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Juan Pablo Mañueco

El voto inútil y el contrato notarial

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DIGÁMOSLO pronto: el contrato notarial que ha firmado CiU para las próximas elecciones catalanas, no sirve, no crea vínculo legal...

Pero entendamos por qué: vegetamos bajo un sistema que QUIERE inutilizar los votos y que, por eso mismo, sólo admite los votos inútiles: no vinculan a los votados, sino que les faculta legalmente para incumplir sus promesas electorales. De un modo sistemático. Es, por si aún no lo habían entendido de todo, el sistema político del engaño legalizado.

Y ninguna de las palabras del anterior segundo párrafo está puesta al albur, sino que las he escogido y las mantengo. Sólo falta que ustedes las entiendan.

En realidad, si el sistema QUISIERA que los electores decidiera ACTOS de gobierno (he aquí la palabra que permitiría acceder a la democracia, que no tenemos), o bien permitiría eso mismo (que los votantes eligieran actos de gobierno, con lo cual hasta sería bastante indiferente que fuera ésta o aquélla sigla la que estuviera obligada a HACERLO, en la práctica siguiente) o bien establecería por ley que los programas electorales SON siempre CONTRATO, es decir, que están para cumplirlos.

¿Qué menos se puede pedir que los compromisos y promesas públicas se cumplan, señores ciudadanos?

¿Ustedes no se dan cuenta de que les toman el pelo, señores ciudadanos, cuando las candidaturas formalizan una promesas públicas verbales y hasta las ponen por escrito —eso son los programas electorales: compromisos públicos escritos—, pero luego las incumplen cuando quieren, porque la ley (del engaño sistemático) se lo permite?

Pues sépanlo ustedes: les toman por tontos, por si no se habían dado cuenta.

Los simples folletos publicitarios de cualquier promoción son EXIGIBLES ante los tribunales. Los programas electorales orales y escritos, NO. Y el “contrato” notarial firmado por CiU, TAMPOCO, porque le autoriza a incumplirlo la ley política del engaño.

Dicho lo cual, hay que añadir que, al menos, es un gesto simbólico que debe aplaudirse. Y que sólo faltaría un paso más para que pudiéramos acceder a un poco de democracia: que fuera EXIGIBLE ante los tribunales.

Posdata. Sepan, pues, dos cosas indudables. Una, que les toman por tontos. Y dos, que las críticas a CiU que he oído estos días de los demás partidos son aún más risibles.

El problema no es que CiU tenga o no “credibilidad”, porque no es la “credibilidad” el fundamento de una relación bitateral adulta. Precisamente, la democracia moderna (a la que aún no hemos llegado) se inició por una legítima desconfianza hacia las autoridades, que ya no eran bondadosas siempre, como aseguraba el Antiguo Régimen.

El problema es que los programas NO SEAN EXIGIBLES LEGALMENTE, incluso sin notario. Como cualquier compromiso adquirido públicamente entre dos partes, de palabra o por escrito.

Y si quieren ustedes empezar a pensar sin chuparse el dedo, piensen un ratito en esto: el único “crédito” que merece el sistema... es que está diseñado para el engaño, sistemático.

El voto inútil y el contrato notarial

Juan Pablo Mañueco
Juan Pablo Mañueco
viernes, 20 de octubre de 2006, 03:20 h (CET)
DIGÁMOSLO pronto: el contrato notarial que ha firmado CiU para las próximas elecciones catalanas, no sirve, no crea vínculo legal...

Pero entendamos por qué: vegetamos bajo un sistema que QUIERE inutilizar los votos y que, por eso mismo, sólo admite los votos inútiles: no vinculan a los votados, sino que les faculta legalmente para incumplir sus promesas electorales. De un modo sistemático. Es, por si aún no lo habían entendido de todo, el sistema político del engaño legalizado.

Y ninguna de las palabras del anterior segundo párrafo está puesta al albur, sino que las he escogido y las mantengo. Sólo falta que ustedes las entiendan.

En realidad, si el sistema QUISIERA que los electores decidiera ACTOS de gobierno (he aquí la palabra que permitiría acceder a la democracia, que no tenemos), o bien permitiría eso mismo (que los votantes eligieran actos de gobierno, con lo cual hasta sería bastante indiferente que fuera ésta o aquélla sigla la que estuviera obligada a HACERLO, en la práctica siguiente) o bien establecería por ley que los programas electorales SON siempre CONTRATO, es decir, que están para cumplirlos.

¿Qué menos se puede pedir que los compromisos y promesas públicas se cumplan, señores ciudadanos?

¿Ustedes no se dan cuenta de que les toman el pelo, señores ciudadanos, cuando las candidaturas formalizan una promesas públicas verbales y hasta las ponen por escrito —eso son los programas electorales: compromisos públicos escritos—, pero luego las incumplen cuando quieren, porque la ley (del engaño sistemático) se lo permite?

Pues sépanlo ustedes: les toman por tontos, por si no se habían dado cuenta.

Los simples folletos publicitarios de cualquier promoción son EXIGIBLES ante los tribunales. Los programas electorales orales y escritos, NO. Y el “contrato” notarial firmado por CiU, TAMPOCO, porque le autoriza a incumplirlo la ley política del engaño.

Dicho lo cual, hay que añadir que, al menos, es un gesto simbólico que debe aplaudirse. Y que sólo faltaría un paso más para que pudiéramos acceder a un poco de democracia: que fuera EXIGIBLE ante los tribunales.

Posdata. Sepan, pues, dos cosas indudables. Una, que les toman por tontos. Y dos, que las críticas a CiU que he oído estos días de los demás partidos son aún más risibles.

El problema no es que CiU tenga o no “credibilidad”, porque no es la “credibilidad” el fundamento de una relación bitateral adulta. Precisamente, la democracia moderna (a la que aún no hemos llegado) se inició por una legítima desconfianza hacia las autoridades, que ya no eran bondadosas siempre, como aseguraba el Antiguo Régimen.

El problema es que los programas NO SEAN EXIGIBLES LEGALMENTE, incluso sin notario. Como cualquier compromiso adquirido públicamente entre dos partes, de palabra o por escrito.

Y si quieren ustedes empezar a pensar sin chuparse el dedo, piensen un ratito en esto: el único “crédito” que merece el sistema... es que está diseñado para el engaño, sistemático.

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