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Etiquetas | trump | Política | Reflexión
​Cuando la señora Pelosi, presidenta de la cámara baja, ha conseguido que se votara a favor del impechment del Presidente, se encuentra ante una situación complicada

​Trump y sus detractores. El peligroso juego de los demócratas

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Es evidente que una parte de la prensa española ha sido controlada por las izquierdas como ya se ha podido comprobar durante los últimos años; pero también es cierto que en lo que se puede considerar la prensa autonómica, aparte de deberse a los gobiernos locales que son los que la financian, y aún sin ser toda de izquierdas, viene contemporizando, especialmente los más importante periódicos y los de más tirada, como es el caso de La Vanguardia, con las políticas y políticos soberanistas, cooperando en la propaganda a favor de una independencia o autodeterminación de Cataluña, sosteniendo ideas negativas respecto a los partidos que, en España, no comparten las políticas de acuerdos y comadreos de partidos que defienden la Constitución con otros que no lo hacen; sabiendo que esta clase de uniones que se podrían considerar “contra natura”, suelen acabar bastante mal; especialmente en aquellas ocasiones en las que los nacionalistas ven la ocasión de aprovecharse de una debilidad del Estado para utilizarla a su favor, aunque deban dejar al Gobierno de España en la estacada o, como vulgarmente se expresa, colgado de la brocha.

Esta prensa a la que nos estamos refiriendo, mayoritaria en toda España y especialmente implicada en los procesos soberanistas, como es el caso del catalán, no sabemos exactamente a lo que es debido, quizás a atavismos relacionados con otros momentos de la historia de España o pudiera ser por considerar muy perniciosa para sus proyectos de convertir a nuestro país en lo que, para el señor Iceta, defensor de la plurinacionalidad del Estado español, y consecuentemente, partidario de convertir a la nación española en una federación en la que, las autonomías, se convertirían en “naciones”, asumiendo una serie de competencias que hasta ahora ¬- aunque el sistema de nuestra Constitución de 1978, es el que más facultades les confiere a los respectivos gobiernos autonómicos, algunas que para sí quisieran algunos de los länders alemanes que demandan del gobierno central más autonomía, como es el caso de Baviera - las ha venido ejerciendo el Gobierno central de la nación española; parece que les gusta coincidir con otros muchos medios, incluida las radios y TV, que tienen una especial predilección para cargar contra los gobiernos de los EE.UU. de América; especialmente si sus destinos están regidos por gobiernos republicanos.

Cuando hemos hecho referencia al periódico catalán La Vanguardia es debido a que sus ataques, sistemáticos y constantes, por parte de los colaboradores del periódico, dirigidos al señor Trump y a todo lo que, directa o indirectamente, pueda hacer referencia a él, sus políticas, sus decisiones, su familia, sus relaciones internacionales, su política interna y sus amistades personales, sin excluir su forma de vestir y su aspecto físico, constituyen materia para las burlas que sobre el personaje se hacen y que se han convertido en constantes, ácidas, lacerantes y en muchas ocasiones desproporcionadas, inciertas, manipuladas y sorprendentemente fanatizadas; en las que colaboran, desde la Dirección hasta la mayoría de los que, de alguna manera, trabajan en dicho medio que parecen conjurados en intentar poner de chupa de dómine al mandatario americano.

Da la sensación de que, en España, nos negamos a reconocer, en la rabia, los ataques directos, la persecución incesante, el espionaje de todos sus movimientos, la indagaciones de hasta los más mínimos detalles de la vida, las burlas que se hacen sobre él y su forma de expresarse, el intento de desprestigiarle, y, lo que todavía puede parecer más evidente, la negativa de los miembros del partido demócrata a reconocer sus evidentes logros en materia económica en los EE.UU, que contrastan con los pobres resultados que, en este aspecto, acompañaron el insulso, mediocre y anodino periodo en el que el señor Obama presidió la nación americana.

No parece que el pueblo americano, como se nos intenta hacer ver, esté tan disgustado con la forma de actuar del señor Trump, ni que las encuestas hayan notado ningún retroceso en los votos que recibió y, mucho menos, que sus opositores con mayoría en el Congreso, pero que carecen de ella en el Senado, al menos por el momento, estén en condiciones de poner en peligro, ya no hablamos del impeachment con el que intentan desbancarle de la presidencia de la nación (sólo han conseguido lo que parecía difícil que ocurriera, o sea, que todos los republicanos en masa, apartando las diferencias que pudieran mantener con la forma de actuar del señor Trump, ante la burda campaña de acoso emprendida por el sector demócrata que, a su vez, está motivada por las dificultades que encuentran en encontrar a un rival de suficiente peso para que, en los próximos comicios, se pudiera enfrentar con el actual presidente con posibilidades de vencerle. Ya ni la desgastada, amargada y objeto de un rechazo general entre el electorado americano, señora Clinton, significa ningún peligro real que pudiera inquietar a los republicanos.

Por mucho que la señora Pelosi intente cargarse de argumentos para convencer a sus adversarios, la mayoría republicana en el Senado americano, para que les ayuden a conseguir que, el impeachment que han acordado en el Congreso, pueda salir adelante en la cámara alta, las posibilidades de que ello pueda suceder se consideran, en estos momentos, prácticamente nulas.

¿Qué efectos se esperan en cuanto a las posibilidades de Trump de poder conseguir un segundo mandato en las próximas elecciones para presidente de la nación americano? Aquellos que siguen de cerca la intención de voto de los americanos afirman que los mismos que votaron al actual presidente, en las pasadas elecciones, no parece que hayan variado el sentido de su voto pese a los intentos continuados de diversos sectores de la sociedad americana, afectos a los demócratas, como estos actores hollywodenses que, siendo millonarios, han decidido que el perjudicar a su país, que está en una de las épocas de mayor desarrollo y con menos desempleo, basándose en temas que, por cierto, tampoco el señor Obama consiguió mejorar, como es el caso del control de la inmigración; uno de los fenómenos que más preocupa a los americanos que ven invadido su territorio por cientos de miles de personas que llegan de México, buscando introducirse en el sistema americano ya que, en su propio país, las mafias y la corrupción de sus gobiernos no les permiten vivir dignamente.. Este mismo sistema que en Europa, siempre pensando que estamos por encima del resto de países del mundo, todavía no hemos conseguido que se tome en serio. Es posible de que, cuando quieran intentarlo, ya sea demasiado tarde para poner remedio cuando ya estemos invadidos por masas de otras civilizaciones, religiones, costumbres y prácticas exóticas que nunca se han admitido en las naciones de la CE. Alemania ya supo lo que era admitir a cientos de miles de personas sin un control adecuado. La Merkel ha perdido parte de su fama y su credibilidad e influencia desde que tuvo la debilidad de permitir que, una avalancha de inmigrantes llegara al país y fue entonces cuando los alemanes se dieron cuenta de que, los recién llegados, pretendían imponer sus propias costumbres, muchas de ellas incompatibles con el sistema democrático de los alemanes.

Es evidente que el señor Donald Trump es un personaje especial, capaz de meter la pata, pero también lo suficientemente inteligente para saber salirse de los líos en los que se mete. De hecho, ha conseguido cumplir con las promesas que les hizo a aquellos que confiaron en él y le votaron. Ha elevado el nivel de vida de los americanos, ha conseguido las cotas más altas de empleo y que la bolsa americana siga consiguiendo records, cosa que Obama no logró durante su mandato. Ha sabido retirar tropas americanas que estaban destacadas fuera de su territorio, para defender a gentes que no conseguían, por sus propios medios, hacerlo y, todo ello ha costado miles de víctimas americanas y muchos millones de dólares de las arcas del tesoro americano. El pueblo le agradece que no envíe a más americanos a morir para defender causas ajenas, algo perfectamente comprensible.

Cuando la señora Pelosi, presidenta de la cámara baja, ha conseguido que se votara a favor del impechment del Presidente, se encuentra ante una situación complicada. ¿Seguir adelante sabiendo que los republicanos le van a tumbar su propuesta o dejar las cosas como están, renunciando a dar el siguiente paso que sabe que les va a desmontar el tinglado que han armado? Pelosi acude a una de estas tretas en la que son tan expertos aquellos que sólo saben gobernar haciendo trampas y engañando a los ciudadanos prometiendo lo que no están en condiciones de cumplir. Para Pelosi no tiene “sentido” dar traslado a la cámara alta, el Senado, el acuerdo del Congreso si los demócratas “no tienen la garantía de que se va a celebrar un juicio justo”. ¿Un juicio justo? Y ¿quién debería decidir sobre las garantías que deben darse para que el juicio sea justo? ¿Acaso los mismos demócratas, constituidos en juez y parte en este trámite? Podríamos pensar que ellos no han actuado con limpieza en conseguir el acuerdo de promover el impeachment y, como le ocurre al ladrón “que se cree que todos son de su misma condición”, piensan que, en el caso de los republicanos, no van a conseguir que su propuesta prospere. ¿Pero, señora Pelosi, es que acaba de nacer ayer? Su rostro arrugado ya no puede disimular que está próxima a la jubilación y, su largo tiempo junto a los demócratas ya debería acreditar que no cree en el Papá Noel y que tiene un mínimo de vergüenza para intentar argumentar una simpleza semejante.

Vamos a entendernos ¿Se trata, en realidad, de una preocupación que atormenta su conciencia intranquila por el futuro de los EE.UU en manos de Trump o un intento artero de sacárselo de en medio, mediante procedimientos poco ortodoxos, ante la proximidad de unas nuevas elecciones, que ya tienen a la vuelta de la esquina, sabiendo que es un rival temible y los demócratas, a estas alturas, no tienen a una persona que pueda presentarse a la campaña con posibilidades de éxito? O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos pensando que estamos en condiciones de dar lecciones de democracia a los demás cunado, en nuestro propio país, existen políticos dispuestos a imitar a Judas Iscariote y vender por treinta monedas a los enemigos de la patria, comunistas y separatistas, lo que queda de esta pobre nación, que ya ni cuenta con la garantía de que su unidad será preservada por quienes tiene la sagrada misión de velar por ella. Y no olvidemos aquello que decía Publio Siro, cuando llegue el momento en exigir explicaciones a quienes nos llevan hacia la ruina: “Bis dat qui cito dat” o sea: “quien da primero da dos veces”.

​Trump y sus detractores. El peligroso juego de los demócratas

​Cuando la señora Pelosi, presidenta de la cámara baja, ha conseguido que se votara a favor del impechment del Presidente, se encuentra ante una situación complicada
Miguel Massanet
sábado, 21 de diciembre de 2019, 12:16 h (CET)

Es evidente que una parte de la prensa española ha sido controlada por las izquierdas como ya se ha podido comprobar durante los últimos años; pero también es cierto que en lo que se puede considerar la prensa autonómica, aparte de deberse a los gobiernos locales que son los que la financian, y aún sin ser toda de izquierdas, viene contemporizando, especialmente los más importante periódicos y los de más tirada, como es el caso de La Vanguardia, con las políticas y políticos soberanistas, cooperando en la propaganda a favor de una independencia o autodeterminación de Cataluña, sosteniendo ideas negativas respecto a los partidos que, en España, no comparten las políticas de acuerdos y comadreos de partidos que defienden la Constitución con otros que no lo hacen; sabiendo que esta clase de uniones que se podrían considerar “contra natura”, suelen acabar bastante mal; especialmente en aquellas ocasiones en las que los nacionalistas ven la ocasión de aprovecharse de una debilidad del Estado para utilizarla a su favor, aunque deban dejar al Gobierno de España en la estacada o, como vulgarmente se expresa, colgado de la brocha.

Esta prensa a la que nos estamos refiriendo, mayoritaria en toda España y especialmente implicada en los procesos soberanistas, como es el caso del catalán, no sabemos exactamente a lo que es debido, quizás a atavismos relacionados con otros momentos de la historia de España o pudiera ser por considerar muy perniciosa para sus proyectos de convertir a nuestro país en lo que, para el señor Iceta, defensor de la plurinacionalidad del Estado español, y consecuentemente, partidario de convertir a la nación española en una federación en la que, las autonomías, se convertirían en “naciones”, asumiendo una serie de competencias que hasta ahora ¬- aunque el sistema de nuestra Constitución de 1978, es el que más facultades les confiere a los respectivos gobiernos autonómicos, algunas que para sí quisieran algunos de los länders alemanes que demandan del gobierno central más autonomía, como es el caso de Baviera - las ha venido ejerciendo el Gobierno central de la nación española; parece que les gusta coincidir con otros muchos medios, incluida las radios y TV, que tienen una especial predilección para cargar contra los gobiernos de los EE.UU. de América; especialmente si sus destinos están regidos por gobiernos republicanos.

Cuando hemos hecho referencia al periódico catalán La Vanguardia es debido a que sus ataques, sistemáticos y constantes, por parte de los colaboradores del periódico, dirigidos al señor Trump y a todo lo que, directa o indirectamente, pueda hacer referencia a él, sus políticas, sus decisiones, su familia, sus relaciones internacionales, su política interna y sus amistades personales, sin excluir su forma de vestir y su aspecto físico, constituyen materia para las burlas que sobre el personaje se hacen y que se han convertido en constantes, ácidas, lacerantes y en muchas ocasiones desproporcionadas, inciertas, manipuladas y sorprendentemente fanatizadas; en las que colaboran, desde la Dirección hasta la mayoría de los que, de alguna manera, trabajan en dicho medio que parecen conjurados en intentar poner de chupa de dómine al mandatario americano.

Da la sensación de que, en España, nos negamos a reconocer, en la rabia, los ataques directos, la persecución incesante, el espionaje de todos sus movimientos, la indagaciones de hasta los más mínimos detalles de la vida, las burlas que se hacen sobre él y su forma de expresarse, el intento de desprestigiarle, y, lo que todavía puede parecer más evidente, la negativa de los miembros del partido demócrata a reconocer sus evidentes logros en materia económica en los EE.UU, que contrastan con los pobres resultados que, en este aspecto, acompañaron el insulso, mediocre y anodino periodo en el que el señor Obama presidió la nación americana.

No parece que el pueblo americano, como se nos intenta hacer ver, esté tan disgustado con la forma de actuar del señor Trump, ni que las encuestas hayan notado ningún retroceso en los votos que recibió y, mucho menos, que sus opositores con mayoría en el Congreso, pero que carecen de ella en el Senado, al menos por el momento, estén en condiciones de poner en peligro, ya no hablamos del impeachment con el que intentan desbancarle de la presidencia de la nación (sólo han conseguido lo que parecía difícil que ocurriera, o sea, que todos los republicanos en masa, apartando las diferencias que pudieran mantener con la forma de actuar del señor Trump, ante la burda campaña de acoso emprendida por el sector demócrata que, a su vez, está motivada por las dificultades que encuentran en encontrar a un rival de suficiente peso para que, en los próximos comicios, se pudiera enfrentar con el actual presidente con posibilidades de vencerle. Ya ni la desgastada, amargada y objeto de un rechazo general entre el electorado americano, señora Clinton, significa ningún peligro real que pudiera inquietar a los republicanos.

Por mucho que la señora Pelosi intente cargarse de argumentos para convencer a sus adversarios, la mayoría republicana en el Senado americano, para que les ayuden a conseguir que, el impeachment que han acordado en el Congreso, pueda salir adelante en la cámara alta, las posibilidades de que ello pueda suceder se consideran, en estos momentos, prácticamente nulas.

¿Qué efectos se esperan en cuanto a las posibilidades de Trump de poder conseguir un segundo mandato en las próximas elecciones para presidente de la nación americano? Aquellos que siguen de cerca la intención de voto de los americanos afirman que los mismos que votaron al actual presidente, en las pasadas elecciones, no parece que hayan variado el sentido de su voto pese a los intentos continuados de diversos sectores de la sociedad americana, afectos a los demócratas, como estos actores hollywodenses que, siendo millonarios, han decidido que el perjudicar a su país, que está en una de las épocas de mayor desarrollo y con menos desempleo, basándose en temas que, por cierto, tampoco el señor Obama consiguió mejorar, como es el caso del control de la inmigración; uno de los fenómenos que más preocupa a los americanos que ven invadido su territorio por cientos de miles de personas que llegan de México, buscando introducirse en el sistema americano ya que, en su propio país, las mafias y la corrupción de sus gobiernos no les permiten vivir dignamente.. Este mismo sistema que en Europa, siempre pensando que estamos por encima del resto de países del mundo, todavía no hemos conseguido que se tome en serio. Es posible de que, cuando quieran intentarlo, ya sea demasiado tarde para poner remedio cuando ya estemos invadidos por masas de otras civilizaciones, religiones, costumbres y prácticas exóticas que nunca se han admitido en las naciones de la CE. Alemania ya supo lo que era admitir a cientos de miles de personas sin un control adecuado. La Merkel ha perdido parte de su fama y su credibilidad e influencia desde que tuvo la debilidad de permitir que, una avalancha de inmigrantes llegara al país y fue entonces cuando los alemanes se dieron cuenta de que, los recién llegados, pretendían imponer sus propias costumbres, muchas de ellas incompatibles con el sistema democrático de los alemanes.

Es evidente que el señor Donald Trump es un personaje especial, capaz de meter la pata, pero también lo suficientemente inteligente para saber salirse de los líos en los que se mete. De hecho, ha conseguido cumplir con las promesas que les hizo a aquellos que confiaron en él y le votaron. Ha elevado el nivel de vida de los americanos, ha conseguido las cotas más altas de empleo y que la bolsa americana siga consiguiendo records, cosa que Obama no logró durante su mandato. Ha sabido retirar tropas americanas que estaban destacadas fuera de su territorio, para defender a gentes que no conseguían, por sus propios medios, hacerlo y, todo ello ha costado miles de víctimas americanas y muchos millones de dólares de las arcas del tesoro americano. El pueblo le agradece que no envíe a más americanos a morir para defender causas ajenas, algo perfectamente comprensible.

Cuando la señora Pelosi, presidenta de la cámara baja, ha conseguido que se votara a favor del impechment del Presidente, se encuentra ante una situación complicada. ¿Seguir adelante sabiendo que los republicanos le van a tumbar su propuesta o dejar las cosas como están, renunciando a dar el siguiente paso que sabe que les va a desmontar el tinglado que han armado? Pelosi acude a una de estas tretas en la que son tan expertos aquellos que sólo saben gobernar haciendo trampas y engañando a los ciudadanos prometiendo lo que no están en condiciones de cumplir. Para Pelosi no tiene “sentido” dar traslado a la cámara alta, el Senado, el acuerdo del Congreso si los demócratas “no tienen la garantía de que se va a celebrar un juicio justo”. ¿Un juicio justo? Y ¿quién debería decidir sobre las garantías que deben darse para que el juicio sea justo? ¿Acaso los mismos demócratas, constituidos en juez y parte en este trámite? Podríamos pensar que ellos no han actuado con limpieza en conseguir el acuerdo de promover el impeachment y, como le ocurre al ladrón “que se cree que todos son de su misma condición”, piensan que, en el caso de los republicanos, no van a conseguir que su propuesta prospere. ¿Pero, señora Pelosi, es que acaba de nacer ayer? Su rostro arrugado ya no puede disimular que está próxima a la jubilación y, su largo tiempo junto a los demócratas ya debería acreditar que no cree en el Papá Noel y que tiene un mínimo de vergüenza para intentar argumentar una simpleza semejante.

Vamos a entendernos ¿Se trata, en realidad, de una preocupación que atormenta su conciencia intranquila por el futuro de los EE.UU en manos de Trump o un intento artero de sacárselo de en medio, mediante procedimientos poco ortodoxos, ante la proximidad de unas nuevas elecciones, que ya tienen a la vuelta de la esquina, sabiendo que es un rival temible y los demócratas, a estas alturas, no tienen a una persona que pueda presentarse a la campaña con posibilidades de éxito? O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos pensando que estamos en condiciones de dar lecciones de democracia a los demás cunado, en nuestro propio país, existen políticos dispuestos a imitar a Judas Iscariote y vender por treinta monedas a los enemigos de la patria, comunistas y separatistas, lo que queda de esta pobre nación, que ya ni cuenta con la garantía de que su unidad será preservada por quienes tiene la sagrada misión de velar por ella. Y no olvidemos aquello que decía Publio Siro, cuando llegue el momento en exigir explicaciones a quienes nos llevan hacia la ruina: “Bis dat qui cito dat” o sea: “quien da primero da dos veces”.

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