José Ignacio Wert sigue enredando, como de costumbre. El profesorado está preocupado por las barbaridades que se le escuchan al ministro desde hace tiempo. La ciudadanía continúa preocupada por el nuevo retoque parcial a la Ley Orgánica de Educación. Y, en el fondo, la nueva ley de educación; es decir la LOMCE. Cada ministro de educación quiere su ley, aunque suponga no acabar de desarrollar la anterior.

Muchos tenemos la sensación de que el Ministerio de Educación se ha convertido en un mercadillo, pero en un mercadillo malo. No hay más que echar una ojeada. Precisamente hoy, el señor ministro se reúne con las comunidades autónomas para tratar sobre el reparto de los fondos destinados a financiar las actividades tendentes a la mejora y a la difusión de la Formación Profesional. Dudo que haya acuerdo puntual desde el principio; hay comunidades que no aceptan eso del café para todos.

Esta variante del sistema educativo vuelve a ser una clara apuesta de lo que será la futura LOMCE, pero que nadie eche las campanas al vuelo, porque ya lo es en la LOE, lo era en la LOCE y también en la LOGSE se pusieron importantes cimientos; la LOGSE tenía muchas cosas erróneas, pero alguna se puede salvar por la intencionalidad que en ella se plasmó: en muchas otras fue un fracaso rotundo.

Al principio de lo que será la futura LOMCE, en su exposición de motivos, se incide en que se hará especial hincapié en tres aspectos: uno de ellos es la modernización de la Formación Profesional. Hasta aquí bien, pero llegamos tarde a lo que se conoce como FP Dual; es decir, aquella que combina la enseñanza teórica y el aprendizaje en la empresa, con prácticas remuneradas. Actualmente ya hay decenas de empresas dispuestas a afrontar ese reto, lo que es un mérito de las propias empresas y de quienes gestionan esta parcela en los centros.

No hay que olvidar que el PP ha aceptado varias enmiendas en la Comisión de Educación del Congreso. De acuerdos con esas enmiendas, en la futura FP se prestará atención especial al alumnado que precise apoyo educativo. Sin duda, es un mérito de quien lo propuso y de quien tuvo amplitud de miras y supo aceptarlo.

Precisamente, las prácticas en empresa, pero en el nivel universitario, dejan mucho que desear en algunas carreras. Sírvanos un último ejemplo: la semana pasada me contaron varios empresarios vallisoletanos que en esto de las prácticas, sobre todo en algunas ingenierías, la Universidad de Valladolid es un caos actualmente. ¿Por qué? Pues miren ustedes: los empresarios y órganos de la Administración que quieren participar y acoger a los universitarios no encuentran a un interlocutor válido. La persona responsable de las prácticas suele estar ‘desaparecida en combate’ y el señor Rector no sabe, ni contesta ni se le espera. Mientras tanto, la Consejería de Educación sigue mirando al tendido.