O aquellas hachas que tan bien lucían en los castillos medievales. Este pobrecito gobierno, que no es culpable absolutamente de nada porque saben que el culpable es Zapatero, ha logrado llevarnos a las tinieblas del Medievo. La subida prevista de entre el 11 y el 13 % es un nuevo atraco a mano armada a todos los españoles, que acabamos de ser desvalijados en los más de cincuenta mil millones que hemos pagado a los bancos.
El ministro Soria quiere abrir una investigación para ver si los agentes concurrentes en la subasta han disparado el precio como respuesta a esa amenaza de retirar los más de tres mil millones que iban a recibir. La realidad es que el ministro anda errático y sin norte después de que esta subida ha sobrepasado todos sus cálculos que andaban por el seis o siete por ciento. El ministro y sus peleas con Montoro, que le negó el dinero, revelan que la situación le sobrepasa y es incapaz de resolver esta vuelta a la Edad Media.
La realidad es que nadie entiende que Endesa e Iberdrola se enriquezcan atrozmente mientras el resto de los españoles pasamos penurias. Y que sean la segunda y tercera empresas del sector que más han ganado en Europa.
No nos pueden explicar porque no hay explicación posible que, en una época de intensa caída de la demanda por los problemas terribles que pasa la sociedad española, el precio aumente más que nunca en los últimos cinco años. Llegando a alcanzar hasta un sesenta por ciento.
Alguien nos está engañando de nuevo. Unos, por inoperancia y falta de rigor para resolver los problemas y, otros, por avaricia realizan de nuevo un acto que acaba convirtiendo a la electricidad en un artículo de lujo y deja a muchos ciudadanos en una situación de indefensión, de penuria y de convertirse en helados de invierno.
La asociación de consumidores denuncian que hay una sospecha evidente: los precios mayoristas son elevados artificialmente por las compañías en día previos a la subasta para conseguir que se establezca una tarifa alta.
Pero aquí no pasa nada. Los españoles son un pueblo sin sangre, indefenso y postrado. En España no pasa nunca nada. Por eso Rajoy está esperando a que llegue la primavera y canten los pajaritos y amaine el fresco.