Anunciada querella por parte del Partido Popular contra el socialista Oscar Iglesias, por eso de afirmar que el PP tiene una caja de contabilidad B, los de la izquierda se chotean de la derecha. Con razón. Y es que de momento y dejando a un lado que Iglesias ha expresado lo que piensa un buen porcentaje de españoles, que se sepa, el PP no se ha querellado ¿por eso de la exceptio veritatis? contra Luis Bárcenas, alias “el cabrón”. Los tiene en un sinvivir. Las querellas quedaron reservadas para los particulares que decidieron tratar así de limpiar su honor.
Dicen desde Ferraz, y tienen razón, que “la mentira en sede parlamentaria no debe de quedar impune”. Aunque en realidad lo que no debería de quedar impune es la mentira en política, porque es una estafa al ciudadano, al cual debería esta tropa de servir. Sucede, empero, que en este país hace mucho que suele suceder que quien habla es quien más tiene que callar. Pareciera que en el PSOE se hubieran olvidado, sin ir más lejos, del “caso Faisán”. O de las trolas masivas que soltaba el contador de nubes la legislatura pasada. Recuerden lo del fin de cualquier negociación con ETA horas después de que una bomba estallase en la madrileña T4 de Barajas, segando la vida de dos inocentes y que resultó ser una arana, de Sabino y de las otras. O de la verificación del desarme de ETA cuando días después se incautaban no sé ni cuantas pistolas y que fue certificada por Alfredo Pérez Rubalcaba.
La doble vara de medir, tan típica de la socialdemocracia que todo lo ve a través del prisma de su ideología –una dispensa moral, como señalara Jean François Revel-, aburre al personal libre. A los hooligans les encanta.
Sucede lo mismo con la formación política que preside Rosa Díez. Es decir, con lo que sería hoy el PSOE si la divina hubiese ganado aquél Congreso maldito. Prometen regeneración política (¿de cuándo acá la socialdemocracia es algo nuevo?) y, sin embargo, actúan como los demás. Dejando de lado al por los demagogos ignorado Michels, lo de UPyD es el colmo de la hipocresía. Mientras Toni Cantó y demás imparten lecciones de moral desde el escaño, la mitad de la militancia del partido en Cantabria sale corriendo, acusando a la dirección nacional de amiguismo, favoritísimo y otras cosas irreproducibles por querellables. Consejos vendo que para mí no tengo. Tantas veces ha sucedido en la formación magenta que ya no es noticia.
Y qué decir del PP. De esos campeones de las libertades que asfixian al contribuyente subiendo el IRPF hasta niveles no ya confiscatorios sino esclavizantes que ahora afirman que no tenían otra opción y nos venden que la cosa viene impuesta desde Bruselas. Ja.
Si es que no hay uno que diga la verdad, lo que resulta lógico, al ser ésta incompatible con el consenso socialdemócrata.