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Alfonso Sotelo

La liga vista desde el sur

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Una temporada más la que comienza en Mestalla con el Valencia-Betis. O una menos para los pesimistas. Y desde aquí, desde el sur del sur, todo se ve desde tres perspectivas bastante distintas. Algunos representan la serenidad, la tranquilidad; otros la preocupación, la desorganización; los terceros, la ilusión. Sevilla, Betis y Recreativo inician desde prismas diferentes, llegando a ser en algunos casos hasta diametralmente opuestos.

El Sevilla es el símbolo de la serenidad y la calma. Y ya era hora. Después de los convulsos años noventa, que dieron con los huesos de la entidad en Segunda división en dos ocasiones, la planificación y el trabajo bien hecho se han adueñado de la planta noble del Sánchez-Pizjuán. Tras conseguir la Copa de la UEFA, el equipo de Juande se ha visto reforzado por varios futbolistas que, además de calidad, aportan equilibrio a una plantilla que, en la mitad de la pasada temporada, pasó por una crisis, sobre todo física. Poulsen, Hinkel, Duda, Chevantón y Cobeño llegaron a Nervión para suplir a futbolistas de menor nivel, exceptuando el caso de Saviola, que abandonaron la nave rojiblanca en busca de minutos (Jordi, Notario, Makukula, Antoñito…). El aunar la fuerza de esas nuevas figuras (sobre todo el alemán Poulsen) con el firme bloque de temporadas anteriores será fundamental para revivir éxitos como los de la campaña anterior. El objetivo será el pendiente en la entidad desde hace varias temporadas: clasificar al equipo para la Champions. En contra del grupo jugará la presión de la grada, que tras los éxitos cosechados no dejará pasar ni una a los de Juande.

Mientras, en la otra orilla sevillana, todo es bien distinto. Tras la “marcha” de Lopera y la imposición de León como “presidente”, todo el beticismo está inmerso en un continuo mar de dudas. Cuando este humilde juntaletras escribe estas modestas líneas, nadie sabe qué va a ser de Joaquín, ni de Oliveira, ni… ni del mismo Betis. Sea como sea, la afición parece que ya está cansada de todo. Aún así, irá al Ruiz de Lopera para intentar ver algo de fútbol, aunque el objetivo esté claramente marcado (esta temporada sí que es así) en los cuarenta y tres puntos que dan la salvación. Se suele decir que de esos polvos vendrán estos lodos, y lo que se barruntaba en el Betis desde hace varios años ha desembocado en esta situación. Esperemos que la clasificación liguera no se vea afectada por todos los tejemanejes de Lopera, de León, de Joaquín y de Oliveira. Aunque, si se trata de apostar, yo no apostaría ni la casa de mi peor enemigo.

Y desde Huelva llega un halo de ilusión. Un equipo reforzado, con un buen entrenador (Marcelino García Toral) a la cabeza y con, sobre todo, la experiencia de un descenso. La afición ya sabe que en Primera hay que apretar desde el minuto uno del partido uno, por lo que salir de rositas del Nuevo Colombino parece que no va a ser este año tarea fácil. Obviamente, la permanencia ya sería un gran logro, aunque dar una buena imagen (como la que se consiguió en el anterior descenso, a pesar de todo) también debe ser un objetivo a cumplir por los blanquiazules.
En definitiva, una Liga nueva, para cumplir sueños y para soñar con otros mejores, como cada año. Para este que les escribe, como todas las temporadas desde que el fútbol es fútbol, será una Liga llena de quinielas rotas, como cada domingo de todas las semanas de todos los meses de todos los años. Y que usted lo siga viendo. Aunque, como diría aquel (alcalareño, para más señas), no eleven nada a definitivo…

La liga vista desde el sur

Alfonso Sotelo
Alfonso Sotelo
domingo, 27 de agosto de 2006, 03:12 h (CET)
Una temporada más la que comienza en Mestalla con el Valencia-Betis. O una menos para los pesimistas. Y desde aquí, desde el sur del sur, todo se ve desde tres perspectivas bastante distintas. Algunos representan la serenidad, la tranquilidad; otros la preocupación, la desorganización; los terceros, la ilusión. Sevilla, Betis y Recreativo inician desde prismas diferentes, llegando a ser en algunos casos hasta diametralmente opuestos.

El Sevilla es el símbolo de la serenidad y la calma. Y ya era hora. Después de los convulsos años noventa, que dieron con los huesos de la entidad en Segunda división en dos ocasiones, la planificación y el trabajo bien hecho se han adueñado de la planta noble del Sánchez-Pizjuán. Tras conseguir la Copa de la UEFA, el equipo de Juande se ha visto reforzado por varios futbolistas que, además de calidad, aportan equilibrio a una plantilla que, en la mitad de la pasada temporada, pasó por una crisis, sobre todo física. Poulsen, Hinkel, Duda, Chevantón y Cobeño llegaron a Nervión para suplir a futbolistas de menor nivel, exceptuando el caso de Saviola, que abandonaron la nave rojiblanca en busca de minutos (Jordi, Notario, Makukula, Antoñito…). El aunar la fuerza de esas nuevas figuras (sobre todo el alemán Poulsen) con el firme bloque de temporadas anteriores será fundamental para revivir éxitos como los de la campaña anterior. El objetivo será el pendiente en la entidad desde hace varias temporadas: clasificar al equipo para la Champions. En contra del grupo jugará la presión de la grada, que tras los éxitos cosechados no dejará pasar ni una a los de Juande.

Mientras, en la otra orilla sevillana, todo es bien distinto. Tras la “marcha” de Lopera y la imposición de León como “presidente”, todo el beticismo está inmerso en un continuo mar de dudas. Cuando este humilde juntaletras escribe estas modestas líneas, nadie sabe qué va a ser de Joaquín, ni de Oliveira, ni… ni del mismo Betis. Sea como sea, la afición parece que ya está cansada de todo. Aún así, irá al Ruiz de Lopera para intentar ver algo de fútbol, aunque el objetivo esté claramente marcado (esta temporada sí que es así) en los cuarenta y tres puntos que dan la salvación. Se suele decir que de esos polvos vendrán estos lodos, y lo que se barruntaba en el Betis desde hace varios años ha desembocado en esta situación. Esperemos que la clasificación liguera no se vea afectada por todos los tejemanejes de Lopera, de León, de Joaquín y de Oliveira. Aunque, si se trata de apostar, yo no apostaría ni la casa de mi peor enemigo.

Y desde Huelva llega un halo de ilusión. Un equipo reforzado, con un buen entrenador (Marcelino García Toral) a la cabeza y con, sobre todo, la experiencia de un descenso. La afición ya sabe que en Primera hay que apretar desde el minuto uno del partido uno, por lo que salir de rositas del Nuevo Colombino parece que no va a ser este año tarea fácil. Obviamente, la permanencia ya sería un gran logro, aunque dar una buena imagen (como la que se consiguió en el anterior descenso, a pesar de todo) también debe ser un objetivo a cumplir por los blanquiazules.
En definitiva, una Liga nueva, para cumplir sueños y para soñar con otros mejores, como cada año. Para este que les escribe, como todas las temporadas desde que el fútbol es fútbol, será una Liga llena de quinielas rotas, como cada domingo de todas las semanas de todos los meses de todos los años. Y que usted lo siga viendo. Aunque, como diría aquel (alcalareño, para más señas), no eleven nada a definitivo…

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