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Esta obra nace de las cerca de 10.000 cartas que recibió de los internos

Play Stations para aliviar la estancia en prisión

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Los internos que cumplen condena en las cárceles españolas son conscientes de que el mundo de normas que les rodea incluye un catálogo de cosas “prohibidas” que, por extensión, puede abarcar todo lo que no está expresamente autorizado. Muchos, sin embargo, se “arriesgan” en ocasiones y piden Play Stations, ventiladores o flexos. Objetos cotidianos que hacen más llevadera la larga estancia en una celda.

Así lo recoge Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias entre 2004 y 2011, en su libro 'Penas y personas. 2.810 días en las prisiones españolas', que acaba de publicar. Dos años después de abandonar el cargo, Gallizo quiere abrirle los ojos a la sociedad con esta obra, que nace de las cerca de 10.000 cartas que recibió de los internos a lo largo de esos ocho años.

Según dijo Gallizo, la mayoría de las solicitudes que recibía en esa correspondencia tenían que ver con los traslados de presos de un centro a otro.

Otros internos, sin embargo, pedían permiso para disponer de cosas “no autorizadas” (muchas veces, peticiones “razonables”), con la simple intención de aliviar la soledad o lo inhóspito de vivir entre rejas. En algún caso, señala la autora, se pudo resolver positivamente la petición, “pero en la mayoría de los casos nos topábamos siempre con el factor riesgo”.

En el libro, asegura incluso haber intentado que “a algunas personas con problemas de afectividad se les permitiera ocuparse de un pajarillo”. La iniciativa “resultó imposible por cuestiones de normativa de higiene”.

Pero, pese a lo estricto de las normativas, observó que algunos centros eran “más o menos permisivos” con determinadas cosas, quizás “porque la experiencia les ha demostrado que el riesgo no era tal, o por facilitar la vida de los internos”. “Un clásico -concluye-, han sido las Play Stations, los ventiladores o los flexos”.

Play Stations para aliviar la estancia en prisión

Esta obra nace de las cerca de 10.000 cartas que recibió de los internos
Redacción
domingo, 17 de noviembre de 2013, 17:47 h (CET)
Los internos que cumplen condena en las cárceles españolas son conscientes de que el mundo de normas que les rodea incluye un catálogo de cosas “prohibidas” que, por extensión, puede abarcar todo lo que no está expresamente autorizado. Muchos, sin embargo, se “arriesgan” en ocasiones y piden Play Stations, ventiladores o flexos. Objetos cotidianos que hacen más llevadera la larga estancia en una celda.

Así lo recoge Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias entre 2004 y 2011, en su libro 'Penas y personas. 2.810 días en las prisiones españolas', que acaba de publicar. Dos años después de abandonar el cargo, Gallizo quiere abrirle los ojos a la sociedad con esta obra, que nace de las cerca de 10.000 cartas que recibió de los internos a lo largo de esos ocho años.

Según dijo Gallizo, la mayoría de las solicitudes que recibía en esa correspondencia tenían que ver con los traslados de presos de un centro a otro.

Otros internos, sin embargo, pedían permiso para disponer de cosas “no autorizadas” (muchas veces, peticiones “razonables”), con la simple intención de aliviar la soledad o lo inhóspito de vivir entre rejas. En algún caso, señala la autora, se pudo resolver positivamente la petición, “pero en la mayoría de los casos nos topábamos siempre con el factor riesgo”.

En el libro, asegura incluso haber intentado que “a algunas personas con problemas de afectividad se les permitiera ocuparse de un pajarillo”. La iniciativa “resultó imposible por cuestiones de normativa de higiene”.

Pero, pese a lo estricto de las normativas, observó que algunos centros eran “más o menos permisivos” con determinadas cosas, quizás “porque la experiencia les ha demostrado que el riesgo no era tal, o por facilitar la vida de los internos”. “Un clásico -concluye-, han sido las Play Stations, los ventiladores o los flexos”.

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