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Patxo Palacios

Perdón y generosidad para construir paz y libertad

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Decía Adriana Faranda en una reciente entrevista que “el perdón reafirma el valor de la paz: abre relaciones inimaginables”. Lo dice alguien que eligió las armas y el movimiento revolucionario de las “Brigadas Rojas” italianas en detrimento de su propia hija de 5 años.

Esta fotógrafa acaba de publicar una novela “El vuelo de la mariposa”, donde evoca sus años en prisión y revisa su tumultuoso pasado.
La lucidez de esta guapa mujer a la hora de enjuiciar las erróneas decisiones y crímenes en que participó y sus particulares maneras de intentar subsanar las penosas consecuencias de los actos de la banda en las personas de sus familiares es muy ilustrativa sobre lo que en Euskadi podría ayudar enormemente a superar – o mitigar al menos – el daño que los asesinatos de ETA ha ocasionado en cientos de familias.

A uno le gustaría oír un día que un exetarra ha vendido su casa para entregar ese dinero a alguna familia de un asesinado en situación difícil. Obviamente, nada ni nadie resucitará al muerto, pero gestos de este tipo revelarían arrepentimiento, humanidad y ayudarían enormemente a cicatrizar unas heridas que aún supuran en el País Vasco y en el Estad.
Lástima que entre los revolucionarios gudaris etarras no abunde la compasión ni la humanidad (los más racionales y sensatos abandonaron la banda y hasta su brazo político hace años). Los casos Sueskun o Soares Gamboa son ciertamente escasos en la historia de ETA.

Ante la falta de este tipo de gestos, el Gobierno vasco y español no pueden sino poner todo de su parte para evitar maximalismos y propiciar encuentros, diálogos y negociaciones multipartitos, huyendo de maximalismos. Alguien definió la política como el “arte de lo posible”; pues bien, se trata precisamente de eso, de utilizar la grandeza del poder que da la legitimidad de los votos democráticos para erradicar con la razón y la política la barbarie del iluminismo terrorista.

Por eso mismo, se hace difícil entender la posición cerril y dogmática del Partido Popular en este momento clave, negándose a cualquier tipo de diálogo, de aceptación de mesas de partidos, de facilitar la inclusión de Batasuna o de su nuevo nombre, una vez acepten las reglas del juego democrático... Así no hay manera, señores Rajoy, Acebes y San Gil.

Un principio judío establece que el que salva una vida salva la humanidad. Es algo que me conmovió al leerlo por primera vez. Su sencillez encierra la grandeza de la defensa a ultranza de la vida por encima de cualquier credo político, como principio innegociable y cuyos efectos multiplicadores potencian la reconciliación , la justicia y la humanidad, en el más amplio sentido del término.

Gestos, palabras ... que revelen arrepentimiento, sin revanchismos de ningún tipo, grandeza de miras. Ese es el verdadero valor y no el que supone empuñar una pistola y matar.

Visto el historial de ETA y las reiteradas huidas hacia delante que ha protagonizado en su historia, no es para confiar ciegamente en que esto es el fin, pero objetivamente todo apunta a ello.

Así pues, no dejemos de tender puentes en estos momentos y encaremos el futuro con optimismo.

Perdón y generosidad para construir paz y libertad

Patxo Palacios
Patxo Palacios
martes, 17 de octubre de 2006, 23:50 h (CET)
Decía Adriana Faranda en una reciente entrevista que “el perdón reafirma el valor de la paz: abre relaciones inimaginables”. Lo dice alguien que eligió las armas y el movimiento revolucionario de las “Brigadas Rojas” italianas en detrimento de su propia hija de 5 años.

Esta fotógrafa acaba de publicar una novela “El vuelo de la mariposa”, donde evoca sus años en prisión y revisa su tumultuoso pasado.
La lucidez de esta guapa mujer a la hora de enjuiciar las erróneas decisiones y crímenes en que participó y sus particulares maneras de intentar subsanar las penosas consecuencias de los actos de la banda en las personas de sus familiares es muy ilustrativa sobre lo que en Euskadi podría ayudar enormemente a superar – o mitigar al menos – el daño que los asesinatos de ETA ha ocasionado en cientos de familias.

A uno le gustaría oír un día que un exetarra ha vendido su casa para entregar ese dinero a alguna familia de un asesinado en situación difícil. Obviamente, nada ni nadie resucitará al muerto, pero gestos de este tipo revelarían arrepentimiento, humanidad y ayudarían enormemente a cicatrizar unas heridas que aún supuran en el País Vasco y en el Estad.
Lástima que entre los revolucionarios gudaris etarras no abunde la compasión ni la humanidad (los más racionales y sensatos abandonaron la banda y hasta su brazo político hace años). Los casos Sueskun o Soares Gamboa son ciertamente escasos en la historia de ETA.

Ante la falta de este tipo de gestos, el Gobierno vasco y español no pueden sino poner todo de su parte para evitar maximalismos y propiciar encuentros, diálogos y negociaciones multipartitos, huyendo de maximalismos. Alguien definió la política como el “arte de lo posible”; pues bien, se trata precisamente de eso, de utilizar la grandeza del poder que da la legitimidad de los votos democráticos para erradicar con la razón y la política la barbarie del iluminismo terrorista.

Por eso mismo, se hace difícil entender la posición cerril y dogmática del Partido Popular en este momento clave, negándose a cualquier tipo de diálogo, de aceptación de mesas de partidos, de facilitar la inclusión de Batasuna o de su nuevo nombre, una vez acepten las reglas del juego democrático... Así no hay manera, señores Rajoy, Acebes y San Gil.

Un principio judío establece que el que salva una vida salva la humanidad. Es algo que me conmovió al leerlo por primera vez. Su sencillez encierra la grandeza de la defensa a ultranza de la vida por encima de cualquier credo político, como principio innegociable y cuyos efectos multiplicadores potencian la reconciliación , la justicia y la humanidad, en el más amplio sentido del término.

Gestos, palabras ... que revelen arrepentimiento, sin revanchismos de ningún tipo, grandeza de miras. Ese es el verdadero valor y no el que supone empuñar una pistola y matar.

Visto el historial de ETA y las reiteradas huidas hacia delante que ha protagonizado en su historia, no es para confiar ciegamente en que esto es el fin, pero objetivamente todo apunta a ello.

Así pues, no dejemos de tender puentes en estos momentos y encaremos el futuro con optimismo.

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