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Una defensa numantina de los leones, una escasa puntería y una suerte esquiva (tres postes) neutralizaron a un meritorio conjunto blanco, que suma su tercer empate consecutivo y se deja dos puntos de diferencia con el Barcelona.

El Athletic de Bilbao atasca al Real Madrid (0-0)

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Sin goles no hay celebraciones en el fútbol. Marcar es el único sinónimo de premios. No hay más caminos directos a los puntos. Ni siquiera el desplegar un notable estilo de fútbol; o el monopolizar el esférico; o el contar con el mayor grueso de ocasiones. Si no hay goles, no hay premios, no hay nada. Así es el fútbol. No hay recompensas a los puntos. Y este Real Madrid, de vez en cuando, encalla en el área. Carece de ese bien preciado conocido como definición (un solo gol en tres encuentros). Bien porque escasea la puntería o porque el adversario, léase Athletic de Bilbao, arma una muralla de suficiente entidad como para ofuscar al Real Madrid.

Se intentó y buscó de todas las maneras conocidas, tanto colectivas como individuales; con más elaboración o con más arrebato. No hubo ninguna recompensa, ni siquiera ese premio a los méritos que, a veces, otorga el fútbol. Esta vez ni siquiera ese camino se apareció en el horizonte del Real Madrid. De manera injusta, el conjunto blanco se dejó dos puntos en su casillero. Un duro e inmerecido castigo, aunque consecuencia directa de una preocupante falta de puntería, algo de suerte contraria (tres postes se contaron) y de un sobresaliente entramado táctico del Athletic de Bilbao. Los leones no fueron fieros, sino excesivamente defensivos, empleándose hasta con dureza (el árbitro muy permisivo en ciertas entradas). Obtuvieron su segundo empate en los últimos 15 desplazamientos a Madrid.

En esas dos premisas se explica el desenlace del encuentro. El Real Madrid, con Modric ofreciendo un recital de pases largos, fue el único que quiso apuntarse el encuentro. El Athletic de Bilbao se encomendó a encontrarse con algún contragolpe milagroso. No llegó. Es más, sólo se recuerda un disparo con veneno a cargo de Williams (más velocidad que gol en sus piernas), y que obligó a estirarse a Courtois. El tanto de Kodro fue en claro fuera de juego previo. El resto del tiempo lo emplearon en evitar encajar un tanto del Real Madrid. Lo hicieron bien a tenor del resultado. Y también se vieron beneficiados del problema definitorio del Real Madrid. Porque ocasiones hubo, y algunas con bastante pólvora. Más al comienzo que al final, donde el tiempo y la necesidad de imponerse agobiaron al Real Madrid.

Más madera
Era de esas noches, muy gélidas debido al fuerte viento, donde se intuía un encuentro de grandes dosis de paciencia. De cocinar el triunfo a fuego lento, sin estresarse. El Athletic de Bilbao no escondió sus cartas: defensa de cinco y ayudas constantes de los medios (Vesga, Raúl García y Dani García). El objetivo era taponar todas las vías posibles. Lo consiguieron, y eso que Vinicius se esforzó hasta la extenuación en encontrar el pase final. Hiperactivo estuvo el brasileño y con suerte esquiva, como cuando combinó con Benzema y se marchó de varios defensas antes de encontrarse con Unai Simón. Luego le sucedió lo mismo a Kroos. El alemán hizo un gran eslalon y su disparo se estrelló en el larguero. Y, para terminar, Unai Núñez salvó en la línea un disparo escorado de Benzema. Fue la mejor ocasión del francés. Sus otros remates fueron muy blandos.

Más potente fue el remate de Nacho (reemplazó a MIlitao, aquejado de problemas de visión tras un encontronazo con Kodro) en un córner. Era gol o gol, pero el balón se encontró con la madera. La segunda de la noche. El tercero que tuvo la misma suerte esquiva fue Jovic. Ambos tuvieron esas opciones nada más incorporarse. Entre una y otra opción, Benzema dispuso de otras dos opciones con cierta claridad. El francés no superó a Unai Simón, y eso que el Athletic es una de sus víctimas preferidas. No era el día. No había ni puntería ni suerte. Ni tampoco fluyeron las ideas con las que derribar el entramado defensivo de los leones. Nada que objetar en cuanto al esfuerzo. Pero el Real Madrid se atascó y sumó su tercer empate consecutivo, dejándose dos puntos con el Barcelona. Un agridulce, pero prometedor futuro en comparación a meses anteriores, cierre de año para el Real Madrid.

El Athletic de Bilbao atasca al Real Madrid (0-0)

Una defensa numantina de los leones, una escasa puntería y una suerte esquiva (tres postes) neutralizaron a un meritorio conjunto blanco, que suma su tercer empate consecutivo y se deja dos puntos de diferencia con el Barcelona.
Rafael Merino
domingo, 22 de diciembre de 2019, 22:59 h (CET)
Sin goles no hay celebraciones en el fútbol. Marcar es el único sinónimo de premios. No hay más caminos directos a los puntos. Ni siquiera el desplegar un notable estilo de fútbol; o el monopolizar el esférico; o el contar con el mayor grueso de ocasiones. Si no hay goles, no hay premios, no hay nada. Así es el fútbol. No hay recompensas a los puntos. Y este Real Madrid, de vez en cuando, encalla en el área. Carece de ese bien preciado conocido como definición (un solo gol en tres encuentros). Bien porque escasea la puntería o porque el adversario, léase Athletic de Bilbao, arma una muralla de suficiente entidad como para ofuscar al Real Madrid.

Se intentó y buscó de todas las maneras conocidas, tanto colectivas como individuales; con más elaboración o con más arrebato. No hubo ninguna recompensa, ni siquiera ese premio a los méritos que, a veces, otorga el fútbol. Esta vez ni siquiera ese camino se apareció en el horizonte del Real Madrid. De manera injusta, el conjunto blanco se dejó dos puntos en su casillero. Un duro e inmerecido castigo, aunque consecuencia directa de una preocupante falta de puntería, algo de suerte contraria (tres postes se contaron) y de un sobresaliente entramado táctico del Athletic de Bilbao. Los leones no fueron fieros, sino excesivamente defensivos, empleándose hasta con dureza (el árbitro muy permisivo en ciertas entradas). Obtuvieron su segundo empate en los últimos 15 desplazamientos a Madrid.

En esas dos premisas se explica el desenlace del encuentro. El Real Madrid, con Modric ofreciendo un recital de pases largos, fue el único que quiso apuntarse el encuentro. El Athletic de Bilbao se encomendó a encontrarse con algún contragolpe milagroso. No llegó. Es más, sólo se recuerda un disparo con veneno a cargo de Williams (más velocidad que gol en sus piernas), y que obligó a estirarse a Courtois. El tanto de Kodro fue en claro fuera de juego previo. El resto del tiempo lo emplearon en evitar encajar un tanto del Real Madrid. Lo hicieron bien a tenor del resultado. Y también se vieron beneficiados del problema definitorio del Real Madrid. Porque ocasiones hubo, y algunas con bastante pólvora. Más al comienzo que al final, donde el tiempo y la necesidad de imponerse agobiaron al Real Madrid.

Más madera
Era de esas noches, muy gélidas debido al fuerte viento, donde se intuía un encuentro de grandes dosis de paciencia. De cocinar el triunfo a fuego lento, sin estresarse. El Athletic de Bilbao no escondió sus cartas: defensa de cinco y ayudas constantes de los medios (Vesga, Raúl García y Dani García). El objetivo era taponar todas las vías posibles. Lo consiguieron, y eso que Vinicius se esforzó hasta la extenuación en encontrar el pase final. Hiperactivo estuvo el brasileño y con suerte esquiva, como cuando combinó con Benzema y se marchó de varios defensas antes de encontrarse con Unai Simón. Luego le sucedió lo mismo a Kroos. El alemán hizo un gran eslalon y su disparo se estrelló en el larguero. Y, para terminar, Unai Núñez salvó en la línea un disparo escorado de Benzema. Fue la mejor ocasión del francés. Sus otros remates fueron muy blandos.

Más potente fue el remate de Nacho (reemplazó a MIlitao, aquejado de problemas de visión tras un encontronazo con Kodro) en un córner. Era gol o gol, pero el balón se encontró con la madera. La segunda de la noche. El tercero que tuvo la misma suerte esquiva fue Jovic. Ambos tuvieron esas opciones nada más incorporarse. Entre una y otra opción, Benzema dispuso de otras dos opciones con cierta claridad. El francés no superó a Unai Simón, y eso que el Athletic es una de sus víctimas preferidas. No era el día. No había ni puntería ni suerte. Ni tampoco fluyeron las ideas con las que derribar el entramado defensivo de los leones. Nada que objetar en cuanto al esfuerzo. Pero el Real Madrid se atascó y sumó su tercer empate consecutivo, dejándose dos puntos con el Barcelona. Un agridulce, pero prometedor futuro en comparación a meses anteriores, cierre de año para el Real Madrid.

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