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Etiquetas | Maternidad | Aborto
“Allí donde hay amor, hay vida; el odio conduce a la destrucción”, Mahatma Gandhi, abogado y político hindú

¿Por qué no me dejaste nacer?

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¡El aborto es sagrado! Gritaron hace unas semanas tres proabortistas en el Congreso de los Diputados, al tiempo que mostraban públicamente los atributos de que la naturaleza les ha dotado, precisamente, para que puedan cumplir con su destino de ser madres. ¡Qué contrasentido! ¿No pensaron que la aberración que vociferaron la podían hacer gracias a que sus madres, no pensaron como ellas?.

Gritar que el aborto es sagrado, es tanto como gritar que el asesinato es sagrado. Verán, hace unos días apareció en mi muro de Facebook —me hace mucha gracia los nombrecitos que le ponen a las cosas estas de la informática— digo que apareció la siguiente historia:

Con un bebe en los brazos, se presentó una mujer muy asustada en el consultorio de su ginecólogo y diciéndole:

- Doctor: por favor ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro.....

El médico le preguntó: - Muy bien, ¿qué quiere que yo haga?.

Ella respondió: - Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda.
El médico se quedó pensando un poco y después de algún tiempo le dijo: - Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.

La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. Él siguió hablando: - Vea señora: para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que tiene usted en sus brazos. Así tendrá un periodo de descanso mayor aún, hasta que el otro niño nazca. Si vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro de los niños. Y hasta es más fácil sacrificar éste que tiene entre sus brazos, puesto que usted no correrá ningún riesgo.

- La mujer, con gesto de estupor dijo: ¡No, doctor! ¡Qué horror! ¡Matar a un niño es un crimen!.

- Pienso lo mismo, señora, pero usted me pareció tan convencida de hacerlo, que por un momento pensé en ayudarla.

El médico sonrió y después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no había la menor diferencia entre matar un niño ya nacido o matar al que llevaba en su vientre.

Ignoro si la historia es ficticia o verdadera, pero sirve perfectamente para ilustrar una realidad que cada año arranca la vida a 120.000 niños indefensos.

Dice la izquierda que no se puede limitar la libertad de las ciudadanas de este país —al parecer les produce sarpullidlo pronunciar la palabra España— al dictado de la Conferencia Episcopal”.

Pero la realidad de la Ley que aprobaron los socialistas, es que hoy una niña con 16 años, puede abortar si consultar siquiera con sus padres.

¿Ustedes creen que una criatura sola y aterrada ante un embarazo inesperado, está en condiciones de tomar una decisión tan grave como es abortar?.

¿Alguien le ha explicado a esa niña que tras el aborto se verá afectada por la angustia, el sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, terrores nocturnos, depresión e incluso disfunción en su futura vida sexual? Son trastornos que pueden llegar a aparecer, incluso años después de haber abortado. Y lo que nadie le evitará mientras viva, será el escuchar en lo más profundo de su alma la voz de su bebé preguntándole:

- Mamá: ¿Por qué no me dejaste nacer?
- ¿Es que me querías proteger de los peligros de la vida?
- ¿Fue porque no tenías dinero para poder alimentarme?
- ¿Quizá fue que no tenías la edad necesaria para cuidar de mí?
- La causa por la que te deshiciste de mí ¿Fue por el qué dirán? ¿Para que la gente no pensara mal de ti?

¿Sabes? Me pongo a pensar como hubiera sido nuestra vida si me hubieses dejado nacer. Podría haber visto el cielo. Podría haber sentido el viento. Habría podido tocar tu rostro; ver tu sonrisa; sentir tu ternura... Imagino tantas cosas que no me has dejado llegar a conocer, mamá. Ahora estoy solo en la oscuridad; perdido; tengo miedo; me siento abandonado. Ve como me dejaron. Me cortaron en pedazos. Causo terror. No lo entiendo. Si tan solo era un niño indefenso. Pero ahora… solo soy un aborto más.

¿Por qué no me dejaste nacer?

“Allí donde hay amor, hay vida; el odio conduce a la destrucción”, Mahatma Gandhi, abogado y político hindú
César Valdeolmillos
jueves, 14 de noviembre de 2013, 08:16 h (CET)
¡El aborto es sagrado! Gritaron hace unas semanas tres proabortistas en el Congreso de los Diputados, al tiempo que mostraban públicamente los atributos de que la naturaleza les ha dotado, precisamente, para que puedan cumplir con su destino de ser madres. ¡Qué contrasentido! ¿No pensaron que la aberración que vociferaron la podían hacer gracias a que sus madres, no pensaron como ellas?.

Gritar que el aborto es sagrado, es tanto como gritar que el asesinato es sagrado. Verán, hace unos días apareció en mi muro de Facebook —me hace mucha gracia los nombrecitos que le ponen a las cosas estas de la informática— digo que apareció la siguiente historia:

Con un bebe en los brazos, se presentó una mujer muy asustada en el consultorio de su ginecólogo y diciéndole:

- Doctor: por favor ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro.....

El médico le preguntó: - Muy bien, ¿qué quiere que yo haga?.

Ella respondió: - Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda.
El médico se quedó pensando un poco y después de algún tiempo le dijo: - Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.

La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. Él siguió hablando: - Vea señora: para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que tiene usted en sus brazos. Así tendrá un periodo de descanso mayor aún, hasta que el otro niño nazca. Si vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro de los niños. Y hasta es más fácil sacrificar éste que tiene entre sus brazos, puesto que usted no correrá ningún riesgo.

- La mujer, con gesto de estupor dijo: ¡No, doctor! ¡Qué horror! ¡Matar a un niño es un crimen!.

- Pienso lo mismo, señora, pero usted me pareció tan convencida de hacerlo, que por un momento pensé en ayudarla.

El médico sonrió y después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no había la menor diferencia entre matar un niño ya nacido o matar al que llevaba en su vientre.

Ignoro si la historia es ficticia o verdadera, pero sirve perfectamente para ilustrar una realidad que cada año arranca la vida a 120.000 niños indefensos.

Dice la izquierda que no se puede limitar la libertad de las ciudadanas de este país —al parecer les produce sarpullidlo pronunciar la palabra España— al dictado de la Conferencia Episcopal”.

Pero la realidad de la Ley que aprobaron los socialistas, es que hoy una niña con 16 años, puede abortar si consultar siquiera con sus padres.

¿Ustedes creen que una criatura sola y aterrada ante un embarazo inesperado, está en condiciones de tomar una decisión tan grave como es abortar?.

¿Alguien le ha explicado a esa niña que tras el aborto se verá afectada por la angustia, el sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, terrores nocturnos, depresión e incluso disfunción en su futura vida sexual? Son trastornos que pueden llegar a aparecer, incluso años después de haber abortado. Y lo que nadie le evitará mientras viva, será el escuchar en lo más profundo de su alma la voz de su bebé preguntándole:

- Mamá: ¿Por qué no me dejaste nacer?
- ¿Es que me querías proteger de los peligros de la vida?
- ¿Fue porque no tenías dinero para poder alimentarme?
- ¿Quizá fue que no tenías la edad necesaria para cuidar de mí?
- La causa por la que te deshiciste de mí ¿Fue por el qué dirán? ¿Para que la gente no pensara mal de ti?

¿Sabes? Me pongo a pensar como hubiera sido nuestra vida si me hubieses dejado nacer. Podría haber visto el cielo. Podría haber sentido el viento. Habría podido tocar tu rostro; ver tu sonrisa; sentir tu ternura... Imagino tantas cosas que no me has dejado llegar a conocer, mamá. Ahora estoy solo en la oscuridad; perdido; tengo miedo; me siento abandonado. Ve como me dejaron. Me cortaron en pedazos. Causo terror. No lo entiendo. Si tan solo era un niño indefenso. Pero ahora… solo soy un aborto más.

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