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Antonio Valencia

Negocios federativos

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Que el fútbol hace tiempo que dejó de ser un deporte para convertirse en un inmenso negocio era algo que ya sabíamos hace tiempo. Que esto genere cada cierto tiempo situaciones esperpénticas es algo que cada vez nos sorprende menos. Pero que pasen cosas como la del pasado miércoles le dejan a uno entre la perplejidad y el cabreo.

Estos son los hechos: España se enfrenta a Argentina en partido amistoso, aprovechando una fecha FIFA en la que ninguno de los dos tiene compromisos oficiales. El encuentro se disputa en un estadio de nueva planta construido en Murcia que se inaugura para la ocasión. Hasta aquí, todo muy bonito. Ahora viene el meollo de la cuestión.

Resulta que, como es común en todas las obras públicas de este país, cuando algo se inaugura se hace "a falta de los últimos remates". En este caso, que los aparcamientos estén sin pintar puede ser incómodo pero disculpable. Lo que no es disculpable bajo ningún concepto es el estado del terreno de juego, impropio de un estadio de cuatro estrellas UEFA.

Y es que la premura de tiempo llevó a que los tepes de hierba no pudieran asentarse correctamente, y claro, en cada arrancada de un jugador el terreno se levantaba, como sucedió hace una década en el Camp Nou. Como consecuencia, el espectáculo se resintió ante las dificultades de los jugadores para apoyarse y, lo que es más grave, se produjeron dos lesiones: una antes del partido (Puyol, nada grave al parecer) y otra durante el partido (Maxi Rodríguez, seis meses de baja).

¿Culpables? El principal de ellos es la Federación Española de Fútbol, por llevarse el partido a un campo en el que ni siquiera jugará el propio club de la ciudad hasta dentro de dos meses. Pero, claro, el que paga manda. Y es que el presidente del Murcia, Jesús Samper, ex-dirigente de la LFP, es el dueño de Santa Mónica Sports, empresa conocida últimamente por haber comprado los derechos televisivos del Sevilla y principal sponsor de la RFEF.

Tampoco queda exenta de culpa la AFA (Federación Argentina), pues tanto ella como su homóloga española se empeñaron en jugar pese a que la lesión de Puyol era todo un aviso de lo que se iban a encontrar. Es por ello que el Atlético de Madrid ha denunciado a ambas por unos daños y perjuicios más que evidentes. Este juicio, que los del Manzanares tienen más que ganado si impera el sentido común, va a sentar un importante precedente. Al tiempo.

Negocios federativos

Antonio Valencia
Antonio Valencia
domingo, 15 de octubre de 2006, 07:43 h (CET)
Que el fútbol hace tiempo que dejó de ser un deporte para convertirse en un inmenso negocio era algo que ya sabíamos hace tiempo. Que esto genere cada cierto tiempo situaciones esperpénticas es algo que cada vez nos sorprende menos. Pero que pasen cosas como la del pasado miércoles le dejan a uno entre la perplejidad y el cabreo.

Estos son los hechos: España se enfrenta a Argentina en partido amistoso, aprovechando una fecha FIFA en la que ninguno de los dos tiene compromisos oficiales. El encuentro se disputa en un estadio de nueva planta construido en Murcia que se inaugura para la ocasión. Hasta aquí, todo muy bonito. Ahora viene el meollo de la cuestión.

Resulta que, como es común en todas las obras públicas de este país, cuando algo se inaugura se hace "a falta de los últimos remates". En este caso, que los aparcamientos estén sin pintar puede ser incómodo pero disculpable. Lo que no es disculpable bajo ningún concepto es el estado del terreno de juego, impropio de un estadio de cuatro estrellas UEFA.

Y es que la premura de tiempo llevó a que los tepes de hierba no pudieran asentarse correctamente, y claro, en cada arrancada de un jugador el terreno se levantaba, como sucedió hace una década en el Camp Nou. Como consecuencia, el espectáculo se resintió ante las dificultades de los jugadores para apoyarse y, lo que es más grave, se produjeron dos lesiones: una antes del partido (Puyol, nada grave al parecer) y otra durante el partido (Maxi Rodríguez, seis meses de baja).

¿Culpables? El principal de ellos es la Federación Española de Fútbol, por llevarse el partido a un campo en el que ni siquiera jugará el propio club de la ciudad hasta dentro de dos meses. Pero, claro, el que paga manda. Y es que el presidente del Murcia, Jesús Samper, ex-dirigente de la LFP, es el dueño de Santa Mónica Sports, empresa conocida últimamente por haber comprado los derechos televisivos del Sevilla y principal sponsor de la RFEF.

Tampoco queda exenta de culpa la AFA (Federación Argentina), pues tanto ella como su homóloga española se empeñaron en jugar pese a que la lesión de Puyol era todo un aviso de lo que se iban a encontrar. Es por ello que el Atlético de Madrid ha denunciado a ambas por unos daños y perjuicios más que evidentes. Este juicio, que los del Manzanares tienen más que ganado si impera el sentido común, va a sentar un importante precedente. Al tiempo.

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