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Juan Pablo Mañueco

Contra el sistema. Por la democracia

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EL ALCALDE SOCIALISTA de mi ciudad, Guadalajara, ha publicado en la prensa un brillante artículo para defender una ley que promueve el Gobierno, con menciones a Aristóteles y todo, pero errado. El alcalde de mi ciudad digo, no Aristóteles.

La igualdad de la naturaleza humana lo que da a todos los seres humanos son los mismos poderes, potestades o potencias naturales. Entre ellos, el poder de legislar (establecer normas), el poder de enjuiciar (emitir juicios racionales) y el poder de ejecutar lo previamente legislado y juzgado. Además de otros poderes naturales, en los que ahora no nos detendremos...

Habría que preguntarse más bien, en consecuencia, por qué motivo sistemas políticos como el actual reservan para la minoría esos poderes activos, condenando a la inmensa mayoría de los humanos a no ejercitar sus poderes naturales, que sin duda tienen.

Y no se piense que sería tan difícil. Bastaría con que los programas electorales fuesen de obligado cumplimiento, los jueces estuviesen sometidos al Tribunal del Jurado y grupos asequibles de ciudadanos pudiesen presentar Proyectos de Leyes... para que la ciudadanía ya estuviese ejecutando, juzgando y legislando.

Además de otras potestades que corresponden a los ciudadanos, naturalmente, pero que sólo podrían ejercitar si el sistema actual no fuese lo que es: claramente, NO democrático.

Ahora bien, intentar traer a colación a Aristóteles, a la igualdad natural que no tenemos (puesto que se apropia de los poderes la oligarquía de los dirigentes) y a la plausible concesión del derecho de sufragio femenino durante la República... para justificar, como hace el alcalde de mi ciudad, Jesús Alique, la “Ley de Garantía de Igualdad entre Hombres y Mujeres” es ya una pirueta intelectual fronteriza al disparate.

Porque hombres y mujeres tenemos la igualdad de poderes naturales que se ha dicho (hágase y se será progresista y racional, además de demócrata), y la igualdad de derechos que ya recogen las leyes, la cual para que fuese efectiva debería fomentarse mediante medidas sociales, económicas y de incremento masivo de guarderías.

Pero la “Ley de Desigualdad de Méritos y de Discriminación de uno de los Sexos por serlo”, que es lo que pretende el sexador ministro JeSeCé (Jesús Calderilla) es un error más de un Ministerio especialista en ellos, el cual sembrará el caos en las empresas y en las listas electorales, por ejemplo.

Contra el sistema. Por la democracia

Juan Pablo Mañueco
Juan Pablo Mañueco
viernes, 13 de octubre de 2006, 01:14 h (CET)
EL ALCALDE SOCIALISTA de mi ciudad, Guadalajara, ha publicado en la prensa un brillante artículo para defender una ley que promueve el Gobierno, con menciones a Aristóteles y todo, pero errado. El alcalde de mi ciudad digo, no Aristóteles.

La igualdad de la naturaleza humana lo que da a todos los seres humanos son los mismos poderes, potestades o potencias naturales. Entre ellos, el poder de legislar (establecer normas), el poder de enjuiciar (emitir juicios racionales) y el poder de ejecutar lo previamente legislado y juzgado. Además de otros poderes naturales, en los que ahora no nos detendremos...

Habría que preguntarse más bien, en consecuencia, por qué motivo sistemas políticos como el actual reservan para la minoría esos poderes activos, condenando a la inmensa mayoría de los humanos a no ejercitar sus poderes naturales, que sin duda tienen.

Y no se piense que sería tan difícil. Bastaría con que los programas electorales fuesen de obligado cumplimiento, los jueces estuviesen sometidos al Tribunal del Jurado y grupos asequibles de ciudadanos pudiesen presentar Proyectos de Leyes... para que la ciudadanía ya estuviese ejecutando, juzgando y legislando.

Además de otras potestades que corresponden a los ciudadanos, naturalmente, pero que sólo podrían ejercitar si el sistema actual no fuese lo que es: claramente, NO democrático.

Ahora bien, intentar traer a colación a Aristóteles, a la igualdad natural que no tenemos (puesto que se apropia de los poderes la oligarquía de los dirigentes) y a la plausible concesión del derecho de sufragio femenino durante la República... para justificar, como hace el alcalde de mi ciudad, Jesús Alique, la “Ley de Garantía de Igualdad entre Hombres y Mujeres” es ya una pirueta intelectual fronteriza al disparate.

Porque hombres y mujeres tenemos la igualdad de poderes naturales que se ha dicho (hágase y se será progresista y racional, además de demócrata), y la igualdad de derechos que ya recogen las leyes, la cual para que fuese efectiva debería fomentarse mediante medidas sociales, económicas y de incremento masivo de guarderías.

Pero la “Ley de Desigualdad de Méritos y de Discriminación de uno de los Sexos por serlo”, que es lo que pretende el sexador ministro JeSeCé (Jesús Calderilla) es un error más de un Ministerio especialista en ellos, el cual sembrará el caos en las empresas y en las listas electorales, por ejemplo.

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