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Antonio Martín

Urgencias históricas

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La derrota de la selección española de fútbol en Belfast el pasado día 7 de septiembre frente a Irlanda del Norte (3-2) no pudo llegar en peor momento. Justo cuando las inevitables comparaciones con el combinado español de baloncesto llegaban a su cénit, el conjunto de Luis Aragonés pinchó ante un rival inferior y tosco, pero superior al español a todas luces en lucha y entrega.

Dicen que las comparaciones siempre son odiosas. Sobre todo a la hora de comparar distintos deportes, y por tanto, resultan absolutamente inútiles tales actos que no llevan a ninguna reflexión profunda sobre las verdaderas causas por las que el fútbol español, como selección, no termina de cuajar en las competiciones internacionales.

Y lleva siendo así cuarenta años, desde el histórico oro de España contra la Unión Soviética en el Europeo de 1964. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Acaso no han surgido excepcionales jugadores nacionales? ¿Es que no han surgido clubes históricos, cimentados sobre la calidad de españoles, que han hecho campeones a sus respectivos equipos? Intuyo, y lamento que sea así, que la suerte es parte fundamental en esta situación.

Recordemos que, hace muy poco tiempo, fue un árbitro el que decidió que España no pasara a semifinales en el Mundial de Corea y Japón, y que un tal Zinedine Zidane, alguien a quien los medios españoles daban por jubilado prematuramente, se encargó de fulminar la presencia española hace unos meses en Alemania.

Esa es la parte que podemos atribuir a la suerte. Pero no es la única causa del desastre. Recordemos que la liga española es la denominada 'mejor del mundo' por la gran cantidad de extranjeros que juegan aquí, y que sólo desde hace unos años, algunos aventureros (Cesc, Xabi Alonso, Reina...) han dado el paso de abrir las fronteras para el español para jugar en el extranjero.

¿Es Luis Aragonés, por tanto, responsable del fracaso en Irlanda del Norte? Partiendo de que faltó a su palabra de dimitir si el equipo no llegaba a cuartos de final en Alemania, Aragonés es tan capaz como cualquier otro de levantar este equipo, pero lo que no se puede permitir es que el propio entrenador ofrezca una imagen derrotista, ausente y triste en el banquillo, como se vio en Belfast.

Se requiere un cambio, y urgentemente. Hay jugadores que no deberían volver y que parece que echarán raíces en el equipo aunque su presencia no parezca estar justificada en cada convocatoria. Y hay otros a los que se les debe brindar la oportunidad, como es el caso de algunos magníficos jugadores del Sevilla.

Mientras esperamos a que sople el viente a favor, habrá que recordar que los éxitos no se producen por casualidad, y algunos tendrían que echar la mirada atrás para comprobar cómo los más brillantes exitos del deporte siempre se producen después de haberse levantado, no una, sino varias veces ante la adversidad. Pregúntenles a los héroes del baloncesto.

Urgencias históricas

Antonio Martín
Antonio Martín
lunes, 11 de septiembre de 2006, 20:58 h (CET)
La derrota de la selección española de fútbol en Belfast el pasado día 7 de septiembre frente a Irlanda del Norte (3-2) no pudo llegar en peor momento. Justo cuando las inevitables comparaciones con el combinado español de baloncesto llegaban a su cénit, el conjunto de Luis Aragonés pinchó ante un rival inferior y tosco, pero superior al español a todas luces en lucha y entrega.

Dicen que las comparaciones siempre son odiosas. Sobre todo a la hora de comparar distintos deportes, y por tanto, resultan absolutamente inútiles tales actos que no llevan a ninguna reflexión profunda sobre las verdaderas causas por las que el fútbol español, como selección, no termina de cuajar en las competiciones internacionales.

Y lleva siendo así cuarenta años, desde el histórico oro de España contra la Unión Soviética en el Europeo de 1964. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Acaso no han surgido excepcionales jugadores nacionales? ¿Es que no han surgido clubes históricos, cimentados sobre la calidad de españoles, que han hecho campeones a sus respectivos equipos? Intuyo, y lamento que sea así, que la suerte es parte fundamental en esta situación.

Recordemos que, hace muy poco tiempo, fue un árbitro el que decidió que España no pasara a semifinales en el Mundial de Corea y Japón, y que un tal Zinedine Zidane, alguien a quien los medios españoles daban por jubilado prematuramente, se encargó de fulminar la presencia española hace unos meses en Alemania.

Esa es la parte que podemos atribuir a la suerte. Pero no es la única causa del desastre. Recordemos que la liga española es la denominada 'mejor del mundo' por la gran cantidad de extranjeros que juegan aquí, y que sólo desde hace unos años, algunos aventureros (Cesc, Xabi Alonso, Reina...) han dado el paso de abrir las fronteras para el español para jugar en el extranjero.

¿Es Luis Aragonés, por tanto, responsable del fracaso en Irlanda del Norte? Partiendo de que faltó a su palabra de dimitir si el equipo no llegaba a cuartos de final en Alemania, Aragonés es tan capaz como cualquier otro de levantar este equipo, pero lo que no se puede permitir es que el propio entrenador ofrezca una imagen derrotista, ausente y triste en el banquillo, como se vio en Belfast.

Se requiere un cambio, y urgentemente. Hay jugadores que no deberían volver y que parece que echarán raíces en el equipo aunque su presencia no parezca estar justificada en cada convocatoria. Y hay otros a los que se les debe brindar la oportunidad, como es el caso de algunos magníficos jugadores del Sevilla.

Mientras esperamos a que sople el viente a favor, habrá que recordar que los éxitos no se producen por casualidad, y algunos tendrían que echar la mirada atrás para comprobar cómo los más brillantes exitos del deporte siempre se producen después de haberse levantado, no una, sino varias veces ante la adversidad. Pregúntenles a los héroes del baloncesto.

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