Como todos los años, el final del mes de agosto nos trae la disputa de la Supercopa de Europa y el sorteo de las competiciones europeas de fútbol. Como en todo sorteo, ha habido caras largas, caras de alegría e incluso caras de póker.
La cara larga es sin duda la del Barcelona, encuadrado en un duro grupo con el todopoderoso en la Premier League Chelsea, con fichajes más rutilantes que nunca si cabe, tales como Ballack o Shevchenko, el siempre incómodo Werder Bermen de la doble K en ataque (Klose-Klasnic) y una de las teóricas cenicientas de competición como es el debutante Levski de Sofia.
Por su parte, el Real Madrid es una de las caras de póker. Se enfrentará en primer lugar al Olympique de Lyon, con quien ha estado encarado todo el verano con el caso Diarra, con el Dinamo de Kiev, de recuerdos agridulces para los merengues y con un Steaua de Bucarest que regresa a la competición tras largos años de ausencia.
Otra cara de póker es la del Valencia, más por sus trifulcas internas entre Quique, Carboni y Soler que por un grupo en el que ni la Roma de Totti ni el Olympiakos de Rivaldo ni un Shakhtar Donetsk lleno de brasileños deben poner en peligro la clasificación ché.
Respecto a la Copa de la UEFA, todo son caras de alegría. Segundos partidos en casa y rivales, en general, de escasa entidad, como son el Trabzonspor turco (Osasuna), el Standard de Lieja (Celta), el Artmedia Petrzalka que el año pasado debutó en la Champions (Espanyol) y el desconocido cuadro griego del Atromitos (Sevilla) son el panorama que se encuentran los equipos españoles en esta competición.
Así pues, parece que podemos soñar con la repetición, dentro de un año, con una Supercopa como la de ayer, con dos equipos españoles. Y además, como ha sido el caso, dando espectáculo. ¿Podemos pedir más?