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Cuentan de un sabio que un día

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La famosa décima de Pedro Calderón de la Barca, en su escena II de La vida es sueño, me lleva a relacionarla con la situación tan dura y difícil que los hombres, (no los nombraré por sus nacionalidades), están sufriendo en la actualidad por alcanzar un nuevo continente, pongamos por ejemplo, la ciudad de Melilla, para llegar a Europa.

Tan pobre y mísero estaba: Los hombres igual que el personaje Segismundo no son libres para elegir dónde vivir o trabajar, porque otros hombres le niegan el paso, construyendo vallas altísimas, terminadas con cuchillas para evitar que su desesperación y pobreza se vuelva ilegal.

Que sólo se sustentaba: Sin sustento para ellos ni para sus familias han de buscarse la vida por un rinconcito de escape que les permita esa misma vida, y ese escape de su nefasta realidad es intentar por todos los medios pasar a España, desesperadamente.

De unas hierbas que cogía: Se ve como las organizaciones no gubernamentales los cuidan y protegen con mantas, café, reconocimientos sanitarios y ropas secas. Son las hierbas que esperan de otros hombres.

¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo?: Es curioso que si tenemos en los españoles, según las estadísticas, como uno de los grupos de niños más pobres de Europa, al menos no deberíamos sorprendernos de si hay gente pobre que abandona su país en peores condiciones que los mismos jóvenes españoles, cuando intentan alcanzar el inglés, el francés o el alemán, sus hierbas por alcanzar también. Pero Rosaura sigue consolando a Segismundo en su cueva de sufrimiento.

Y cuando el rostro volvió: Da miedo, y pena, y respeto mirarles a los ojos y ver sus rostros en el telediario por decenas y cientos, encaramados a los postes hasta la extenuación, queriendo salvar la valla antes que su propia vida, porque se trata de eso de alcanzar España o morir en el intento, y ellos lo saben y por ello tampoco a veces quieren volver el rostro hacia la tierra que dejan.

Halló la respuesta, viendo: Saben que hay otros pobres y tristes compañeros que se han quedado por el camino, si han llegado hasta allí es porque han invertido tiempo y dinero de las mafias que les ayudan aunque se pierdan vidas en los numerosos intentos por tierra o por mar o por el nuevo aire que respiran.

Que iba otro sabio cogiendo: Nuestros jóvenes dejan lo que ellos cogen agradecidos en la nueva tierra que les niega la adopción. Todos somos emigrantes de algo. Si hay movimiento, hay migración, aunque sea entre poblaciones, provincias o comunidades autónomas, no diré ya países ni continentes. Leyes buenas para el hombre es lo que necesitan los que se ven obligados a moverse y sentido común en las altas esferas.

Las hierbas que él arrojó: Y que nuestros jóvenes recogen por doquier en las ciudades en las que residen. Siempre hay grados y niveles, lugares de primera y de tercera para vivir y los sabios Segismundos y Rosauras de todos los países y del siglo XXI y de hoy lo saben.

Cuentan de un sabio que un día

Nieves Fernández
sábado, 5 de abril de 2014, 06:28 h (CET)
La famosa décima de Pedro Calderón de la Barca, en su escena II de La vida es sueño, me lleva a relacionarla con la situación tan dura y difícil que los hombres, (no los nombraré por sus nacionalidades), están sufriendo en la actualidad por alcanzar un nuevo continente, pongamos por ejemplo, la ciudad de Melilla, para llegar a Europa.

Tan pobre y mísero estaba: Los hombres igual que el personaje Segismundo no son libres para elegir dónde vivir o trabajar, porque otros hombres le niegan el paso, construyendo vallas altísimas, terminadas con cuchillas para evitar que su desesperación y pobreza se vuelva ilegal.

Que sólo se sustentaba: Sin sustento para ellos ni para sus familias han de buscarse la vida por un rinconcito de escape que les permita esa misma vida, y ese escape de su nefasta realidad es intentar por todos los medios pasar a España, desesperadamente.

De unas hierbas que cogía: Se ve como las organizaciones no gubernamentales los cuidan y protegen con mantas, café, reconocimientos sanitarios y ropas secas. Son las hierbas que esperan de otros hombres.

¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo?: Es curioso que si tenemos en los españoles, según las estadísticas, como uno de los grupos de niños más pobres de Europa, al menos no deberíamos sorprendernos de si hay gente pobre que abandona su país en peores condiciones que los mismos jóvenes españoles, cuando intentan alcanzar el inglés, el francés o el alemán, sus hierbas por alcanzar también. Pero Rosaura sigue consolando a Segismundo en su cueva de sufrimiento.

Y cuando el rostro volvió: Da miedo, y pena, y respeto mirarles a los ojos y ver sus rostros en el telediario por decenas y cientos, encaramados a los postes hasta la extenuación, queriendo salvar la valla antes que su propia vida, porque se trata de eso de alcanzar España o morir en el intento, y ellos lo saben y por ello tampoco a veces quieren volver el rostro hacia la tierra que dejan.

Halló la respuesta, viendo: Saben que hay otros pobres y tristes compañeros que se han quedado por el camino, si han llegado hasta allí es porque han invertido tiempo y dinero de las mafias que les ayudan aunque se pierdan vidas en los numerosos intentos por tierra o por mar o por el nuevo aire que respiran.

Que iba otro sabio cogiendo: Nuestros jóvenes dejan lo que ellos cogen agradecidos en la nueva tierra que les niega la adopción. Todos somos emigrantes de algo. Si hay movimiento, hay migración, aunque sea entre poblaciones, provincias o comunidades autónomas, no diré ya países ni continentes. Leyes buenas para el hombre es lo que necesitan los que se ven obligados a moverse y sentido común en las altas esferas.

Las hierbas que él arrojó: Y que nuestros jóvenes recogen por doquier en las ciudades en las que residen. Siempre hay grados y niveles, lugares de primera y de tercera para vivir y los sabios Segismundos y Rosauras de todos los países y del siglo XXI y de hoy lo saben.

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