Últimamente el motor esta de moda en los países orientales. Si la semana pasada los ciudadanos de ojos rasgados disfrutaban con las motos, este fin de semana le toca vibrar con los coches. La Fórmula 1 llega al circuito chino de Shangai después de tres semanas de descanso, y lo hace con la clasificación más apretada que nunca tras la rotura de motor de Fernando Alonso y la victoria de Michael Schumacher en el último Gran Premio disputado en Italia. Solo dos puntos separan al asturiano del alemán a falta de tres carreras para terminar esta temporada.

Para como está el mundial, Alonso ha entrenado poco, menos de lo habitual, y no porque vaya sobrado, sino porque su equipo no se lo ha permitido ya que tenía que probar mejoras en el coche que se incorporarán en 2007. Postura adecuada y normal para no revelar los secretos al que el año que viene será su enemigo. Lo que no es lógico es que prueben estos cambios cuando se están jugando el campeonato, y no solo el de pilotos, si no también el de constructores. El tiempo es oro y todo lo que se pierda en mejorar el coche para el domingo y poder competir en igualdad de condiciones con Ferrari supone un riesgo.

Una vez más Renault demuestra no estar listo en algunos momentos, perjudicando considerablemente las posibilidades de victoria para su corredor principal, si ese que va primero en el mundial, no el que va el quinto. La escudería francesa sí estuvo a la altura en Monza y ayudó a Fernando a adelantar todas las posiciones que le hicieron retrasar los comisarios, respaldados por los mandatarios la Formula 1. Una artimaña más que denota el poco aprecio que existe hacia al asturiano y las ganas que tienen de que Schumacher se alce con el título el año de su retirada.

Al español se le da bien la presión como ha quedado demostrado esta temporada, dos veces además, cuando el ‘Kaiser’ le pisaba los talones y no era capaz de pasarle, aguantándole como un titán hasta 15 vueltas. Alonso necesita ganar de nuevo no solo para seguir por delante de su máximo rival, también porque lleva seis carreras sin subir a lo más alto del cajón, y el valor psicológico que ello supone sería vital para afrontar lo poco que queda.

Una de las noticias alegres para este fin de semana es la presencia asegurada de De la Rosa en el circuito de Shanghai. Lo que no está claro es su titularidad al año que viene. No es bien visto que dos pilotos del mismo país corran en el mismo equipo. De lo que no hay duda es que Pedro pondrá de nuevo la carne en el asador para demostrar que no hay que buscar ni en otras escuderías, ni en la GP2, ni en ningún lado.

Más emoción no se puede poner a este final de temporada, donde previsiblemente, salvo hecatombe, todo se decidirá en el último Gran Premio de Brasil. Esperemos que la transparencia en las maniobras y en las decisiones sean reales y que no influyan terceros en la resolución final del campeonato.