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La insólita mirada al balompié con un riguroso compromiso ideológico

'Futbolistas de izquierda'

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El título hace a la obra. El acento se pone sobre aquellos hombres y mujeres que participando del juego, mantuvieron intactas sus convicciones por encima de la parafernalia del balompié. En este deporte, más que en ningún otro, de evidente vocación universal, existen códigos de conducta que amparan al elitismo y la presuntuosidad, en su apartado profesional. La vanidad, el exceso de yoísmo y el escaparatismo mediático concentran una gran parte de las energías que se mueven tras su estela. Es un mundo amasado en la celebración entusiasta del poder económico y político. Con los que mantiene una hermandad inquebrantable, basada en la necesidad de coexistir. Los imponderables políticos -dictadura o democracia- se sobrellevan desde el espectáculo de masas que aglutina. Panem et circenses -Pan y circo-, como diría el poeta romano Juvenal, sintesis de la recreación de la sociedad en la diversión y el distanciamiento de los problemas. Aludiendo a la costumbre de los emperadores de disponer juegos para mantener alejados a los ciudadanos de la política. Si se trata de los económicos, España es un ejemplo de lo que el poder del futbol logra conciliar y amansar. La situación de crisis generalizada no toca ni por asomo a los clubes. Las cantidades millonarias que adeudan al fisco producen sonrojo e indignación.



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La tasación en 101 millones de euros del futbolista galés Gareth Bale, confirma la perversión en la que nos hallamos inmersos. El estupor no proviene exclusivamente de los guarismos. La constatación que la ley de la oferta y la demanda es sólo una justificación primaria del capitalismo, nos lleva a pensar que otros elementos juegan no sólo en el rectángulo de juego. Los principios no son bienvenidos donde nunca fueron llamados. La primacía del pecunio desactiva la posible confrontación ajustada y equilibrada entre los equipos. La mejor plantilla es la que se procura a golpe de fajos de billetes. Lo demás es mitología deportiva, ensalzada con cierto aire folklórico desde las tribunas y redacciones de los medios de comunicación. Su tarea informativa se diseña para contentar las pasiones de los aficionados y pugnar con la selección de anécdotas y otros detalles menores.

Futbolistas de izquierda, de Quique Peinado -Léeme Libros. Prólogo de El Gran Wyoming y epílogo de Alberto Garzón- es una obra que nos habla de gestos. La personalidad de los jugadores que componen esta miscelánea de nombres se significan por aquéllos. Los hechos reales que se describen y que se incorporan a sus respectivas biografías dejan atrás la leyenda. Incluso en informaciones contradictorias el autor vindica su profesión periodística y analiza desde diferentes perspectivas los sucesos para desmitificarlos, "No me gustan los mitos, no soy nada mitómano, porque creo que detrás de esas construcciones se esconden muchas mentiras. Mi pequeña labor era no construir mitos donde no los había ni tratar a los personajes con un cariño desmedido, porque no quería poner un filtro excesivo en el enfoque. No pretendía ser neutral, porque no se debe ni se puede ser neutral, pero sí quería ser escéptico". La persona es la que antecede al perfil de jugador En la mayoria de las ocasiones ligada a cierta brillantez futbolística que no siendo definitoria para ellos, completa el círculo de las emociones y pasiones de la grada.

"En el fondo saber darle dos patadas a la pelota, tener la posibilidad de ser un Superman por dos horas el domingo a la tarde, para mí no quiere decir absolutamente nada. Sin dudas no implica ser mejor que otros ni valer más". Son manifestaciones de Paolo Sollier que durante los años 70 militó en diversos equipos italianos. Nunca firmaba autógrafos, "Somos dos personas exactamente iguales, ¿por qué, entonces, esta forma de relación dispar?. El hincha es una persona como yo, como cualquier otro, pongamos a mi amigo mozo, por ejemplo. Es así, en términos de igualdad yo debería como respuesta pedirle también que me firme un pedazo de la carta. ¿Te parece algo serio?" y saludaba a los aficionados con el puño cerrado y en alto. Las historias que se narran poseen la épica de los hechos en propia persona. Son los gestos que no son pose. El individuo en un ambiente nada propicio para contradecir, reflexiona y actúa, a pesar del coste que suponga la determinación que tome. La atmósfera sublimada del futbol no deja resquicio para la crítica social. Por ello el compromiso de estos jugadores señala ese innegable espíritu de libertad que en todo ser humano es innato. No se reconocen futbolísticamente si sus ideales no les acompañan tanto dentro como fuera del campo de juego.


QuiquePeinado
Los lectores disfrutarán de este inusual recorrido por el llamado deporte rey. Relatos veraces en los que la verosimilitud de los acontecimientos que se narran nos emocionan por la grandeza de sus protagonistas y el sentido de sus actos. Su autor deambula entre biografías humanas con unas connotaciones diferenciadoras a las que estamos acostumbrados cuando se habla de este juego. "Siempre me interesó el periodismo deportivo que va un poco más allá del puro juego, que detesto un poco, me gusta todo lo social que rodea al deporte". En el proceso de investigación hasta su culminación en este libro, ha obviado los jugadores y hechos a los que no podía interpelar ni contrastar por haber fallecido o no tener la posibilidad de contar con testigos. Ha logrado en el caso específico de los jugadores vascos -el colectivo más significado por el apoyo a la autodeterminación y a los presos políticos- plasmar un interesante debate de ideas y el por qué de sus convicciones.

Conoceremos la personalidad de Sócrates, el jugador de la selección brasileña, que pone en solfa a la todopoderosa FIFA en el Mundial de México. El famosos gol de Michel que no subió al marcador lo considera un robo y esgrime que existe el urdido interés en que la final se juegue entre México y Brasil. Reconociendo que a su selección le favorecían las decisiones arbitrales. En España, entre otros muchos, sabremos quien fue Pahíño, un hombre gustoso de disfrutar de la literatura rusa. Corría el año 1948. Nos encontramos en Zürich, en el estadio del Grasshopper Formando parte del equipo español -tras el incidente fue vetado y sólo regreso en un par de ocasiones- no dudo en reirse del militar que les pidió "cojones y valentía" para defender los colores nacionales. En Italia con Cristiano Lucarelli y su compromiso comunista, que no dudó en renunciar a gran parte de su salario para jugar en el equipo de toda su vida. Son una pequeña muestra de planteamientos que desafían el statu quo y superan la visión convencional.

Quique Peinado nos ofrece otra versión de la historia del futbol. Resalta aspectos que nos pueden parecer ajenos al propio deporte. Nada más lejos de la realidad. La implicación y el compromiso de estos jugadores confirma que, si bien las vinculaciones políticas con el fútbol son más que evidentes y públicas -los palcos cada domingo son una demostración de ello- la pretensión generalizada es preservarlo de afinidades ideológicas. Los que esperamos y buscamos algo más en las noticias deportivas, celebramos la edición de esta insólita obra. El escaso acercamiento informativo a este otro tipo de miradas donde el atractivo no es sólo y exclusivamente el espectáculo deportivo, tiene difícil cabida.

En la reflexión del periodista encontramos cierto desencanto, "Yo no tengo muy claro que el periodismo deportivo mayoritario es lo que quiere la gente, pero por ahora son esos posicionamientos los que tienen el mercado. Los que apostamos por otra cosa estamos condenado a trabajar en otros campos, y tener el periodismo más como un hobby, o algo que complementa". Mientras esperamos que el deseo se haga realidad -cuestión harto complicada- esta lectura nos mostrará otra forma de ver correr la banda, en este caso por la izquierda.

'Futbolistas de izquierda'

La insólita mirada al balompié con un riguroso compromiso ideológico
Pedro Luis Ibáñez Lérida
martes, 22 de octubre de 2013, 06:55 h (CET)
El título hace a la obra. El acento se pone sobre aquellos hombres y mujeres que participando del juego, mantuvieron intactas sus convicciones por encima de la parafernalia del balompié. En este deporte, más que en ningún otro, de evidente vocación universal, existen códigos de conducta que amparan al elitismo y la presuntuosidad, en su apartado profesional. La vanidad, el exceso de yoísmo y el escaparatismo mediático concentran una gran parte de las energías que se mueven tras su estela. Es un mundo amasado en la celebración entusiasta del poder económico y político. Con los que mantiene una hermandad inquebrantable, basada en la necesidad de coexistir. Los imponderables políticos -dictadura o democracia- se sobrellevan desde el espectáculo de masas que aglutina. Panem et circenses -Pan y circo-, como diría el poeta romano Juvenal, sintesis de la recreación de la sociedad en la diversión y el distanciamiento de los problemas. Aludiendo a la costumbre de los emperadores de disponer juegos para mantener alejados a los ciudadanos de la política. Si se trata de los económicos, España es un ejemplo de lo que el poder del futbol logra conciliar y amansar. La situación de crisis generalizada no toca ni por asomo a los clubes. Las cantidades millonarias que adeudan al fisco producen sonrojo e indignación.



peinado1
La tasación en 101 millones de euros del futbolista galés Gareth Bale, confirma la perversión en la que nos hallamos inmersos. El estupor no proviene exclusivamente de los guarismos. La constatación que la ley de la oferta y la demanda es sólo una justificación primaria del capitalismo, nos lleva a pensar que otros elementos juegan no sólo en el rectángulo de juego. Los principios no son bienvenidos donde nunca fueron llamados. La primacía del pecunio desactiva la posible confrontación ajustada y equilibrada entre los equipos. La mejor plantilla es la que se procura a golpe de fajos de billetes. Lo demás es mitología deportiva, ensalzada con cierto aire folklórico desde las tribunas y redacciones de los medios de comunicación. Su tarea informativa se diseña para contentar las pasiones de los aficionados y pugnar con la selección de anécdotas y otros detalles menores.

Futbolistas de izquierda, de Quique Peinado -Léeme Libros. Prólogo de El Gran Wyoming y epílogo de Alberto Garzón- es una obra que nos habla de gestos. La personalidad de los jugadores que componen esta miscelánea de nombres se significan por aquéllos. Los hechos reales que se describen y que se incorporan a sus respectivas biografías dejan atrás la leyenda. Incluso en informaciones contradictorias el autor vindica su profesión periodística y analiza desde diferentes perspectivas los sucesos para desmitificarlos, "No me gustan los mitos, no soy nada mitómano, porque creo que detrás de esas construcciones se esconden muchas mentiras. Mi pequeña labor era no construir mitos donde no los había ni tratar a los personajes con un cariño desmedido, porque no quería poner un filtro excesivo en el enfoque. No pretendía ser neutral, porque no se debe ni se puede ser neutral, pero sí quería ser escéptico". La persona es la que antecede al perfil de jugador En la mayoria de las ocasiones ligada a cierta brillantez futbolística que no siendo definitoria para ellos, completa el círculo de las emociones y pasiones de la grada.

"En el fondo saber darle dos patadas a la pelota, tener la posibilidad de ser un Superman por dos horas el domingo a la tarde, para mí no quiere decir absolutamente nada. Sin dudas no implica ser mejor que otros ni valer más". Son manifestaciones de Paolo Sollier que durante los años 70 militó en diversos equipos italianos. Nunca firmaba autógrafos, "Somos dos personas exactamente iguales, ¿por qué, entonces, esta forma de relación dispar?. El hincha es una persona como yo, como cualquier otro, pongamos a mi amigo mozo, por ejemplo. Es así, en términos de igualdad yo debería como respuesta pedirle también que me firme un pedazo de la carta. ¿Te parece algo serio?" y saludaba a los aficionados con el puño cerrado y en alto. Las historias que se narran poseen la épica de los hechos en propia persona. Son los gestos que no son pose. El individuo en un ambiente nada propicio para contradecir, reflexiona y actúa, a pesar del coste que suponga la determinación que tome. La atmósfera sublimada del futbol no deja resquicio para la crítica social. Por ello el compromiso de estos jugadores señala ese innegable espíritu de libertad que en todo ser humano es innato. No se reconocen futbolísticamente si sus ideales no les acompañan tanto dentro como fuera del campo de juego.


QuiquePeinado
Los lectores disfrutarán de este inusual recorrido por el llamado deporte rey. Relatos veraces en los que la verosimilitud de los acontecimientos que se narran nos emocionan por la grandeza de sus protagonistas y el sentido de sus actos. Su autor deambula entre biografías humanas con unas connotaciones diferenciadoras a las que estamos acostumbrados cuando se habla de este juego. "Siempre me interesó el periodismo deportivo que va un poco más allá del puro juego, que detesto un poco, me gusta todo lo social que rodea al deporte". En el proceso de investigación hasta su culminación en este libro, ha obviado los jugadores y hechos a los que no podía interpelar ni contrastar por haber fallecido o no tener la posibilidad de contar con testigos. Ha logrado en el caso específico de los jugadores vascos -el colectivo más significado por el apoyo a la autodeterminación y a los presos políticos- plasmar un interesante debate de ideas y el por qué de sus convicciones.

Conoceremos la personalidad de Sócrates, el jugador de la selección brasileña, que pone en solfa a la todopoderosa FIFA en el Mundial de México. El famosos gol de Michel que no subió al marcador lo considera un robo y esgrime que existe el urdido interés en que la final se juegue entre México y Brasil. Reconociendo que a su selección le favorecían las decisiones arbitrales. En España, entre otros muchos, sabremos quien fue Pahíño, un hombre gustoso de disfrutar de la literatura rusa. Corría el año 1948. Nos encontramos en Zürich, en el estadio del Grasshopper Formando parte del equipo español -tras el incidente fue vetado y sólo regreso en un par de ocasiones- no dudo en reirse del militar que les pidió "cojones y valentía" para defender los colores nacionales. En Italia con Cristiano Lucarelli y su compromiso comunista, que no dudó en renunciar a gran parte de su salario para jugar en el equipo de toda su vida. Son una pequeña muestra de planteamientos que desafían el statu quo y superan la visión convencional.

Quique Peinado nos ofrece otra versión de la historia del futbol. Resalta aspectos que nos pueden parecer ajenos al propio deporte. Nada más lejos de la realidad. La implicación y el compromiso de estos jugadores confirma que, si bien las vinculaciones políticas con el fútbol son más que evidentes y públicas -los palcos cada domingo son una demostración de ello- la pretensión generalizada es preservarlo de afinidades ideológicas. Los que esperamos y buscamos algo más en las noticias deportivas, celebramos la edición de esta insólita obra. El escaso acercamiento informativo a este otro tipo de miradas donde el atractivo no es sólo y exclusivamente el espectáculo deportivo, tiene difícil cabida.

En la reflexión del periodista encontramos cierto desencanto, "Yo no tengo muy claro que el periodismo deportivo mayoritario es lo que quiere la gente, pero por ahora son esos posicionamientos los que tienen el mercado. Los que apostamos por otra cosa estamos condenado a trabajar en otros campos, y tener el periodismo más como un hobby, o algo que complementa". Mientras esperamos que el deseo se haga realidad -cuestión harto complicada- esta lectura nos mostrará otra forma de ver correr la banda, en este caso por la izquierda.

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