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La desesperación que embarga a sus adversarios, los obliga a unirse para disparar contra el diputado Oscar Tuma

Horacio Cartes y Oscar Tuma contra el mismo fantasma

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Dijo el laureado periodista norteamericano Herbert Matthews que no existe mentira tan poderosa como para destruir un mito, así como no hay verdad más frágil que aquella que nadie quiere escuchar.

La reflexión nos ayuda a comprender las razones del escozor que ocasiona la fulgurante aparición de Oscar Tuma en la escena del gobernante partido colorado de Paraguay, posicionado como favorito para ganar la nominación por dicho partido para postularse a la intendencia de Asunción.

Según todas las encuestas, con cifras variables, Oscar Tuma lograría una amplia ventaja ante sus adversarios, que incluso podría llegar a treinta puntos.

Como es natural cuando un candidato logra una amplia ventaja en las encuestas, los adversarios mal posicionados se unen para atacar al favorito.

Es lo que denotan las agresiones direccionadas que arreciaron contra Oscar Tuma en la última semana, evidenciando la impotencia de aquellos que presienten ser derrotados de manera contundente por quien les lleva una amplia ventaja para ganar la Intendencia de Asunción.

Más allá de constituir una reacción natural en el mundillo político aglutinarse para atacar al favorito, los argumentos con que intentan descalificarlo son cuando menos endebles.

Uno de los más recurrentes es el que atribuye al diputado escasa antigüedad en las carpas coloradas, el mismo argumento con el que se intentó descalificar al actual presidente Horacio Cartes cuando hizo su aparición en la escena política.

Cartes era nuevo en el partido colorado, ciertamente, pero su pasta de administrador y organizador eficaz le permitieron estructurar velozmente un movimiento incontenible, que no se detuvo hasta conquistar la presidencia de la república del Paraguay.

Igual a lo que hoy Tuma representa, Cartes era el abonado de las preferencias y contaba no sólo con suficientes recursos, sino con una reputación de trabajador y capaz. Además, estaba libre de los estigmas que manchan a la vieja guardia colorada, la misma que hoy critica a Tuma pero no ha sido capaz de defender como lo hizo él a sus propios correligionarios.

Dando la espalda a su propio electorado, los detractores de Tuma admitieron la marginación de los activistas políticos conocidos como seccionaleros, y toleraron sin chistar su remplazo por tecnócratas faltos de compromiso político o social.

Son los casos puntuales de la dirección de IPS, el ministerio de Cultura y el Ministerio del Interior.

Ante cuestionamientos de estos eclécticos, Tuma respondió fiel a su estilo, sin pelos en la lengua. Afirmó estar feliz de que lo acusen de desconocer el código de ética del partido, y no de robar medicamentos que los enfermos necesitan en hospitales como el de IPS.

También criticó a la gente que pretende defender a los corruptos, o que se molestan cuando se realizan denuncias de corrupción.

Proteger a los corruptos ha llevado siempre a los partidos al colapso, señala Tuma, y el Colorado no ha sido una excepción. Ese corporativismo fascista de la mafia siempre perjudica a los honestos, y se irradia un mal ejemplo a los jóvenes militantes que ven a esa práctica como algo normal. “Los corruptos, deben parar en la cárcel, y no ser idolatrados”, finaliza sentenciando Tuma en su nota.

Es así como vemos hoy a los mismos que toleraron el meteórico ascenso de Horacio Cartes en las filas de su partido, y el nombramiento de ministros ajenos al mismo que marginó a sus dirigentes, criticar una nueva edición del mismo fenómeno. Sabiendo por experiencia que son incapaces de sofocar un mito por más mentiras que puedan inventar, y confiando en que las verdades que nadie quiere escuchar, siempre son frágiles.

Es que como me recordaba un amigo en las redes sociales, nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería. Lo confirma la flaca memoria de la dirigencia colorada, que hoy repite contra Oscar Tuma los mismos argumentos que usó para intentar extorsionar a Horacio Cartes.

Horacio Cartes y Oscar Tuma contra el mismo fantasma

La desesperación que embarga a sus adversarios, los obliga a unirse para disparar contra el diputado Oscar Tuma
Luis Agüero Wagner
miércoles, 2 de abril de 2014, 07:26 h (CET)
Dijo el laureado periodista norteamericano Herbert Matthews que no existe mentira tan poderosa como para destruir un mito, así como no hay verdad más frágil que aquella que nadie quiere escuchar.

La reflexión nos ayuda a comprender las razones del escozor que ocasiona la fulgurante aparición de Oscar Tuma en la escena del gobernante partido colorado de Paraguay, posicionado como favorito para ganar la nominación por dicho partido para postularse a la intendencia de Asunción.

Según todas las encuestas, con cifras variables, Oscar Tuma lograría una amplia ventaja ante sus adversarios, que incluso podría llegar a treinta puntos.

Como es natural cuando un candidato logra una amplia ventaja en las encuestas, los adversarios mal posicionados se unen para atacar al favorito.

Es lo que denotan las agresiones direccionadas que arreciaron contra Oscar Tuma en la última semana, evidenciando la impotencia de aquellos que presienten ser derrotados de manera contundente por quien les lleva una amplia ventaja para ganar la Intendencia de Asunción.

Más allá de constituir una reacción natural en el mundillo político aglutinarse para atacar al favorito, los argumentos con que intentan descalificarlo son cuando menos endebles.

Uno de los más recurrentes es el que atribuye al diputado escasa antigüedad en las carpas coloradas, el mismo argumento con el que se intentó descalificar al actual presidente Horacio Cartes cuando hizo su aparición en la escena política.

Cartes era nuevo en el partido colorado, ciertamente, pero su pasta de administrador y organizador eficaz le permitieron estructurar velozmente un movimiento incontenible, que no se detuvo hasta conquistar la presidencia de la república del Paraguay.

Igual a lo que hoy Tuma representa, Cartes era el abonado de las preferencias y contaba no sólo con suficientes recursos, sino con una reputación de trabajador y capaz. Además, estaba libre de los estigmas que manchan a la vieja guardia colorada, la misma que hoy critica a Tuma pero no ha sido capaz de defender como lo hizo él a sus propios correligionarios.

Dando la espalda a su propio electorado, los detractores de Tuma admitieron la marginación de los activistas políticos conocidos como seccionaleros, y toleraron sin chistar su remplazo por tecnócratas faltos de compromiso político o social.

Son los casos puntuales de la dirección de IPS, el ministerio de Cultura y el Ministerio del Interior.

Ante cuestionamientos de estos eclécticos, Tuma respondió fiel a su estilo, sin pelos en la lengua. Afirmó estar feliz de que lo acusen de desconocer el código de ética del partido, y no de robar medicamentos que los enfermos necesitan en hospitales como el de IPS.

También criticó a la gente que pretende defender a los corruptos, o que se molestan cuando se realizan denuncias de corrupción.

Proteger a los corruptos ha llevado siempre a los partidos al colapso, señala Tuma, y el Colorado no ha sido una excepción. Ese corporativismo fascista de la mafia siempre perjudica a los honestos, y se irradia un mal ejemplo a los jóvenes militantes que ven a esa práctica como algo normal. “Los corruptos, deben parar en la cárcel, y no ser idolatrados”, finaliza sentenciando Tuma en su nota.

Es así como vemos hoy a los mismos que toleraron el meteórico ascenso de Horacio Cartes en las filas de su partido, y el nombramiento de ministros ajenos al mismo que marginó a sus dirigentes, criticar una nueva edición del mismo fenómeno. Sabiendo por experiencia que son incapaces de sofocar un mito por más mentiras que puedan inventar, y confiando en que las verdades que nadie quiere escuchar, siempre son frágiles.

Es que como me recordaba un amigo en las redes sociales, nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería. Lo confirma la flaca memoria de la dirigencia colorada, que hoy repite contra Oscar Tuma los mismos argumentos que usó para intentar extorsionar a Horacio Cartes.

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