Ante el colapso del imperio de Florentino, el Madrid lleva meses, sino años pidiendo una remodelación. Este fue el objetivo del cambio de presidente, de las elecciones, y de los posteriores fichajes. Pero en un club deportivo se acaba hablando sobre el campo. Para la temporada el Madrid ha preparado una función de teatro y Fabio Capello, que huía de una Juventus defenestrada a la serie B, es el director, rescatado del las aguas por su amigo Pedja Mijatovic. Se abre el telón, y se ve al mismo Madrid, pero sin Zidane, y con las incorporaciones de cuatro refuerzos, Emerson, Diarra, Cannavaro y Van Nistelroy.

La filosofía “capellesca” ha hecho que, como el mismo técnico reconoce, se haya trabajado especialmente el aspecto físico en la pretemporada. Si se ha machacado a los jugadores en este aspecto era por que desde el cuerpo técnico se pensaba que era el punto débil del equipo, bien. Ahora, la “poca soltura” (palabras textuales de Capello), que tiene el Madrid es la razón del pobre espectáculo mostrado en la gira americana, en el Carranza, el trofeo Santiago Bernabéu y la primera jornada de liga. ¿Explicación o excusa? Si es una explicación, mala previsión de los preparadores físicos, o a lo mejor ya se sabía que se podía tirar por la borda el comienzo de temporada y no importó demasiado; si es una excusa, volvamos todos al colegio a inventar mentiras por las que no hemos hecho lo deberes: “es que me dejé el libro en clase, el “boli” no me pintaba y de paso la abuela fumaba”.

El Madrid sigue sin juego y no parece existir marchamo de que las cosas puedan cambiar a corto plazo. El juego de un equipo siempre parte de la pelota, si yo la tengo y la conservo el contrario no la tendrá, tengo posibilidad de atacar y a su vez esto es la mejor defensa, ya que sin balón cómo me van a atacar. Hasta aquí todo bien. Capello ha elegido para que su nuevo Madrid tenga la pelota a Emerson y Diarra, en una transparente declaración de intenciones. Los dos son dos ladrillos muy férreos con los que construye su muro defensivo muy difícil de pasar, pero eso sí, no dejan de ser ladrillos.

Emerson es una tanqueta del centro del campo, un jugador aguerrido con capacidad para el toque en corto y con mucha destreza (si se puede llamar así) para cortar y dificultar el juego del rival. Se posiciona bien y rara vez pierde el sitio, factor que debe haber enamorado al técnico italiano que lo lleva como referente, de la Roma a la Juventus y luego al Madrid. Si sacamos de ahí al brasileño, tenemos un jugador con dificultades para dar un pase en profundidad, con escasa llegada y dudoso liderazgo para echarse a las espaldas a un equipo. Es un buen jugador, a pesar de esto, de lo que quizás puedan acompañar a otro mucho más creativo en el medio centro. Capello lo sabe, y por eso eligió para la gesta a… ¡Mahamadou Diarrá!

Diarra es diferente pero igual a Emerson. El de Mali toca bien con las dos piernas, mueve con corrección el balón a un toque e intenta sumarse en ocasiones al ataque, con algo más de error que acierto. No obstante es un pulmón del centro del campo, y eso para Capello es fundamental. En el debe, Diarra no brilla por su labor creativa o manejo de los tiempos, por su regate ni por su condición técnica, por mucho que su técnico se canse de decirlo en rueda de prensa.

Con Emerson y Diarra en el centro del campo, ¿Quién crea juego en el Madrid? Es cierto que al equipo blanco le van a hacer pocos goles en contra, como dijo su presidente, el Sr. Calderón, y es probable que pierda pocos partidos esta temporada, como asegura Capello, pero es una incógnita cuantos tantos será capaz de marcar para ganar los partidos. Y lo que es más preocupante, desconozco a que clase de fútbol rácano control van a jugar los merengues esta temporada. Me repito, ¿Quién va a crear el juego? Creo que la próxima vez se lo voy a preguntar al mismo Sr. Capello y os lo cuento a todos.