Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cartas al director
Pedro García, Girona

​Volvemos a los totalitarismos socializantes

|

Resulta que frenar la iniciativa social ha sido siempre una querencia de los totalitarismos, tanto de izquierdas como de derechas. Siempre han soñado con la creación de un hombre nuevo para una sociedad sin Dios. Incluso han intentado tantas veces construirla realmente, como aquella Nova Huta -en el barrio comunista de Cracovia- y su fracaso ya es histórico. Ahora en China hacen lo mismo; Hitler quiso apropiarse de la mente de las juventudes y también fracasó.

El Gobierno provisional, abrazado ahora a comunistas reciclados y a secesionistas insolidarios, se presenta de nuevo como “progresista” y pretende hipnotizar a los ciudadanos con el “consenso” a modo de talismán engañoso. No lo desean en las formas, como acaba de demostrar Celaá, y tampoco en el fondo de esa contrarreforma que tiene una concepción cerrada de la persona sin sentido de trascendencia: lo importante para ellos es la ideología de género y el inglés. No hay modo de llegar a un Pacto de Estado sobre la Educación porque tratan de tener las manos libres para imponer ahora una ideología socialista-comunista, sin consenso con la comunidad educativa.

Asistimos así a otro intento de asfixiar el derecho de las familias, la libertad de enseñanza, para hacer de la concertada una escuela de segundo orden “para ricos”. Por lo visto el socialismo tiene miedo de que los padres católicos y la Iglesia les arrebaten la mente de los jóvenes, algo propio de los totalitarismos socializantes a lo largo y a lo ancho de la historia. En oposición a la educación cristiana que fomenta la libertad y la convivencia. Parece que ahora hay que recordar y exigir cosas elementales pero ignoradas por la Ministra de la mala educación.







​Volvemos a los totalitarismos socializantes

Pedro García, Girona
Lectores
viernes, 13 de diciembre de 2019, 09:52 h (CET)

Resulta que frenar la iniciativa social ha sido siempre una querencia de los totalitarismos, tanto de izquierdas como de derechas. Siempre han soñado con la creación de un hombre nuevo para una sociedad sin Dios. Incluso han intentado tantas veces construirla realmente, como aquella Nova Huta -en el barrio comunista de Cracovia- y su fracaso ya es histórico. Ahora en China hacen lo mismo; Hitler quiso apropiarse de la mente de las juventudes y también fracasó.

El Gobierno provisional, abrazado ahora a comunistas reciclados y a secesionistas insolidarios, se presenta de nuevo como “progresista” y pretende hipnotizar a los ciudadanos con el “consenso” a modo de talismán engañoso. No lo desean en las formas, como acaba de demostrar Celaá, y tampoco en el fondo de esa contrarreforma que tiene una concepción cerrada de la persona sin sentido de trascendencia: lo importante para ellos es la ideología de género y el inglés. No hay modo de llegar a un Pacto de Estado sobre la Educación porque tratan de tener las manos libres para imponer ahora una ideología socialista-comunista, sin consenso con la comunidad educativa.

Asistimos así a otro intento de asfixiar el derecho de las familias, la libertad de enseñanza, para hacer de la concertada una escuela de segundo orden “para ricos”. Por lo visto el socialismo tiene miedo de que los padres católicos y la Iglesia les arrebaten la mente de los jóvenes, algo propio de los totalitarismos socializantes a lo largo y a lo ancho de la historia. En oposición a la educación cristiana que fomenta la libertad y la convivencia. Parece que ahora hay que recordar y exigir cosas elementales pero ignoradas por la Ministra de la mala educación.







Noticias relacionadas

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

Duele el dolor, aunque duele más la injusticia que le rodea. Es lo que entendí de las palabras de Rosa Mª Sarda en su relato de vida. Una entrevista donde explicaba la realidad social de un pasado en el que perdió a su hermano por la pandemia del sida. Por un momento, recordé aquella facilidad colérica para culpabilizar al resto en clara atribución a un egoísmo psicológico, toda vez, que nos acercábamos a la mayor osadía de nuestro tiempo: la ignorancia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto