Dijo Simón Bolívar que en la política no basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan. Si alguien está logrando convencer de su buena fe, y ganarse la confianza de propios y extraños, es el nuevo presidente paraguayo que asumió en agosto pasado.

Horacio Cartes, que a él nos referimos, sigue sorprendiendo a la derecha trasnochada de Paraguay con sus giros bolivarianos. Sus otrora críticos de la izquierda hoy afirman que está sorprendiendo gratamente a la patria grande.

El acercamiento a la importante dirigente del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) , Nadia Campeao, es todo un símbolo de la mentalidad del líder guaraní Horacio Cartes. Ante la mirada atónita de los medios reaccionarios, Cartes va conquistando el aval de la izquierda, al tiempo que va construyendo poder a través de las bases del partido nacionalista que lo llevó al poder.

De esta manera, la región se acerca a Paraguay para ofrecer respaldo internacional y estabilidad a su emblemático líder, retribuyendo sus claros signos en favor de la integración regional.

En consideración a su voluntad integracionista, la izquierda latinoamericana va cerrando filas así en torno a Cartes, amenazado por campañas de monopolios mediáticos reaccionarios. Cartes afirmó en el mismo contexto que desea participar de la próxima Cumbre del MERCOSUR, pero esperará lo que decida el Congreso.

También anunció que apoyará la candidatura del ex presidente Fernando Lugo para para presidir la UNASUR, y que es su deseo que todos los países tengan buenas relaciones. “Las peleas solo han traído dolor, pobreza y luto…Dios quiera que pronto todos los países podamos estar abrazados”.

Al mismo tiempo, uno de los férreos opositores al ingreso de Venezuela al MERCOSUR, el senador Luis Castiglioni, manifestó que revisó su postura, y llegado momento votará en el Parlamento por la aprobación del ingreso de la república bolivariana al mercado común que une a Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay y Uruguay.

Paralelamente, la ultraderecha que se va quedando sin posibilidades de realizar negociados con el gobierno, ha iniciado una campaña de terrorismo mediático buscando desestabilizarlo, sin mayores resultados. En tanto arrecian las críticas interesadas de estos empresarios, a través del monopolio mediático reaccionario que manejan, sitios web bolivarianos elogian a Horacio Cartes y lo califican como "el presidente que el glorioso pueblo paraguayo merece".

De esta manera, Cartes sale airoso de la campaña de desprestigio emprendida por la prensa de derechas, que buscaba relacionarlo con la ultraderecha retrógrada y anticomunista de Paraguay, de funesto pasado, además de intentar mancillar el buen nombre de sus mismos familiares. Todo parece indicar que con el nuevo gobierno paraguayo, los terroristas mediáticos no la tendrán fácil.

Por primera vez desde el advenimiento de la democracia en este país, en 1989, varios actores políticos de primera línea se animaron a lanzar críticas a la labor de la prensa relacionada con el monopolio anti-bolivariano de la desinformación.

El diputado oficialista Oscar Tuma manifestó que con acusaciones irresponsables, parte de los comunicadores paraguayos están destruyendo el periodismo. También acusó a los fiscales de dejarse manejar por los medios en su afán de protagonismo, y que estos ataques solo terminan perjudicando a la democracia representativa.

El senador Juan Carlos Galaverna, en la misma tónica, acusó al dueño del diario ABC color, Aldo Zucolillo, de haber participado del asesinato del Capitán Celestino Valiente en Buenos Aires, en tiempos de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla. Galaverna acusó de asesino y cobarde al conocido dueño de medio golpista. En el poder Legislativo, crece la posibilidad de elaborar una Ley de Medios contra estos monopolios, imitando a las de Argentina y Venezuela.

Decía un político que muchas veces los ataques benefician más al agredido que al agresor, y es lo que se viene dando con las embestidas de la prensa paraguaya, que solo han logrado el efecto contrario al que deseaban sus estrategas.

Ello a pesar de la popular creencia de que, como afirmara Mauriac, la calumnia siempre es sencilla y verosímil. Y en esto se diferencia muchas veces de la verdad.