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Mientras el intendente de Asunción planta arbolitos para las cámaras, ordena talar árboles en espacios públicos y desata la indignación ciudadana

Arnaldo Samaniego enfrentado a cuenta regresiva

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Dicen que aquel que se equivoca y no reconoce su error, comete otro aún mayor, y es lo que sucede con aquellos que aún defienden la deplorable gestión del actual intendente de Asunción.

Cabalgando sobre un tractor amarillo, Samaniego empapeló la ciudad de Asunción con años de anticipación, al punto durante las elecciones presidenciales del año 2008, muchos preguntaban si Arnaldo era candidato a presidente. En realidad, lanzaba su candidatura a la intendencia para el año 2010.

Una de sus primeras y más comentadas obras fue rendir honores a un impostor brasileño, Joao Pedro do Nascimento, quien se hizo pasar como miembro del Comité Mundial de la Paz de las Naciones Unidas e incluso Premio Nóbel de la Paz. Aunque nunca había recibido dichos galardones, Samaniego le rindió honores oficiales e intercambió con él elogios y obsequios.

El falso premio Nóbel fue honrado como “visitante ilustre” de la ciudad de Asunción, título nobiliario que desde entonces fue entregado a cualquier deslustrado que desembarque en estas playas. De eso se ocupó mientras las lluvias azotaban a la capital paraguaya y se constataban las falencias de los desagües, al punto que la ciudad casi desapareció sumergida bajo las aguas como la legendaria Atlántida.

Desde la llegada de Samaniego a la intendencia, el deterioro de los monumentos de la ciudad a sido permanente y la acción comunal nula. Su único aporte al paisaje ha sido pintar la mayor escalinata de la ciudad con los colores de la bandera gay y autorizar la polución visual en la costanera.

Grietas, grafitos y olor nauseabundo es todo lo que su administración ofrece a quienes hoy transitan los espacios públicos de la ciudad. Las quejas sobre su servicio de recolección de basura son permanentes, al punto que la ciudad se asemeja cada vez más a un inmenso basurero.

Las señalizaciones, hace tiempo están borradas, y sobre las mismas alcantarillas de desagüe se han instalado vendedores de comidas rápidas contribuyendo a trancarlas. Los pasos cebra de la ciudad se han borrado porque según informan los mismos funcionarios de Arnaldo, la pintura que se usa para marcar la franja peatonal es diluida para malversar fondos.

Una de las pocas fuentes de la ciudad ha dejado de funcionar, y una escalinata en la que estrelló un camión repartidor tras perder los frenos, sigue con su muralla rota desde hace más de tres años. Los baches en el asfalto tienen un tamaño tal que muchos bromean que se puede ver al mismo Satanás mirando a través de ellos hacia el infierno, o los confunden con cráteres lunares o exploraciones en búsqueda de petróleo.

Vecinos de Zeballos Cué denunciaron que Arnaldo Samaniego ordenó una tala indiscriminada de árboles en la zona, y recordaron que había prometido en vano convertir Asunción en la capital verde de Sudamérica ante los presidentes del MERCOSUR.

Lo peor de todo son los proyectos inconclusos como el mirador de Punta Karapá, con vista a la bahía de Asunción, para cuya construcción se habían recibido fondos más que suficientes de agencias de cooperación internacional. La tragada de Arnaldo y sus secuaces fue tal, que solo quedan como mudo testigo del proyecto una base de concreto con algunos pilares inconclusos.

Pretendiendo repetir el negocio, ha intentado convencer a la ciudadanía de las conveniencias de destruir el monumento más valioso de la ciudad, ubicado en el cerro Lambaré, sólo para construir otro mucho más anti-estético que permitirá a sus íntimos lucrar con él.

Faltando a la más elemental ética, Samaniego nombró encargado del tránsito de la ciudad al titular del gremio de taxistas, que desde entonces es privilegiado disponiendo a su antojo de los espacios públicos. En una esquina donde confluyen dos importantes avenidas, estos conductores levantaron una construcción que obstruye totalmente la visual de la peligrosa esquina a los automovilistas.

Por esta y muchos otras razones, la indignación contra Samaniego a crecido tanto, que en la red social Facebook existen varios grupos donde miles de miembros manifiestan constantemente su repudio. Todos los indicios indican que para Arnaldo Samaniego ha empezado la cuenta regresiva.

Es que como bien dijera Séneca, la razón siempre trata de decidir lo que es justo, y solo la indignación trata que sea justo todo lo que ella ha decidido.

Arnaldo Samaniego enfrentado a cuenta regresiva

Mientras el intendente de Asunción planta arbolitos para las cámaras, ordena talar árboles en espacios públicos y desata la indignación ciudadana
Luis Agüero Wagner
viernes, 27 de diciembre de 2013, 07:36 h (CET)
Dicen que aquel que se equivoca y no reconoce su error, comete otro aún mayor, y es lo que sucede con aquellos que aún defienden la deplorable gestión del actual intendente de Asunción.

Cabalgando sobre un tractor amarillo, Samaniego empapeló la ciudad de Asunción con años de anticipación, al punto durante las elecciones presidenciales del año 2008, muchos preguntaban si Arnaldo era candidato a presidente. En realidad, lanzaba su candidatura a la intendencia para el año 2010.

Una de sus primeras y más comentadas obras fue rendir honores a un impostor brasileño, Joao Pedro do Nascimento, quien se hizo pasar como miembro del Comité Mundial de la Paz de las Naciones Unidas e incluso Premio Nóbel de la Paz. Aunque nunca había recibido dichos galardones, Samaniego le rindió honores oficiales e intercambió con él elogios y obsequios.

El falso premio Nóbel fue honrado como “visitante ilustre” de la ciudad de Asunción, título nobiliario que desde entonces fue entregado a cualquier deslustrado que desembarque en estas playas. De eso se ocupó mientras las lluvias azotaban a la capital paraguaya y se constataban las falencias de los desagües, al punto que la ciudad casi desapareció sumergida bajo las aguas como la legendaria Atlántida.

Desde la llegada de Samaniego a la intendencia, el deterioro de los monumentos de la ciudad a sido permanente y la acción comunal nula. Su único aporte al paisaje ha sido pintar la mayor escalinata de la ciudad con los colores de la bandera gay y autorizar la polución visual en la costanera.

Grietas, grafitos y olor nauseabundo es todo lo que su administración ofrece a quienes hoy transitan los espacios públicos de la ciudad. Las quejas sobre su servicio de recolección de basura son permanentes, al punto que la ciudad se asemeja cada vez más a un inmenso basurero.

Las señalizaciones, hace tiempo están borradas, y sobre las mismas alcantarillas de desagüe se han instalado vendedores de comidas rápidas contribuyendo a trancarlas. Los pasos cebra de la ciudad se han borrado porque según informan los mismos funcionarios de Arnaldo, la pintura que se usa para marcar la franja peatonal es diluida para malversar fondos.

Una de las pocas fuentes de la ciudad ha dejado de funcionar, y una escalinata en la que estrelló un camión repartidor tras perder los frenos, sigue con su muralla rota desde hace más de tres años. Los baches en el asfalto tienen un tamaño tal que muchos bromean que se puede ver al mismo Satanás mirando a través de ellos hacia el infierno, o los confunden con cráteres lunares o exploraciones en búsqueda de petróleo.

Vecinos de Zeballos Cué denunciaron que Arnaldo Samaniego ordenó una tala indiscriminada de árboles en la zona, y recordaron que había prometido en vano convertir Asunción en la capital verde de Sudamérica ante los presidentes del MERCOSUR.

Lo peor de todo son los proyectos inconclusos como el mirador de Punta Karapá, con vista a la bahía de Asunción, para cuya construcción se habían recibido fondos más que suficientes de agencias de cooperación internacional. La tragada de Arnaldo y sus secuaces fue tal, que solo quedan como mudo testigo del proyecto una base de concreto con algunos pilares inconclusos.

Pretendiendo repetir el negocio, ha intentado convencer a la ciudadanía de las conveniencias de destruir el monumento más valioso de la ciudad, ubicado en el cerro Lambaré, sólo para construir otro mucho más anti-estético que permitirá a sus íntimos lucrar con él.

Faltando a la más elemental ética, Samaniego nombró encargado del tránsito de la ciudad al titular del gremio de taxistas, que desde entonces es privilegiado disponiendo a su antojo de los espacios públicos. En una esquina donde confluyen dos importantes avenidas, estos conductores levantaron una construcción que obstruye totalmente la visual de la peligrosa esquina a los automovilistas.

Por esta y muchos otras razones, la indignación contra Samaniego a crecido tanto, que en la red social Facebook existen varios grupos donde miles de miembros manifiestan constantemente su repudio. Todos los indicios indican que para Arnaldo Samaniego ha empezado la cuenta regresiva.

Es que como bien dijera Séneca, la razón siempre trata de decidir lo que es justo, y solo la indignación trata que sea justo todo lo que ella ha decidido.

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