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Luciano Sabatini

Juguemos al fútbol ficción

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Imaginemos que estamos en Julio de 2007, y en un tremendo esfuerzo adivinatorio, vemos la liga decidida. Después de cuatro meses de emoción y tres de agobios con los que no hicieron a tiempo sus deberes el título está listo para sentencia. El Barcelona de Rijkaard ha sentado cátedra en el fútbol español, por creatividad, por estilo, por jugadores, y porque no ha encontrado un rival a la altura que quiera arrebatarle el título. Si en su primer año el técnico holandés se hizo con la liga con 11 jugadores, y el segundo contaba con 13 ó 14 buenos jugadores, esta última liga ya ha gozado del privilegio de 17 jugadores del más alto nivel, y así la cosa es fácil. Rijkaard, pragmático donde los haya siempre lo tuvo claro: el protagonismo siempre es de los jugadores. Con alguna indisciplina que otra, Eto´o es de nuevo pichichi, pero se queda cerca de Shevchenko, bota de oro con el Chelsea. Gudjonsen tomó el relevo funcional de Larsson, y Thuram no estaba tan viejo como se pensaba. La ciudad condal es un clamor, y atrás quedan los años de sequía, que los más pequeños ni recordarán ya… ¿Cuándo fue la última liga que ganó el Madrid, papa?

Del otro lado un equipo no levanta cabeza. Con el cambio de presidente, este año se había vuelto a confiar en un técnico italiano que hizo grande al equipo, en títulos nunca en juego, hace una década. Pongamos que hablo del Madrid. Un equipo que debía aspirar a todo, por tradición, por presupuesto y masa social, y que un año más, y van CUATRO (con mayúsculas), se queda con la miel en los labios. Los pupilos de Capello ganan más partidos que pierden, evidente, pero empatan también casi los mismos, y son manteados por varios equipos de la primera, Barcelona, Sevilla, Deportivo, incluso el Getafe y el Nastic tuvieron sus opciones ante los blancos. La razón no fue otra que el concepto futbolístico con el que juegan; se clasifican para Champions porque tiene a Van Nistelroy, con un olfato goleador que va más allá del juego que haga su equipo, y a pesar de que pocas asistencias llegaron desde Emerson y Diarra. En el país que inventó el fútbol, Baptista se reencuentra consigo mismo, y hace 10 goles con el Arsenal en la Premier, mientras que Reyes acaba jugando menos de lo esperado, ya que Capello nunca pretendió utilizar las bandas. Así el equipo se volvió a quedar fuera de la Champions en cuanto se cruzó con un rival con entereza, y solo le queda mirar con envidia y resignación a su eterno rival.

El Valencia de Quique Sánchez Flores hace una gran campaña. Aunque perdió la creatividad del defenestrado Aimar, los goles de Villa le han mantenido toda la temporada en la cabeza. En el debe de los valencianos queda lo bien que podría jugar este equipo y lo mal que lo hace, cómo administra y racanea con el resultado. Quique acabó diciendo lo de siempre, que no le gusta cómo juega su equipo, pero poderoso caballero fueron los resultados. Vicente volvió a ser el de antaño, y los goles de Morientes contribuyeron a que la solidez defensiva del esquema no se quedara solo en eso, y se acabaran ganando los partidos. No obstante, el aficionado “ché” acabó aburriéndose más que divirtiéndose, y alguno que otro dejó de acudir a Mestalla para aficionarse al cine y al teatro, y mal no hizo.

Glorias para la capital hispalense, pues no conformes con ser campeones de Europa, como dice el presidente del Sevilla, José María del Nido, (quiso decir campeón de la UEFA, que no es lo mismo), acaba clasificándose para la Champions. Juande Ramós tomó con inteligencia el relevo de Caparrós, y supo aprovechar la generación emergente de los Alves, Navas, David Castedo, y Kepa, para sumarlos a la experiencia y buen hacer de Maresca, Kanuté y Luis Fabiano. En esto del fútbol todo está inventado, son habas contadas, y si pones a los mejores con un esquema que promueva la creatividad del jugador los resultados terminan por llegar.

Los equipos chicos acaban pasándolo mal, como siempre, Levante, y Recreativo, con la decepción de algún equipo más que se les sumó con generosidad, se disputaron el descenso. Tras Villarreal y Getafe, la sorpresa de la liga fue ese equipo que hizo las cosas fáciles, y no se perdió en conjeturas de llegar a Europa ni nada por el estilo. Fue aquel que se reforzó con inteligencia, y que de la mano de un técnico con las cosas claras, metió el miedo en el cuerpo a más de un grande.

Pero esto solo es fútbol ficción, recordemos que a día de hoy solo llevamos dos jornadas disputadas, y parece descabellado hacer tales conjeturas, ¿verdad? Queda mucha liga por delante, muchos partidos por ver, y la misma historia de todos los años por vivir. Aunque por momentos nuestra historia parezca real, ninguno de nosotros somos Rapel; seamos francos, esto no es más que un mero producto de nuestra imaginación… ¿o quizás, no sea así?

Juguemos al fútbol ficción

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
lunes, 11 de septiembre de 2006, 20:58 h (CET)
Imaginemos que estamos en Julio de 2007, y en un tremendo esfuerzo adivinatorio, vemos la liga decidida. Después de cuatro meses de emoción y tres de agobios con los que no hicieron a tiempo sus deberes el título está listo para sentencia. El Barcelona de Rijkaard ha sentado cátedra en el fútbol español, por creatividad, por estilo, por jugadores, y porque no ha encontrado un rival a la altura que quiera arrebatarle el título. Si en su primer año el técnico holandés se hizo con la liga con 11 jugadores, y el segundo contaba con 13 ó 14 buenos jugadores, esta última liga ya ha gozado del privilegio de 17 jugadores del más alto nivel, y así la cosa es fácil. Rijkaard, pragmático donde los haya siempre lo tuvo claro: el protagonismo siempre es de los jugadores. Con alguna indisciplina que otra, Eto´o es de nuevo pichichi, pero se queda cerca de Shevchenko, bota de oro con el Chelsea. Gudjonsen tomó el relevo funcional de Larsson, y Thuram no estaba tan viejo como se pensaba. La ciudad condal es un clamor, y atrás quedan los años de sequía, que los más pequeños ni recordarán ya… ¿Cuándo fue la última liga que ganó el Madrid, papa?

Del otro lado un equipo no levanta cabeza. Con el cambio de presidente, este año se había vuelto a confiar en un técnico italiano que hizo grande al equipo, en títulos nunca en juego, hace una década. Pongamos que hablo del Madrid. Un equipo que debía aspirar a todo, por tradición, por presupuesto y masa social, y que un año más, y van CUATRO (con mayúsculas), se queda con la miel en los labios. Los pupilos de Capello ganan más partidos que pierden, evidente, pero empatan también casi los mismos, y son manteados por varios equipos de la primera, Barcelona, Sevilla, Deportivo, incluso el Getafe y el Nastic tuvieron sus opciones ante los blancos. La razón no fue otra que el concepto futbolístico con el que juegan; se clasifican para Champions porque tiene a Van Nistelroy, con un olfato goleador que va más allá del juego que haga su equipo, y a pesar de que pocas asistencias llegaron desde Emerson y Diarra. En el país que inventó el fútbol, Baptista se reencuentra consigo mismo, y hace 10 goles con el Arsenal en la Premier, mientras que Reyes acaba jugando menos de lo esperado, ya que Capello nunca pretendió utilizar las bandas. Así el equipo se volvió a quedar fuera de la Champions en cuanto se cruzó con un rival con entereza, y solo le queda mirar con envidia y resignación a su eterno rival.

El Valencia de Quique Sánchez Flores hace una gran campaña. Aunque perdió la creatividad del defenestrado Aimar, los goles de Villa le han mantenido toda la temporada en la cabeza. En el debe de los valencianos queda lo bien que podría jugar este equipo y lo mal que lo hace, cómo administra y racanea con el resultado. Quique acabó diciendo lo de siempre, que no le gusta cómo juega su equipo, pero poderoso caballero fueron los resultados. Vicente volvió a ser el de antaño, y los goles de Morientes contribuyeron a que la solidez defensiva del esquema no se quedara solo en eso, y se acabaran ganando los partidos. No obstante, el aficionado “ché” acabó aburriéndose más que divirtiéndose, y alguno que otro dejó de acudir a Mestalla para aficionarse al cine y al teatro, y mal no hizo.

Glorias para la capital hispalense, pues no conformes con ser campeones de Europa, como dice el presidente del Sevilla, José María del Nido, (quiso decir campeón de la UEFA, que no es lo mismo), acaba clasificándose para la Champions. Juande Ramós tomó con inteligencia el relevo de Caparrós, y supo aprovechar la generación emergente de los Alves, Navas, David Castedo, y Kepa, para sumarlos a la experiencia y buen hacer de Maresca, Kanuté y Luis Fabiano. En esto del fútbol todo está inventado, son habas contadas, y si pones a los mejores con un esquema que promueva la creatividad del jugador los resultados terminan por llegar.

Los equipos chicos acaban pasándolo mal, como siempre, Levante, y Recreativo, con la decepción de algún equipo más que se les sumó con generosidad, se disputaron el descenso. Tras Villarreal y Getafe, la sorpresa de la liga fue ese equipo que hizo las cosas fáciles, y no se perdió en conjeturas de llegar a Europa ni nada por el estilo. Fue aquel que se reforzó con inteligencia, y que de la mano de un técnico con las cosas claras, metió el miedo en el cuerpo a más de un grande.

Pero esto solo es fútbol ficción, recordemos que a día de hoy solo llevamos dos jornadas disputadas, y parece descabellado hacer tales conjeturas, ¿verdad? Queda mucha liga por delante, muchos partidos por ver, y la misma historia de todos los años por vivir. Aunque por momentos nuestra historia parezca real, ninguno de nosotros somos Rapel; seamos francos, esto no es más que un mero producto de nuestra imaginación… ¿o quizás, no sea así?

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