Todo parece indicar por estos días que a ciertos medios paraguayos, que intentaron montar un circo, le han crecido los enanos.
Habituados a lograr que presidentes firmen decretos ante una simple insinuación en sus titulares, en las últimas semanas los vientos han cambiado.
Sin conflictos con su propio discurso, Cartes exteriorizó su simpatía y admiración por las presidentas de Argentina y Brasil, se entrevistó cordialmente con el presidente uruguayo Mujica, se encontró con Nicolás Maduro y desmintió resquemores con respecto a la presencia de Venezuela en el MERCOSUR.
También ratificó su apuesta por la integración regional, y su mentalidad libre de prejuicios ideológicos. Lo demostró entrevistándose no sólo con Maduro, sino con referentes del partido comunista de Brasil como Nadia Campeao.
Uno de las primeros pasos en falso había sido difundir la versión que el Mossad había cedido custodios a Cartes, como si fuera una agencia de seguridad privada y el gobierno paraguayo un protectorado que los israelíes debían tutelar. Era parte de una campaña por devolver a Paraguay al tiempo en que su dictadura anticomunista lo había convertido en paria de la comunidad internacional, y debía oxigenarse con regímenes como la Sudáfrica del apartheid o la Taiwán de Chiang Kai Sek.
Desmintiendo tales versiones, Cartes se declaró partidario de la integración regional. Es más, se reunió con el presidente bolivariano de Venezuela en Surinam, desafiando a los detractores del mentado “socialismo del siglo xxi” que saturan los medios paraguayos.
Viendo que la campaña anti-bolivariana flaqueaba, los medios intentaron traer a colación a la guerrilla del EPP, buscando arrancar a Cartes frases de inflamado anatema contra el grupo armado que actúa en el norte de Paraguay. El presidente sorprendió afirmando que su gobierno enfatizará como método de lucha la presencia del estado.
En el fondo, toda mención del EPP en Paraguay busca siempre perjudicar al gobierno, exponiéndolo como incapaz de resolver el tema de la guerrilla. También se apuntaba a convertir al poder en sospechoso de complicidad con el grupo armado.
Cuando el Paraguay tenía a un obispo como presidente, el monopolio mediático afirmaba que el EPP estaba conformado por ex seminaristas a los que la teología de la liberación les afiebró la mente. Ahora que el presidente es Cartes, dicen que el jefe del EPP es un narcotraficante.
Siempre intentando involucrar a quien esté al mando, la consigna de publicitar desproporcionadamente al EPP es evidente: desprestigiar al gobernante de turno.
Cuando el monopolio mediático amenazó con una declaración de guerra si se aprobaba un impuesto a las ganancias de los agro-exportadores, Cartes mostró que era dueño de la lapicera promulgando la ley. Cuando todos esperaban que sus políticas económicas dibujen un neoliberalismo tardío, enviando al remate las empresas públicas, Cartes decidió recuperar para el estado una siderúrgica privatizada en años del auge neoliberal, con funestos resultados.
Desmintiendo todas las versiones del monopolio mediático reaccionario, que no buscaban otra cosa que desprestigiarlo, presentándolo con un troglodita fascistoide de mentalidad retrógrada, el presidente Horacio Cartes en los últimos días se acercó a la izquierda para respaldar la candidatura de Fernando Lugo para la titularidad de UNASUR. Con este gesto, no solo desmintió a las campañas que buscaban alejarlo de la izquierda, sino que también empezó a sumar a su base política a referentes de la izquierda bolivariana.
Al mismo tiempo, el Congreso ha dado signos de moverse en la misma dirección del presidente, anticipando la aprobación de la presencia venezolana en el MERCOSUR, en respuesta a una virulenta campaña contra la democracia representativa consumada desde el mismo monopolio mediático.
Se ha dicho que astucias y traiciones no provienen más que de la falta de habilidad. En el caso de esta última virtud, está comprobado que el más hábil es siempre quien sabe ocultar su habilidad hasta que llega el verdadero momento de usarla.