El domingo 22 es la gran y definitiva cita. Como es sabido el 8º puesto le vale a Fernando Alonso para llevarse su segundo título mundial consecutivo, suponiendo que Schumacher gane el G.P. de Brasil.

Sin duda, el piloto asturiano va camino de marcar una época, por varios motivos: juventud, calidad, ambición, progresión. A ello se le suma la anunciada retirada del kaiser Schumacher, además de contar con un buen coche - esperemos que el Mc Laren Mercedes ofrezca parecidas prestaciones la temporada que viene.

Pero todo lo expuesto no debe ser óbice para criticar algunos comportamientos del divo asturiano. Cada vez que ha tenido problemas en carrera o con el coche, siempre han sido otros los culpables: Ferrari, Michelin, Ralf Schumacher o San Pedro bendito, cuando no su propia escudería.
Con ser criticable el fallo que cometieron sus mecánicos en China o la táctica de equipo con Fisichella adelantándole en vez de ralentizar la marcha de Schumacher protegiendo a su líder… los trapos sucios se lavan en casa, Fernando.

Es posible - sólo posible - que a Renault le haya sentado mal su abandono del equipo de la noche a la mañana considerando que apostaron por él hace unos pocos años, cuando no era más que una joven promesa (con muy buena pinta, eso sí); cierto es que Alonso ha superado las mejores expectativas que pudiera nadie albergar sobre él.

Pero que nadie olvide que Renault estaría en su perfecto derecho de priorizar el mundial de marcas sobre el de pilotos si así lo decidiese, por mucho que desde fuera – sobre todo desde aquí - se entendiese mal.

Lo que pasa es que no hay peor ciego que el que no quiere ver …No era raro escuchar el pasado domingo a la mañana tras la carrera a más de un comentarista patrio criticar la “puesta en escena” de Schumacher con las cámaras delante felicitando a sus mecánicos y saludando simpático al público. Sinceramente, no salía de mi asombro: si hace una maniobra rara o echa a un piloto de la carrera, se le da caña - por motivos obvios, claro-. Si felicita a su equipo y al ganador, se le fustiga por falso y demagogo… ¿en qué quedamos?

Fue, señores, una bonita despedida al público y un no menos bello gesto de agradecimiento a su equipo, tras un buen trabajo y una buena carrera, ni más ni menos.

Aun con su enorme mérito e indiscutibles facultades, el prematuro e inteligente piloto español debería ser más humilde y accesible al público que tanto le venera y comportarse acorde a lo que se espera de un campeón del mundo convertido en ídolo de masas, pero con unas obligaciones y servidumbres añadidas que, salta a la vista, sobrelleva mal.

Afortunadamente, Alonso va a tener como compañero a De la Rosa, otro gran piloto, pero más natural y campechano, que ayudará al asturiano en todas las facetas, con seguridad.

Sabiendo lo que hay en juego, el domingo seguramente no veremos un duelo directo Schumacher-Alonso, lo que habría supuesto un colofón perfecto a la temporada. En fin, que no haya sustos y salga todo bien.