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Estamos matando el futuro

España campeona en pobreza infantil

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Al grito de “campeones, campeones” o con la última incorporación entre los gritos futbolísticos de rigor, ese que dice “soy español, español, español” coreado a voz en grito por miles de gargantas, los españolitos de a pie se desfogan olvidando las miserias diarias en la que muchos de ellos se ven envueltos en el día a día. Es el viejo pan y circo de los antiguos romanos, a pesar de los años desde el poder, sea del color que sea, sigue en vigor la consigna de entretener al pueblo con minucias para que olvide pensar en las cuestiones verdaderamente importantes.

Estos días hemos conocido un noticia que también coloca a España en los primeros puestos, pero ahora nadie saldrá a las calles enarbolando banderas rojigualdas o camisetas de la roja, en esta ocasión el ocupar un puesto de cabeza no supone ningún orgullo para una España que se debate desde hace ya algún tiempo entre la miseria de unos y los sobres llenos de dinero que recogen los otros, esos otros que desde determinadas poltronas políticas y determinados estamentos, incluso desde los aledaños de la Familia Real, siguen entonando el grito de campeones, pero campeones en la corrupción y el trapicheo, ejercidos con verdadero arte de maestros trileros.

La semana pasada Cáritas Europa dio a conocer un informe centrado en el coste humano de la crisis económica por la que están atravesando la mayoría de países europeos. En dicho informe se refleja que en España el 29,9 % de los menores de 18 años viven en familias por debajo del umbral de la pobreza. España ocupa el segundo lugar en este triste ranking, sólo le supera Rumania con un 34,6% de menores viviendo bajo la pobreza.

Ante estas cifras hay que tragarse el orgullo y no ir sacando pecho, pues países que se supone están económicamente por debajo de España como Bulgaria, Grecia o Hungría, entre otros, ocupan puestos por debajo de España. Pero, a pesar de todo, el ministro Montoro a la vista de estos datos ha sacado pecho, ha dicho que estamos saliendo de la crisis y pese a que Cáritas no es una organización plagada de “rojos, masones y separatistas” sino una ONG de la Iglesia ha negado la mayor afirmando que “esto de que la pobreza en España se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para sociedades centralizadas pero no para España”. Una vez más el Gobierno de Mariano Rajoy cuando los datos no bailan al son que toca la muchachada de la gaviota la única solución que aporta y aplica es la descalificación del oponente, en este caso sin tener en cuenta que es esa misma Iglesia a la que tanto quieren y adoran la que les ha sacado los colores enarbolando unas estadísticas que dicen muy poco a favor de un Gobierno con miembros del Opus Dei en el mismo.

Tener casi un 30 % de menores viviendo en el umbral de la pobreza es estar condenando a no tener futuro a toda una generación. Vivir en hogares pobres no es tan sólo pasar hambre, también es estar apartado de la cultura sin libros y con una enseñanza en muchos casos precaria que suele llevar al abandono escolar, es pasar frío en invierno porque no hay dinero para pagar la calefacción, es no poder estudiar cuando oscurece porque el dinero de los kilovatios consumidos ha de servir para comprar lentejas, garbanzos y pan. Y mientras todo esto podría tener solución con otro tipo de política social donde se redistribuyera la renta de acuerdo con las necesidades de cada cual el Gobierno de Mariano Rajoy en un acto más de sinvergüencería política está dispuesto a entregar cerca de 4.000 millones de euros a las empresas concesionarias de una serie de autopistas que por mala previsión a la hora de construirlas y por una mala gestión están al borde de la quiebra.

Mariano Rajoy y sus palmeros, esos que se sientan a su mesa en el Consejo de Ministros se niegan a rescatar a las personas que lo necesitan pero acuden raudos y veloces al rescate de los bancos y las concesionarias de autopistas. Al fin y al cabo los desheredados de la fortuna, ese casi 30% de jóvenes a los que se niega el futuro por ser pobres nunca les podrán ofrecer, cuando dejen la política, un puesto de trabajo con una suculenta remuneración cosa que si podrán hacer y suelen hacer las grandes empresas propietarias de bancos, eléctricas y concesionarias de autopistas.

España campeona en pobreza infantil

Estamos matando el futuro
Rafa Esteve-Casanova
martes, 1 de abril de 2014, 06:48 h (CET)
Al grito de “campeones, campeones” o con la última incorporación entre los gritos futbolísticos de rigor, ese que dice “soy español, español, español” coreado a voz en grito por miles de gargantas, los españolitos de a pie se desfogan olvidando las miserias diarias en la que muchos de ellos se ven envueltos en el día a día. Es el viejo pan y circo de los antiguos romanos, a pesar de los años desde el poder, sea del color que sea, sigue en vigor la consigna de entretener al pueblo con minucias para que olvide pensar en las cuestiones verdaderamente importantes.

Estos días hemos conocido un noticia que también coloca a España en los primeros puestos, pero ahora nadie saldrá a las calles enarbolando banderas rojigualdas o camisetas de la roja, en esta ocasión el ocupar un puesto de cabeza no supone ningún orgullo para una España que se debate desde hace ya algún tiempo entre la miseria de unos y los sobres llenos de dinero que recogen los otros, esos otros que desde determinadas poltronas políticas y determinados estamentos, incluso desde los aledaños de la Familia Real, siguen entonando el grito de campeones, pero campeones en la corrupción y el trapicheo, ejercidos con verdadero arte de maestros trileros.

La semana pasada Cáritas Europa dio a conocer un informe centrado en el coste humano de la crisis económica por la que están atravesando la mayoría de países europeos. En dicho informe se refleja que en España el 29,9 % de los menores de 18 años viven en familias por debajo del umbral de la pobreza. España ocupa el segundo lugar en este triste ranking, sólo le supera Rumania con un 34,6% de menores viviendo bajo la pobreza.

Ante estas cifras hay que tragarse el orgullo y no ir sacando pecho, pues países que se supone están económicamente por debajo de España como Bulgaria, Grecia o Hungría, entre otros, ocupan puestos por debajo de España. Pero, a pesar de todo, el ministro Montoro a la vista de estos datos ha sacado pecho, ha dicho que estamos saliendo de la crisis y pese a que Cáritas no es una organización plagada de “rojos, masones y separatistas” sino una ONG de la Iglesia ha negado la mayor afirmando que “esto de que la pobreza en España se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para sociedades centralizadas pero no para España”. Una vez más el Gobierno de Mariano Rajoy cuando los datos no bailan al son que toca la muchachada de la gaviota la única solución que aporta y aplica es la descalificación del oponente, en este caso sin tener en cuenta que es esa misma Iglesia a la que tanto quieren y adoran la que les ha sacado los colores enarbolando unas estadísticas que dicen muy poco a favor de un Gobierno con miembros del Opus Dei en el mismo.

Tener casi un 30 % de menores viviendo en el umbral de la pobreza es estar condenando a no tener futuro a toda una generación. Vivir en hogares pobres no es tan sólo pasar hambre, también es estar apartado de la cultura sin libros y con una enseñanza en muchos casos precaria que suele llevar al abandono escolar, es pasar frío en invierno porque no hay dinero para pagar la calefacción, es no poder estudiar cuando oscurece porque el dinero de los kilovatios consumidos ha de servir para comprar lentejas, garbanzos y pan. Y mientras todo esto podría tener solución con otro tipo de política social donde se redistribuyera la renta de acuerdo con las necesidades de cada cual el Gobierno de Mariano Rajoy en un acto más de sinvergüencería política está dispuesto a entregar cerca de 4.000 millones de euros a las empresas concesionarias de una serie de autopistas que por mala previsión a la hora de construirlas y por una mala gestión están al borde de la quiebra.

Mariano Rajoy y sus palmeros, esos que se sientan a su mesa en el Consejo de Ministros se niegan a rescatar a las personas que lo necesitan pero acuden raudos y veloces al rescate de los bancos y las concesionarias de autopistas. Al fin y al cabo los desheredados de la fortuna, ese casi 30% de jóvenes a los que se niega el futuro por ser pobres nunca les podrán ofrecer, cuando dejen la política, un puesto de trabajo con una suculenta remuneración cosa que si podrán hacer y suelen hacer las grandes empresas propietarias de bancos, eléctricas y concesionarias de autopistas.

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