Una sencilla definición de lo que es el equipo del Real Madrid de fútbol en estos momentos podría ser la siguiente: un club con un pasado brillantísimo -el más glorioso del mundo-, un presente marcado por una incertidumbre bestial y un futuro decididamente bajo sospecha que invita a dudar de las decisiones que se vienen tomando en el club desde que Florentino hiciera aguas a mitad de su faraónico proyecto.
Pongamos todas las cartas sobre la mesa: Ramón Calderón, legítimo presidente de la entidad blanca, decidió apostar, aconsejado por Pedja Mijatovic, por Fabio Capello para construir un equipo campeón esta misma temporada. Se trata de un objetivo a cortísimo plazo. El presidente quiere resultados ya y para ello se fichó a jugadores contrastados -y veteranos- como Van Nistelrooy, Cannavaro y Emerson, piezas fundamentales en todas las líneas del campo.
Ahora, la realidad es la siguiente: el Madrid se está caracterizando por mostrar un juego absolutamente ramplón aunque a veces efectivo, en el que la defensa prima sobre el resto de líneas. Esto le ha servido más o menos hasta ayer en Getafe, donde el esquema de juego de Capello naufragó por completo y a estas alturas de la Liga y con la vista puesta ya en el 'derbi' de la próxima semana, la diferencia con el Barcelona es ya de cinco puntos.
Hablemos pues del futuro: ¿qué sucederá si el Real Madrid finaliza la temporada sin haber logrado ningún título como prometió su presidente al inicio de la misma? ¿Tiene el Madrid una plantilla de futuro? ¿Son suficientes los fichajes de Reyes, Robinho -absolutamente marginado por el técnico italiano- y Sergio Ramos para asegurar títulos en el ciclo venidero sabiendo que en las próximas temporadas se retirarán cuatro o cinco jugadores del once titular actual?
Mucho tienen que cambiar las cosas para que este equipo le ofrezca alguna alegría a su necesitadísima afición esta temporada y ya no hablo ni de conseguir títulos. Un proyecto no se elabora de la noche a la mañana, a golpe de talonario -que se lo pregunten al Barça de basket-. Puede que el día en que se vea en el Bernabéu al futbolista que venga a sustituir a un tal Zinedine Zidane -¿Cesc?-, se vea algo de verdadero fútbol, y encima, es probable que los resultados acompañen. No te reconozco, Real Madrid.