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Opinión
Etiquetas | Estados Unidos | Donald Trump | Venezuela
Horas después del voto mayoritario contra EEUU en el congreso iraquí sesionó la asamblea venezolana

Serias decisiones de los parlamentos de Irak y Venezuela que incomodan a Trump

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El domingo 5 de enero los congresos unicamerales de Irak y Venezuela adoptaron resoluciones que golpean mucho a los intentos de la Casa Blanca de imponer su agenda en ambas repúblicas petroleras. A pesar de su gran distancia geográfica y cultural, ambos países tienen en común el tener economías dominadas por el oro negro y un sistema político muy afectado por las intenciones de Washington de dominarles política y militarmente.

Mientras en Bagdad el “Consejo de Representantes” demandó la inmediata retirada de las más de 5,000 tropas norteamericanas de su país, en Caracas la Asamblea Nacional decidió reemplazar en su jefatura a Juan Guaidó, reconocido por EEUU y más de 50 aliados suyos como “presidente interino de Venezuela”, por una nueva directiva de diputados opositores encabezada por Luis Parra.

Ambas decisiones parlamentarias debilitan fuertemente los planes de Donald Trump para ambos países que tienen un rol estratégico muy importante en la política mundial.

Irak


La tercera década del tercer milenio comenzó con el ataque del tres de enero en el cual EEUU asesinó a una decena de altos mandos militares de Irán e Irak. Cuando salían del aeropuerto civil de Bagdad misiles lanzados por un dron norteamericano asesinaron al general Qasem Soleimani y a varios oficiales del ejército persa y de los 150,000 milicianos de las Fuerzas de Movilización Popular iraquíes, quienes habían estado luchando contra el Estado Islámico de Irak y Siria (DAESH).

Esto es algo que ha enfurecido a gran parte de la opinión pública iraquí, la cual aduce que se ha cometido un terrorismo de estado y una brutal violación de la soberanía nacional. Mientras Trump quiere mostrar la imagen que Soleimani y los 10 militares ejecutados extrajudicialmente fomentaban el terrorismo, para buena parte de la población de Irak, Siria e Irán ellos fueron los que cargaron con la dura tarea de derrotar bélicamente al "terrorismo sunita".

La votación del parlamento iraquí no conduce automáticamente a una ley nacional en la cual esta república ordene el retiro de las tropas norteamericanas que desde el 2003 se encuentran en su país. Esa prerrogativa la tiene el primer ministro y su gobierno, el cual ha estado buscando balancearse entre las presiones de EEUU e Irán. No obstante, ello va generando las condiciones para que Bagdad apunte en esa dirección mientras que ya la coalición anti-Daesh entre EEUU, Irán y las distintas milicias de Irak ha quedado rota. Y, precisamente, esto último era el principal justificativo de la presencia norteamericana en la Mesopotamia.

Por el momento los persas se niegan a caer en la trampa de Trump e ir hacia una ofensiva general. Han empezado lanzando misiles contra bases norteamericanas en Irak. Apuntan a un juego paciente de movimiento de pinzas en diversas partes de la región y su eje ha de centrarse en lograr que los norteamericanos terminen evacuando Irak. De pasar esto último y mantenerse la fuerte presencia iraní en esta nación de mayoría chiita los EEUU pueden recibir una dura derrota.

Se supone que las guerras que EEUU desencadenó contra Afganistán, Irak, Libia y Siria deberían haber resultado en un alza de su influencia en el mundo islámico. No obstante, pese a los trillones de dólares invertidos y a los millones de personas muertas, heridas y desplazadas, el panorama para Washington no es muy bueno.

En Afganistán se acercan las 2 décadas de una invasión en la cual ahora los norteamericanos se ven obligados a ir negociando su retirada con los talibanes (a quienes no han podido eliminar pese a sus armas rudimentarias y carencia de apoyos internacionales). Irán ha sacado provecho de esa guerra, así como de las de Irak y Siria, para avanzar en estos países. En Libia el derrocamiento y linchamiento de Muammar Gadafi ha generado un caos en el cual se enfrentan hoy una fracción impulsada por las petro-monarquías arábigas y otra por Turquía. Esta última, que fuera hace un siglo el mayor imperio del Medio Oriente y que durante la guerra fría fue el mayor socio de EEUU al suroeste de Moscú, hoy choca con Washington y coordina acciones junto a los rusos y persas.

Trump no quiere seguir entrampado en guerras en el Medio Oriente y sus intentos de replegarse de esta región amenazan con complicarse. Mientras sus antiguos socios arábigos y turcos chocan en Libia, y la ofensiva militar saudita ha fracasado en Siria y Yemen, ahora ha surgido la posibilidad de que se desencadena una ola de acciones militares que apunten a sacar a los EEUU de Irak.

La Casa Blanca va a tener que escoger entre volver a mandar más tropas de ocupación a Irak, contradiciendo las promesas electorales de Trump de acabar con dicha intervención, y tener que replegarse dejando que su archienemigo persa avance. Y todo ello en medio de su incapacidad de haber forzado a Irán a desarmarse y aceptar un nuevo desventajoso nuevo acuerdo nuclear de paz.

Ni Washington ni Teherán quieren una guerra frontal entre ambos. Sin embargo, lo que vamos a tener es un recrudecimiento de guerras no convencionales en las cuales los persas golpeen a EEUU y a sus aliados en distintos terrenos del Medio Oriente. El principal campo de batalla puede que sea Irak, pero los aliados iraníes que dominan territorios en Líbano, Gaza y Yemen tienen muy buenos cohetes que han usado y van a usar más a Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Venezuela
Horas después del voto mayoritario contra EEUU en el congreso iraquí sesionó la asamblea venezolana. En éste se debería elegir quién ocuparía el cargo de presidente de dicho organismo.

Desde que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ganó las elecciones legislativas y el parlamento venezolano quedó ampliamente dominado por esta alianza de la oposición antichavista, dicho bloque decidió que cada año la presidencia iba a rotar para recaer en la persona que designe a uno de sus partidos. Como en el 2019 se abría el cuarto mandato de esta asamblea le correspondió la presidencia anual al cuarto partido en importancia del MUD, que es Voluntad Popular (VP). Y como la única persona que podía hacerse cargo de dicho puesto era el cuarto en la directiva de VP el cual era Juan Guaidó, de esta manera es que Guaidó heredó la presidencia de dicho congreso.

Guaidó tampoco compitió con ninguna otra figura de su partido o del parlamento para llegar a ser nominado presidente de la asamblea, puesto que lo recibió por acuerdo. Lo que es más serio es que él decidió auto-juramentarse como presidente interino de Venezuela en una plaza pública el 23 de enero sin consultar ni informar previamente de ello a dicho parlamento o siquiera a los demás partidos de la MUD. La decisión fue tomada por Trump, quien a los 10 minutos de que Guaidó se autoproclama le reconoció como el nuevo mandatario oficial de Venezuela.

Durante casi todo un año Guaidó hizo todo lo posible por propiciar una guerra civil y una invasión norteamericana contra su país como la única manera de poder llegar al poder. Su gobierno nunca llegó a tener ministros, pero si embajadores. Este se ha convertido en el primer gobierno que no controla territorio alguno que es reconocido como oficial por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pese a la tremenda cobertura mediática internacional y a que inicialmente Guaidó lograba convocar decenas de miles de seguidores en marchas, su influencia se ha ido desvaneciendo. Diversos grupos antichavistas han denunciado cómo él y su círculo se han apropiado ilegalmente de millones de dólares. Mientras varios exiliados venezolanos en Miami lo acusan de blando, otros antichavistas en Caracas buscan acuerdos con el gobierno a fin de crear una oposición “responsable” que marque distancias de EEUU y del golpismo.

Cuando el 5 de enero se debía re-elegir a la junta directiva de la asamblea nacional venezolana se dio una alianza entre sectores de la MUD descontentos con Guaidó y el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el cual recientemente había decidido enviar a sus diputados a sesionar a tal asamblea a la cual originalmente condenaron por estar en desacato con un mandato judicial y que debería ser boicoteada.


Ese día Luis Parra fue electa una nueva directiva en la cual no hay ningún representante del PSUV pero si diputados que fueron electos inicialmente de las filas de la mayor cantidad de partidos de la MUD. Según Parra Guaidó fue invitado a asistir a dicho pleno, al cual él se negó porque sabía que iba a perder. Parra reclama que él fue electo con el apoyo de 81 diputados que representaban la mayoría absoluta de los 151 asambleístas allí presentes, entre los cuales se encontraban el grueso de los miembros de la directiva y de la bancada de Guaidó. Solo no asistieron 16 diputados pues algunos de ellos están asilados o exilados y otros no han sido nunca acreditados.

Guaidó luego apareció trepando la reja del congreso queriendo mostrar que no se le había permitido ingresar, aunque la nueva mesa directiva dijo que él quiso hacer ello cuando los uniformados sí le habían dejado pasar previamente, cuando el pleno ya había empezado y como una manera de querer sabotear el proceso. Poco después Guaidó y diputados afines se reunieron en la sede del principal diario de la derecha (“El Nacional”) para ser reelecto como presidente de la Asamblea y del país. Según Guaidó unos 100 diputados votaron por él, aunque nunca ha mostrado ni sus nombres ni una foto con ellos. El martes 7 Guaidó y sus diputados asociados aparecieron fotografiándose desde el frontis del hemiciclo, pero no eran muchos y nadie se encontraba sentado en las bancas parlamentarias.

Conclusiones


Por el momento EEUU va a seguir reconociendo a Guaidó como presidente, aunque su figura está en declive. A medida que él muestre su incapacidad para impulsar un movimiento de masas en las calles que le defienda ante lo que él llama como un “golpe”, su movimiento acabará derrotado. El gobierno ha de buscar seguir acentuando la división de la oposición de derecha y convocar a elecciones legislativas donde espera que un sector de ésta se sume y con ello se caiga el proyecto de Guaidó.

Los llamados de John Bolton a invadir Venezuela, Cuba y Nicaragua han acabado hundiendo a Guaidó, la principal carta que tuvieron en el Caribe.

Al asesinar al principal líder militar del Medio Oriente Trump quiso dar una señal de que con EEUU no se juega, pero ello puede implicar un tiro por la culata. Para Stratfor, el principal medio analítico de seguridad de EEUU, la Casa Blanca, bien puede haberle ayudado a Soleimani estando muerto logre una extraña victoria. Esto debido a que su asesinato podría desencadenar la salida norteamericana de Irak, país al cual vienen ocupando desde hace 17 años.

Serias decisiones de los parlamentos de Irak y Venezuela que incomodan a Trump

Horas después del voto mayoritario contra EEUU en el congreso iraquí sesionó la asamblea venezolana
Redacción
miércoles, 8 de enero de 2020, 08:48 h (CET)

El domingo 5 de enero los congresos unicamerales de Irak y Venezuela adoptaron resoluciones que golpean mucho a los intentos de la Casa Blanca de imponer su agenda en ambas repúblicas petroleras. A pesar de su gran distancia geográfica y cultural, ambos países tienen en común el tener economías dominadas por el oro negro y un sistema político muy afectado por las intenciones de Washington de dominarles política y militarmente.

Mientras en Bagdad el “Consejo de Representantes” demandó la inmediata retirada de las más de 5,000 tropas norteamericanas de su país, en Caracas la Asamblea Nacional decidió reemplazar en su jefatura a Juan Guaidó, reconocido por EEUU y más de 50 aliados suyos como “presidente interino de Venezuela”, por una nueva directiva de diputados opositores encabezada por Luis Parra.

Ambas decisiones parlamentarias debilitan fuertemente los planes de Donald Trump para ambos países que tienen un rol estratégico muy importante en la política mundial.

Irak


La tercera década del tercer milenio comenzó con el ataque del tres de enero en el cual EEUU asesinó a una decena de altos mandos militares de Irán e Irak. Cuando salían del aeropuerto civil de Bagdad misiles lanzados por un dron norteamericano asesinaron al general Qasem Soleimani y a varios oficiales del ejército persa y de los 150,000 milicianos de las Fuerzas de Movilización Popular iraquíes, quienes habían estado luchando contra el Estado Islámico de Irak y Siria (DAESH).

Esto es algo que ha enfurecido a gran parte de la opinión pública iraquí, la cual aduce que se ha cometido un terrorismo de estado y una brutal violación de la soberanía nacional. Mientras Trump quiere mostrar la imagen que Soleimani y los 10 militares ejecutados extrajudicialmente fomentaban el terrorismo, para buena parte de la población de Irak, Siria e Irán ellos fueron los que cargaron con la dura tarea de derrotar bélicamente al "terrorismo sunita".

La votación del parlamento iraquí no conduce automáticamente a una ley nacional en la cual esta república ordene el retiro de las tropas norteamericanas que desde el 2003 se encuentran en su país. Esa prerrogativa la tiene el primer ministro y su gobierno, el cual ha estado buscando balancearse entre las presiones de EEUU e Irán. No obstante, ello va generando las condiciones para que Bagdad apunte en esa dirección mientras que ya la coalición anti-Daesh entre EEUU, Irán y las distintas milicias de Irak ha quedado rota. Y, precisamente, esto último era el principal justificativo de la presencia norteamericana en la Mesopotamia.

Por el momento los persas se niegan a caer en la trampa de Trump e ir hacia una ofensiva general. Han empezado lanzando misiles contra bases norteamericanas en Irak. Apuntan a un juego paciente de movimiento de pinzas en diversas partes de la región y su eje ha de centrarse en lograr que los norteamericanos terminen evacuando Irak. De pasar esto último y mantenerse la fuerte presencia iraní en esta nación de mayoría chiita los EEUU pueden recibir una dura derrota.

Se supone que las guerras que EEUU desencadenó contra Afganistán, Irak, Libia y Siria deberían haber resultado en un alza de su influencia en el mundo islámico. No obstante, pese a los trillones de dólares invertidos y a los millones de personas muertas, heridas y desplazadas, el panorama para Washington no es muy bueno.

En Afganistán se acercan las 2 décadas de una invasión en la cual ahora los norteamericanos se ven obligados a ir negociando su retirada con los talibanes (a quienes no han podido eliminar pese a sus armas rudimentarias y carencia de apoyos internacionales). Irán ha sacado provecho de esa guerra, así como de las de Irak y Siria, para avanzar en estos países. En Libia el derrocamiento y linchamiento de Muammar Gadafi ha generado un caos en el cual se enfrentan hoy una fracción impulsada por las petro-monarquías arábigas y otra por Turquía. Esta última, que fuera hace un siglo el mayor imperio del Medio Oriente y que durante la guerra fría fue el mayor socio de EEUU al suroeste de Moscú, hoy choca con Washington y coordina acciones junto a los rusos y persas.

Trump no quiere seguir entrampado en guerras en el Medio Oriente y sus intentos de replegarse de esta región amenazan con complicarse. Mientras sus antiguos socios arábigos y turcos chocan en Libia, y la ofensiva militar saudita ha fracasado en Siria y Yemen, ahora ha surgido la posibilidad de que se desencadena una ola de acciones militares que apunten a sacar a los EEUU de Irak.

La Casa Blanca va a tener que escoger entre volver a mandar más tropas de ocupación a Irak, contradiciendo las promesas electorales de Trump de acabar con dicha intervención, y tener que replegarse dejando que su archienemigo persa avance. Y todo ello en medio de su incapacidad de haber forzado a Irán a desarmarse y aceptar un nuevo desventajoso nuevo acuerdo nuclear de paz.

Ni Washington ni Teherán quieren una guerra frontal entre ambos. Sin embargo, lo que vamos a tener es un recrudecimiento de guerras no convencionales en las cuales los persas golpeen a EEUU y a sus aliados en distintos terrenos del Medio Oriente. El principal campo de batalla puede que sea Irak, pero los aliados iraníes que dominan territorios en Líbano, Gaza y Yemen tienen muy buenos cohetes que han usado y van a usar más a Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Venezuela
Horas después del voto mayoritario contra EEUU en el congreso iraquí sesionó la asamblea venezolana. En éste se debería elegir quién ocuparía el cargo de presidente de dicho organismo.

Desde que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ganó las elecciones legislativas y el parlamento venezolano quedó ampliamente dominado por esta alianza de la oposición antichavista, dicho bloque decidió que cada año la presidencia iba a rotar para recaer en la persona que designe a uno de sus partidos. Como en el 2019 se abría el cuarto mandato de esta asamblea le correspondió la presidencia anual al cuarto partido en importancia del MUD, que es Voluntad Popular (VP). Y como la única persona que podía hacerse cargo de dicho puesto era el cuarto en la directiva de VP el cual era Juan Guaidó, de esta manera es que Guaidó heredó la presidencia de dicho congreso.

Guaidó tampoco compitió con ninguna otra figura de su partido o del parlamento para llegar a ser nominado presidente de la asamblea, puesto que lo recibió por acuerdo. Lo que es más serio es que él decidió auto-juramentarse como presidente interino de Venezuela en una plaza pública el 23 de enero sin consultar ni informar previamente de ello a dicho parlamento o siquiera a los demás partidos de la MUD. La decisión fue tomada por Trump, quien a los 10 minutos de que Guaidó se autoproclama le reconoció como el nuevo mandatario oficial de Venezuela.

Durante casi todo un año Guaidó hizo todo lo posible por propiciar una guerra civil y una invasión norteamericana contra su país como la única manera de poder llegar al poder. Su gobierno nunca llegó a tener ministros, pero si embajadores. Este se ha convertido en el primer gobierno que no controla territorio alguno que es reconocido como oficial por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pese a la tremenda cobertura mediática internacional y a que inicialmente Guaidó lograba convocar decenas de miles de seguidores en marchas, su influencia se ha ido desvaneciendo. Diversos grupos antichavistas han denunciado cómo él y su círculo se han apropiado ilegalmente de millones de dólares. Mientras varios exiliados venezolanos en Miami lo acusan de blando, otros antichavistas en Caracas buscan acuerdos con el gobierno a fin de crear una oposición “responsable” que marque distancias de EEUU y del golpismo.

Cuando el 5 de enero se debía re-elegir a la junta directiva de la asamblea nacional venezolana se dio una alianza entre sectores de la MUD descontentos con Guaidó y el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el cual recientemente había decidido enviar a sus diputados a sesionar a tal asamblea a la cual originalmente condenaron por estar en desacato con un mandato judicial y que debería ser boicoteada.


Ese día Luis Parra fue electa una nueva directiva en la cual no hay ningún representante del PSUV pero si diputados que fueron electos inicialmente de las filas de la mayor cantidad de partidos de la MUD. Según Parra Guaidó fue invitado a asistir a dicho pleno, al cual él se negó porque sabía que iba a perder. Parra reclama que él fue electo con el apoyo de 81 diputados que representaban la mayoría absoluta de los 151 asambleístas allí presentes, entre los cuales se encontraban el grueso de los miembros de la directiva y de la bancada de Guaidó. Solo no asistieron 16 diputados pues algunos de ellos están asilados o exilados y otros no han sido nunca acreditados.

Guaidó luego apareció trepando la reja del congreso queriendo mostrar que no se le había permitido ingresar, aunque la nueva mesa directiva dijo que él quiso hacer ello cuando los uniformados sí le habían dejado pasar previamente, cuando el pleno ya había empezado y como una manera de querer sabotear el proceso. Poco después Guaidó y diputados afines se reunieron en la sede del principal diario de la derecha (“El Nacional”) para ser reelecto como presidente de la Asamblea y del país. Según Guaidó unos 100 diputados votaron por él, aunque nunca ha mostrado ni sus nombres ni una foto con ellos. El martes 7 Guaidó y sus diputados asociados aparecieron fotografiándose desde el frontis del hemiciclo, pero no eran muchos y nadie se encontraba sentado en las bancas parlamentarias.

Conclusiones


Por el momento EEUU va a seguir reconociendo a Guaidó como presidente, aunque su figura está en declive. A medida que él muestre su incapacidad para impulsar un movimiento de masas en las calles que le defienda ante lo que él llama como un “golpe”, su movimiento acabará derrotado. El gobierno ha de buscar seguir acentuando la división de la oposición de derecha y convocar a elecciones legislativas donde espera que un sector de ésta se sume y con ello se caiga el proyecto de Guaidó.

Los llamados de John Bolton a invadir Venezuela, Cuba y Nicaragua han acabado hundiendo a Guaidó, la principal carta que tuvieron en el Caribe.

Al asesinar al principal líder militar del Medio Oriente Trump quiso dar una señal de que con EEUU no se juega, pero ello puede implicar un tiro por la culata. Para Stratfor, el principal medio analítico de seguridad de EEUU, la Casa Blanca, bien puede haberle ayudado a Soleimani estando muerto logre una extraña victoria. Esto debido a que su asesinato podría desencadenar la salida norteamericana de Irak, país al cual vienen ocupando desde hace 17 años.

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