Sin novedad en el frente. La selección española protagonizó antes de ayer en Belfastun un nuevo capítulo de indolencia e incapacidad al que nos tiene acostumbrados tras un fracaso en una competición internacional.
El caso es que pocos dudan de la valía y calidad de buena parte de los jugadores que la nutren. Casillas, Puyol, Xavi, X.Alonso, Villa … son jugadores de alto nivel. Pero también es evidente que buenos jugadores técnicos no hacen necesariamente un buen equipo.
El fútbol de elite tiene un componente físico y psicológico fundamental y ahí es donde esta selección – y otras – falla clamorosamente. La falta de un estilo definido, la carencia de garra, de autoestima como selección son históricamente el gran talón de Aquiles del combinado nacional.
Como comentaba a TVE acertadamente el actual seleccionador serbio Javier Clemente, es muy posible que la calidad del equipo no sea la que muchos le presuponen. El fútbol es bastante más que el tiqui – taca; se compone también de presión, orden defensivo, ritmo alto, buena lectura del contrario… pero eso no vende por estos lares.
Y visto el Mundial de Alemania, bien haría el seleccionador en fijarse en los sistemas, despliegues físico-técnicos y rendimiento en general de Italia o de Alemania, por ejemplo.
Italia es en la opción del modelo a seguir: compromiso, ideas claras, defensa fuerte, orden, presión y pegada. La calidad técnica ya existe.
El caso es que seleccionadores tan diferentes como Clemente, Camacho o Luis están sacando poco rendimiento a generaciones de alto nivel futbolístico y no hay una varita mágica para dar con el antídoto. Camacho aseguraba el compromiso de sus muchachos así como el de la actual selección, con seguridad. Entonces, ¿qué pasa?
Lo más cerca que hemos estado de tener una selección fuerte, tipo equipo de fútbol (Milan, Barça…) fue con Javier Clemente. Uno recuerda las citas de EE.UU.’94 - infausto recuerdo del partido de cuartos ante Italia - o la misma Eurocopa de Inglaterra’96 - eliminados injustamente por los anfitriones en la tanda de penalties – como los momentos más brillantes de los últimos 15 años.
En fin, que ha tenido que venir a hurgar en la herida una Irlanda del Norte - que no ganaba a España desde el Mundial ’82, con aquel gol de Armstrong – a derrotar a un equipo netamente superior, solo a base de juego directo, garra y fe. Una Irlanda del Norte que encajaba recientemente un 0-3 ante la poderosa Islandia.
Ver para creer.