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Resulta que en Barcelona, concretamente en la zona del Arco del Triunfo, un chico de 25 años llamado Adrià Ballester lleva nueva años sentándose cada fin de semana a hablar con desconocidos

​Conversaciones gratuitas

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Antes de escribir esta columna he visto a un vecino con el que hacía bastante tiempo que no coincidía en la portería. Nada más verle, con una sonrisa hipócrita por parte de ambos (así somos los vecinos de las grandes ciudades) le he dicho ‘has adelgazado mucho’, y por supuesto él se ha alegrado. Después le he dejado coger el ascensor junto a su niño, para subir hasta el primer piso.

Hablemos ahora de los paraguas. Son días de lluvia… lo sabemos todos, hasta el que nunca mira el parte meteorológico ni tiene amigos que le digan ‘mañana lloverá’. ¿Por qué siguen saliendo a la calle personas, desde primera hora, sin paraguas?

Este debate lo he tenido muchas veces. De acuerdo, entiendo que hay gente como mi compañero de trabajo que dice ‘me gusta mojarme’, nada que objetar. Pero esto es como el independentismo en Cataluña, concretamente en la Barcelona que habito… no puede haber una mayoría tan amplía de personas que salgan a la calle sin paraguas, porque sí.

Y sé de lo que hablo, porque es salir de la estación del metro y encontrarte a los pakistanís más listos y previsores –además de madrugadores- que están vendiendo los paraguas a la gente despistada o vaga, que los acaba comprando. Muy baratos los pagan… yo los pondría a 50€, porque para las personas que no se olvidan el móvil en casa, la pereza debería tener un precio más elevado.

Hablemos del Gran Wyoming. Me cae bien aunque no lo conozco personalmente, por lo que puedo opinar lo que me venga en gana… básicamente, como hace todo el mundo; especialmente el sector de la derecha. Vamos a ver, ¿desde cuándo ser progresista es algo perjudicial para la salud de los ciudadanos? Lo digo porque cada vez que le atacan, le llaman progre como al que llama guarro a alguien que no se ha duchado en varios días.

A mí, personalmente, que este señor (que ya tiene una edad) tenga un piso, cinco o cincuenta, me da absolutamente igual. Si se ha ganado su dinero de forma honrada, le felicito. Pero no, parece que hay una España de 52 diputados (y algunos más) que el hecho de que el Gran Wyoming sea progresista, tenga dinero y lo haya ganado sin robar –como otros-, resulta alguien digno de insulto.

Eso sí, que Rocío Monasterio se ponga a firmar irregularmente actos administrativos sin tener el título correspondiente, eso no pasa nada. Minucias. Y si te demanda alguien como Arturo Valls, en lugar de reconocer tu error y pedir disculpas… ¿sería lo fácil, verdad? Pues no. Le atacas, con el clásico ‘y tú más’ que utilizan los niños pequeños.

Pues no, esta sociedad cada vez la entiendo menos. Por eso, al leer hoy un artículo en Josep Fita en La Vanguardia, me ha alegrado y llamado mucho la atención.

Resulta que en Barcelona, concretamente en la zona del Arco del Triunfo, un chico de 25 años llamado Adrià Ballester lleva nueva años sentándose cada fin de semana a hablar con desconocidos. Y lo hace con un cartel que dice ‘conversaciones gratis’, como el del movimiento que hace tiempo empezaron a regalar brazos gratis por la calle… y al gente se echaba la mano a la cartera por si se la querían robar. En este caso, la gente no se echa la mano a su cabeza.

Me ha parecido una idea genial, y que sea obra de un español al cuál personas de otros países se quieren sumar a lo que puede convertirse en un movimiento social, me ha devuelto la fe en las personas. Y, además, un chico tan joven que podría estar haciendo tantas otras cosas con su tiempo de ocio… y, además, alguien que estudia y trabaja durante toda la semana.


Por lo que he leído en otras entrevistas suyas, él se desvincula de la terapia psicológica, simplemente habla con las personas y ellas le cuentan lo que quieren, sin dar consejos ni pautas de conducta. Lo cierto es que a mí me parece interesante, porque por fin tendré a alguien a quién hablarle sin que me juzgue de la rabia que me da ver a la gente sin paraguas cuando está lloviendo, o a mi vecino cogiendo el ascensor para subir 9 escalones contados.

​Conversaciones gratuitas

Resulta que en Barcelona, concretamente en la zona del Arco del Triunfo, un chico de 25 años llamado Adrià Ballester lleva nueva años sentándose cada fin de semana a hablar con desconocidos
Eduardo Cassano
sábado, 23 de noviembre de 2019, 11:13 h (CET)

Antes de escribir esta columna he visto a un vecino con el que hacía bastante tiempo que no coincidía en la portería. Nada más verle, con una sonrisa hipócrita por parte de ambos (así somos los vecinos de las grandes ciudades) le he dicho ‘has adelgazado mucho’, y por supuesto él se ha alegrado. Después le he dejado coger el ascensor junto a su niño, para subir hasta el primer piso.

Hablemos ahora de los paraguas. Son días de lluvia… lo sabemos todos, hasta el que nunca mira el parte meteorológico ni tiene amigos que le digan ‘mañana lloverá’. ¿Por qué siguen saliendo a la calle personas, desde primera hora, sin paraguas?

Este debate lo he tenido muchas veces. De acuerdo, entiendo que hay gente como mi compañero de trabajo que dice ‘me gusta mojarme’, nada que objetar. Pero esto es como el independentismo en Cataluña, concretamente en la Barcelona que habito… no puede haber una mayoría tan amplía de personas que salgan a la calle sin paraguas, porque sí.

Y sé de lo que hablo, porque es salir de la estación del metro y encontrarte a los pakistanís más listos y previsores –además de madrugadores- que están vendiendo los paraguas a la gente despistada o vaga, que los acaba comprando. Muy baratos los pagan… yo los pondría a 50€, porque para las personas que no se olvidan el móvil en casa, la pereza debería tener un precio más elevado.

Hablemos del Gran Wyoming. Me cae bien aunque no lo conozco personalmente, por lo que puedo opinar lo que me venga en gana… básicamente, como hace todo el mundo; especialmente el sector de la derecha. Vamos a ver, ¿desde cuándo ser progresista es algo perjudicial para la salud de los ciudadanos? Lo digo porque cada vez que le atacan, le llaman progre como al que llama guarro a alguien que no se ha duchado en varios días.

A mí, personalmente, que este señor (que ya tiene una edad) tenga un piso, cinco o cincuenta, me da absolutamente igual. Si se ha ganado su dinero de forma honrada, le felicito. Pero no, parece que hay una España de 52 diputados (y algunos más) que el hecho de que el Gran Wyoming sea progresista, tenga dinero y lo haya ganado sin robar –como otros-, resulta alguien digno de insulto.

Eso sí, que Rocío Monasterio se ponga a firmar irregularmente actos administrativos sin tener el título correspondiente, eso no pasa nada. Minucias. Y si te demanda alguien como Arturo Valls, en lugar de reconocer tu error y pedir disculpas… ¿sería lo fácil, verdad? Pues no. Le atacas, con el clásico ‘y tú más’ que utilizan los niños pequeños.

Pues no, esta sociedad cada vez la entiendo menos. Por eso, al leer hoy un artículo en Josep Fita en La Vanguardia, me ha alegrado y llamado mucho la atención.

Resulta que en Barcelona, concretamente en la zona del Arco del Triunfo, un chico de 25 años llamado Adrià Ballester lleva nueva años sentándose cada fin de semana a hablar con desconocidos. Y lo hace con un cartel que dice ‘conversaciones gratis’, como el del movimiento que hace tiempo empezaron a regalar brazos gratis por la calle… y al gente se echaba la mano a la cartera por si se la querían robar. En este caso, la gente no se echa la mano a su cabeza.

Me ha parecido una idea genial, y que sea obra de un español al cuál personas de otros países se quieren sumar a lo que puede convertirse en un movimiento social, me ha devuelto la fe en las personas. Y, además, un chico tan joven que podría estar haciendo tantas otras cosas con su tiempo de ocio… y, además, alguien que estudia y trabaja durante toda la semana.


Por lo que he leído en otras entrevistas suyas, él se desvincula de la terapia psicológica, simplemente habla con las personas y ellas le cuentan lo que quieren, sin dar consejos ni pautas de conducta. Lo cierto es que a mí me parece interesante, porque por fin tendré a alguien a quién hablarle sin que me juzgue de la rabia que me da ver a la gente sin paraguas cuando está lloviendo, o a mi vecino cogiendo el ascensor para subir 9 escalones contados.

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