Creo que el secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, acertó de pleno al convencer a la Ejecutiva Federal de su partido de la necesidad de autorizar, por la vía de urgencia, las Primarias en su Comunidad Autónoma. Las prisas obedecían a la posibilidad de que se produjera un adelanto electoral, por la situación de desgobierno y bancarrota por la que atraviesa la Generalitat presidida por Alberto Fabra.
Hasta hace unos días me parecía poco probable un escenario de elecciones anticipadas, pero la situación cambió sustancialmente el pasado jueves cuando el ¿líder? regional del PP modificó por enésima vez los principios que inspiran su manida línea roja contra la corrupción. Una línea que ha sido denominada por algunos “de quita y pon”, por las excepciones a la misma que ha ido introduciendo el President, según los casos y según las personas afectadas, y que ahora reformula. La novedad es que Fabra pedirá que dejen su escaño en Les Corts Valencianes aquellos diputados que vayan a ser juzgados por la comisión de presuntos delitos de corrupción. Ya no se actuará únicamente contra los condenados.
El movimiento de Fabra es plausible, claro que sí, aunque llega muy tarde. Y en estos momentos conlleva importantes riesgos. Su gobierno puede quedar en minoría si los diputados procesados se resisten a entregar el acta, en cuyo caso, se procedería a votar la expulsión de esas personas del grupo parlamentario. Y esa votación podría generar una importante fractura interna.
En este sentido conviene tomar en consideración las declaraciones que se ha apresurado a realizar el presidente del Partido Popular en la provincia de Valencia, Alfonso Rus, rechazando la nueva directriz marcada por Fabra. Rus dice que únicamente se debe expulsar a los parlamentarios condenados. Conviene recordar que la suya no es una voz cualquiera; Rus es alcalde de Xàtiva, presidente de la Diputación de Valencia, diputado autonómico y jefe de la rebelión interna contra Fabra en el seno del PP de la Comunitat Valenciana.
Así las cosas, ¿podría interpretarse el último movimiento de Alberto Fabra como un primer paso hacia el adelanto electoral?.
¿Fabra no se ve capaz de gobernar una Comunidad totalmente arruinada? ¿Está harto de luchar contra el ‘fuego amigo’ procedente de dentro del partido? ¿Quiere convocar comicios cuanto antes para que Rus, Rita y otros no tengan tiempo de derribar al propio Fabra, colocando un candidato alternativo (tal vez, Rus)?.
Parece claro que el líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, ha sido previsor. El día 9 de marzo se celebrarán unas Primarias que ganará de calle. Por lo tanto, en caso de adelanto electoral, al PSOE valenciano la novedad le cogería con los deberes hechos, con un candidato proclamado en las urnas internas por militantes y simpatizantes, y con una mejora notable de la autoestima del candidato y de su partido. Y es que las Primarias parece que han salido bien. Podrán votar 68.000 personas, de las que, 50.000 son simpatizantes que han decidido pagar 2 euros para inscribirse en el proceso de elección de candidato. Teniendo en cuenta que la militancia de los socialistas valencianos está bajo mínimos, al haber caído en picado durante los últimos años, la dirección del PSPV-PSOE tiene motivos para el optimismo, porque ha conseguido implicar en el proceso a bastante más del doble de su número de afiliados en la Comunidad Valenciana.
Un optimismo que después habrá de ser refrendado en las urnas. Las encuestas apuntan que el secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, tiene serias opciones de arrebatar la Presidencia de la Generalitat a Alberto Fabra, siempre que Izquierda Unida y Compromís (Equo) apoyen su investidura. Aunque como diría el clásico, “tiempo por venir, futuro”.