaparadora esta maquinaria, se ve favorecida por la SUMISIÓN gregaria, casi total e irreflexiva, de los potenciales receptores. Surge una masificación emergente de actuaciones espontáneas sin filtros, con cara de libertades, pero con una evidente dirección oculta de los preparativos, por parte de quienes extraen sus beneficios desde la sombra y no desean la ocupación reflexiva del personal.

Se ha dicho de muchas formas, pero repetirlo una vez más no será dañino; lo peor no es la existencia de malas ideas, las mentiras, las corrupciones u otras maldades, sino la hipocresía de gruesas mayorías, que disfrazadas de bondadosos guardianes de lo virtuoso, permanecen agazapadas en SILENCIO ante los desmanes. Quizá sea la peor lacra a pesar de los disfraces; la que deshilacha los tejidos sociales. ¿Por complicidad? ¿Estupidez? ¿Maldad subyacente? En todo caso, una participación encubierta que contribuye a la confusión, borra las referencias sociales. En ocasiones llega a ser el pilar básico para pérfidas actuaciones; digamos que una colaboración necesaria.

Practicamos una curiosa paradoja que contribuye al trueque de una sociedad de personas, por otra de individuos masificados, desprovistos de sus características esenciales. Cuanto más abundan las REGLAMENTACIONES y protocolos, las vigilancias y prohibiciones, cada persona pierde el contacto con lo que está pasando. ¿A qué matiz del ordenamiento atribuimos cada caso? Lo que pudiera concebirse como una estructura organizada cabal, genera por su exageración una aniquilación de la personalidad de cada sujeto. Llegados a estos dislates, ¿Para qué diablos queremos esa organización? Y, ¿A quién beneficia? No es un reto pequeño. En el deslinde de fronteras radica una de las principales fuentes de la felicidad.

Los errores suelen ser de largo alcance, nos aproximamos a los ya clásicos versos de “Somos los hombres huecos, con el cráneo lleno de paja”. Repetimos las CONSIGNAS de manera monocorde y nadie la discutirá, salvo que pretenda su propio desprestigio en el caso de pensamientos diferenciados. No importa la falsedad proclamada, ni los contratiempos o desengaños que provoque por su insensatez. Lo hacemos por mera rutina, por desconocimiento de las posibles repercusiones o por una cierta estupidez que no se entiende bien.

Ya me dirán en qué somos IGUALES. Ni en el sentido utópico, por que siempre habrá peculiaridades. Las propiedades biológico-genéticas son un dechado de variaciones, los comportamientos y los matices culturales agrandan la desigualdad. Incluso la defensa de la dignidad oscila, desde quienes la ejercen con sus cualidades propias, a los indolentes que no la tienen en cuenta. El lenguaje de la igualdad evita la reflexión sobre como afrontamos las diferencias con una buena orientación en el horizonte.

Las buenas intenciones puede que nos lleven a la consideración de los rasgos comunes de las personas como factor predomiante. Un mismo origen. La creencia en un Padre universal. Pues bien, esto puede conducirnos a un nuevo disloque, cuando queremos considerarnos HERMANOS, en una simplificación edulcorada. La realidad nos ilustra, abundan los lobos y las alimañas humanos, con intenciones aviesas y comportamientos poco familiares. Nos sitúan ante la disyuntiva. Con las buenas denominaciones y los quebrantamientos derivados de la enorme diversidad. O, por el contrario, asumir las posiciones arraigadas en los núcleos dispares, para un aprendizaje real de la convivencia, en contacto con circunstancias encontradas.

Otro tanto ocurre con la capacidad decisoria. Las dificultades son notorias para cualquiera dispuesto a elegir entre alternativas importantes. Aquello de la LIBERTAD es una cualidad esquiva, siempre limitada por los condicionamientos. Absortos, contemplando los encantos libertarios y procurando no mirar hacia los impedimentos; descuidamos la atención necesaria que hubiera precisado el mejor conocimiento de los instintos, emociones o los respetos debidos. Esos descuidos también nos hicieron perder las mejores cotas de libertad. Mientras estábamos contemplativos, otros pocos espabilados arramblaron con las libertades.

La distorsión nos acogota por diversos frentes. Después, que si el sistema, la corrupción, los derechos humanos, la dignidad y un largo etcétera; palabras que lleva el viento por su escaso peso específico. Por que, cuando toca plantear una cuestión nos entretenemos en una contemplación necia de las consignas emitidas desde los núcleos manipuladores. Los diversos criterios, las prioridades de actuación, circulan por vías muy alejadas de nuestros asentamientos. Aunque la DISTORSIÓN parece no interesar a nadie.

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