Tal vez lo del miércoles noche fue una debacle, o tal vez una simple derrota, un mal día que incluso selecciones como la italiana, vigente campeona del mundo, sufrieron en su camino hacia el éxito.

Dimisión por aquí, dimisión por allá, el “Sabio” tendrá que aprender a vivir junto la continua presión y la siempre presente rememoración del incumplimiento de su anuncio de abandono si la selección no realizaba un buen papel en el mundial.

Transcurridos escasos meses y tras dos o tres partidillos, Luís está comenzando a ser cuestionado por muchos de aquellos que lo apoyaban sin condiciones por entonces. Lo cierto es que mientras se gana algo no se pierde nada, y a pesar de que el no había logrado estar en el podium, nadie puede negar el enganche y la pasión que entre la gente despertó la selección, que visto los antecedentes no era poca ganancia. Pero el verano llega a su fin y con este el éxtasis y la benéfica actitud de los seguidores del combinado español.

La Federación debe mostrar a día de hoy su apoyo al seleccionador puesto que ésta, como último responsable del devenir de la selección, tiene que estar por encima de los fiascos y las proezas puntuales. El final del mundial fue el momento en que ellos, friamente, debieron analizar los pros y los contras del nuevo proyecto, Luís no acierta al dejar su futuro en manos de la muy influenciada opinión pública.

Aragonés y los jugadores se vieron avalados por mayoría absoluta, representaban pese a la derrota, una apuesta para las próximas grandes citas, pero como dijo J.J. Santos las ilusiones rotas en Alemania comienzan a pasar factura. Las cosas se piensan dos veces.