Eso es en lo que se ha convertido la selección a partir de la finalización del Campeonato del Mundo de Alemania. Convencidos de que el actual seleccionador no durará mucho en el cargo, se ha abierto, ahora ya públicamente, la campaña de acoso y derribo desde dentro.

El último incidente al respecto han sido las declaraciones de Joaquín, que tras verse de nuevo fuera de la convocatoria, no ha tenido pelos en la lengua para poner a caer de un burro a Luis Aragonés. Fuerte apuesta la del ex-bético, que una vez que ya milita en un equipo de Champions ya no siente la selección como una necesidad para hacerse un nombre a nivel internacional, como le pasaba en su anterior etapa.

Pero esto, realmente, viene ya de lejos. Cabe recordar la marejada que generaron durante el mismo Mundial tanto Cañizares como Michel Salgado por verse relegados a la suplencia a pesar de ser "vacas sagradas" del equipo, hecho que quedó tapado por la buena primera fase de España, pero que fue saliendo a la luz según se iban complicando las cosas a nivel deportivo.

Y además, el "caso Raúl"; el debate sobre su titularidad o no durante el Mundial degeneró con el paso del tiempo en un debate sobre la idoneidad o no de convocarle, de modo que la decisión del de Hortaleza de prescindir de él puede interpretarse como una apuesta al todo o nada de cara al decisivo encuentro de esta noche.

Y es que, que a nadie se le olvide, lo más importante es clasificarse para la Eurocopa, y eso pasa, si no por ganar hoy, sí al menos por no perder. Si se da un resultado positivo, y particularmente si se gana, el seleccionador ganará mucho crédito. Si pierde, tendrá un pie, si no los dos, en la calle. Más o menos, como la selección en esta fase previa en la que no hay repesca.