Felicidades a todos. La derrota humillante que más de media España estaba esperando se produjo el viernes contra el Sevilla. Derrota justa y merecida por exceso de protagonismo, pero sin trato justo por parte de algunos que delante de todo un país se les veía la camiseta de su equipo debajo de la camisa y la corbata. Alegrarse de las desgracias ajenas nunca ha estado bien, y muchos esa noche durmieron más a gusto que cuando su equipo gana. Mentalidad de segundones, luego que nadie se queje si fracasamos en casi todos los deportes, siempre sacando defectos al vecino cuando en este país somos los menos indicados para criticar.

La que nos puede dar una alegría y muy grande es la selección de baloncesto. Por fin son los rivales los que temen un cruce con nosotros y no al revés, aunque de los lituanos nunca te puedes fiar y menos cuando hasta los masajistas saben tirar triples. Un inconveniente bastante grande es la hora, porque mucha gente sigue de vacaciones y levantarse a unas horas poco recomendables puede generar un desbarajuste en la persona, y si se pierde después de pegarse el madrugón el almuerzo muy bien no va a sentar.

No quiero ser gafe, pero el partido no huele muy bien. La trayectoria del baloncesto es muy parecida a la de fútbol. El primer rival serio que se puso por delante nos venció dándonos una lección, y como cada dos años fuimos a llorar a casa pensando que éramos los mejores. Esperemos que en el baloncesto cambie y el primer rival importante (Serbia ya no es la que era) caiga y luchemos por las medallas.

A todo esto, Joaquín ya es libre de todo pecado y su “culebrón” ha acabado. Después de todo el esfuerzo que ha realizado Soler, el Valencia y el propio Joaquín se merecen luchar por algún titulo importante esta temporada, de lo contrario Lopera volverá a ficharlo para que acabe jugando en el Albacete. Este Valencia va muy en serio, pero una plantilla tan descompensada puede pasar factura.