Existe un axioma que dice que el poder corrompe, y a su vez contiene un complemento que expresa “que si es absoluto más aún”.
En el ámbito publico como en el privado, los dirigentes deben ser consientes que el poder que ostentan es otorgado transitoriamente para el cumplimiento ya sea de las promesas realizadas en campaña y el respeto y observancia de la Constitución Nacional, y los dirigentes empresariales en el desarrollo y la eficacia en la obtención de los objetivos propuestos por el directorio de la Empresa.
El accionar del oficialismo, en verdad, parece estar distante a estas realidades, hoy comprendemos la emoción adolescente de nuestro mandatario en la entrega del Bastón de Mando, hace 3 años, el cual blandía como trofeo de guerra creyendo que el cargo que había logrado incluía también la impunidad y la prebenda para realizar las antiguas maniobras parlamentarias en pos de sus planes hegemónicos.
Su discurso de barricada contra la “vieja política” parece olvidado y pisoteado en las alfombras del poder, el sillón de Rivadavia contiene una seducción imposible de evitar, como lo hizo Ulises con el canto de las sirenas.
Los gobiernos que detentan el poder rara vez pierden una reelección, es mucha la autoridad que manejan y el presupuesto que destinan al acto eleccionario, ya sea en forma directa o indirecta, a través de publicidad o mediante actos de inauguración, con donaciones y reparto de tierras, etc.
El oficialismo esta armando con paciencia este rompecabezas, como anticipo logro desarticular a su mas organizado y único partido con raigambre nacional, la UCR, convirtiéndola en la UCRK.
Disgregar este partido, no pareció cosa difícil para Kirchner, los gobernadores dependen en gran medida de las decisiones económicas de Buenos Aires y esta asociación es inevitable a la hora del recuento de votos, en ambos lados provincial y nacional.
Los recientes acontecimientos del subsecretario de Tierras para el Hábitat Social Luis D Elia, apropiándose de lo ajeno, cual vulgar ladrón, nos deben hacer reflexionar, que si por el cargo que ocupa el ex-piquetero el presidente es consiente y avala tal actitud, estamos frente a un gobierno de neto corte dictatorial y deberemos poner a resguardo nuestros bienes, y si por el contrario no comprendió la gravedad de los sucesos estamos siendo gobernados por un mandatario que desconoce la realidad que lo circunda y el código penal de su país.
En ambos casos la situación reviste una gravedad pocas veces antes vivida por nuestra sociedad y que vemos como se agrava día a día.
Evaluar estas actitudes displicentes y las maniobras hegemónicas de los últimos meses, es algo que lo sociedad debe hacer al emitir su voto y no solo considerar los actos de gobierno de los 60 días previos a las elecciones.
Existe desde la entrañas del poder un manejo casi diabólico con la oposición y con la prensa no adicta, el descalificativo y la desautorización de ambos es una constante en los discursos oficiales. Se recurre muchas veces al ridículo o la incapacidad del interlocutor para debatir ideas.
Sócrates con su célebre sistema de la dialéctica, primero convencía a su interlocutor de su ignorancia y la de él mismo, con el famoso solo se que no se nada, para luego entre ambos construir mediante el dialogo el camino la verdad.
Tal vez muchos debamos aprender de este filósofo griego que con su humildad y el constante intercambio de ideas intentaba llegar a la verdad.