Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cine
Etiquetas | Festival de Sitges | Película | Ciencia ficción
Crónica I: El placer de sufrir

La finlandesa Dogs don't wear pants inaugura Nuevas Visiones de Sitges 2019

|

HelsinkiFilmi DogsDontWearPants 1 175x100mm 300dpi


La concomitancia de sufrimiento y placer es un antagonismo —solo en apariencia—, que define bastante bien la peregrinación de incondicionales al festival de Sitges año tras año, en busca de una experiencia colectiva del "sufrimiento gozoso": una angustia bajo control capaz de proporcionar altas cotas de placer mediante catarsis, risa o el vívido reencuentro con la luz y la realidad conocida a la salida de la sala de cine. Algo tiene temer a oscuras que engancha y enciende.


Quizás no sea casualidad que la película que este año inaugura la sección Nuevas Visiones: Dogs don't wear pants, haga del sadomasoquismo (y prácticas fronterizas) un camino hacia la liberación personal mediante un viaje hacia los abismos del deseo. Pulsiones sexuales de muerte como última baza para sentirse vivo: eso es lo que busca Juha, padre de familia que presenció el ahogamiento de su mujer, a manos de la dominatrix de alto voltaje Mona, interpretada con determinación por Krista Kosonen.


Tras una presentación prometedora, con un buen manejo de la intimidad en la relación entre personajes contrastados, lo explosivo del material en juego atrapa muy pronto a la película en lo más artificioso de sí misma los efectos epatantes del sado, su propio deslumbramiento por sus opciones de convertirse ella misma en látigo de espectadores.


Los vericuetos de la trama no responden tanto a una penetración, valga el símil, en la complejidad emocional de los personajes, como a una concatenación de pasos narrativos necesarios para llegar a ciertas imágenes, situaciones y por último tesis que parecen elegidas de antemano, casi impuestas a los personajes y el universo, para mayor brillo de la sangre y los cueros.


Un mundo oscuro que se encarna en una fotografía crepuscular, con hospitales en penumbra y restaurantes tan pardos que sufren del mismo exceso de metáfora y falta de veracidad que atraviesa el resto de la película de J.-P. Valkeapää, proyectada antes que en Sitges en la Quincena de Realizadores de Cannes este año.


Hay un intento del director finlandés por introducir un humor que aprovecha la frontera de fricción entre desviación y norma como brecha para explorar el territorio de lo ridículo. Territorio consciente y buscado que parece querer rebajar el nivel de las escenas más duras y al mismo tiempo encajar el poso cómico que las prácticas extremas pueden tener cuando sus ecos irrumpen en la vida cotidiana. Pero ese brote de comedia, muy en la línea del humor de Kaurimsäki, que podría haber aportado un equilibrio muy interesante a la película, adolece de la misma falta de finura que el resto de elementos, entrando de forma abrupta, con la misma sensación de elementos elegidos y colocados antes que descubiertos y compartidos, abandonando poco a poco a los personajes en la estacada de sus sentimientos.


Cómo no acordarse de la orfebrería emocional, la delicadeza visual, la trascendencia fílmica de la película de Peter Strickland vista en Sitges hace algunos años: The duke of Burgundy, que abordaba esos pequeños dolores exquisitos de la dominación y la sumisión entre una ama y su criada, descubriéndonos la profundidad y matices de los roles de poder en la vida de pareja, la compleja seducción del daño.


HelsinkiFilmi DogsDontWearPants 3 175x100mm 300dpi

La finlandesa Dogs don't wear pants inaugura Nuevas Visiones de Sitges 2019

Crónica I: El placer de sufrir
Ana Rodríguez
domingo, 6 de octubre de 2019, 09:15 h (CET)

HelsinkiFilmi DogsDontWearPants 1 175x100mm 300dpi


La concomitancia de sufrimiento y placer es un antagonismo —solo en apariencia—, que define bastante bien la peregrinación de incondicionales al festival de Sitges año tras año, en busca de una experiencia colectiva del "sufrimiento gozoso": una angustia bajo control capaz de proporcionar altas cotas de placer mediante catarsis, risa o el vívido reencuentro con la luz y la realidad conocida a la salida de la sala de cine. Algo tiene temer a oscuras que engancha y enciende.


Quizás no sea casualidad que la película que este año inaugura la sección Nuevas Visiones: Dogs don't wear pants, haga del sadomasoquismo (y prácticas fronterizas) un camino hacia la liberación personal mediante un viaje hacia los abismos del deseo. Pulsiones sexuales de muerte como última baza para sentirse vivo: eso es lo que busca Juha, padre de familia que presenció el ahogamiento de su mujer, a manos de la dominatrix de alto voltaje Mona, interpretada con determinación por Krista Kosonen.


Tras una presentación prometedora, con un buen manejo de la intimidad en la relación entre personajes contrastados, lo explosivo del material en juego atrapa muy pronto a la película en lo más artificioso de sí misma los efectos epatantes del sado, su propio deslumbramiento por sus opciones de convertirse ella misma en látigo de espectadores.


Los vericuetos de la trama no responden tanto a una penetración, valga el símil, en la complejidad emocional de los personajes, como a una concatenación de pasos narrativos necesarios para llegar a ciertas imágenes, situaciones y por último tesis que parecen elegidas de antemano, casi impuestas a los personajes y el universo, para mayor brillo de la sangre y los cueros.


Un mundo oscuro que se encarna en una fotografía crepuscular, con hospitales en penumbra y restaurantes tan pardos que sufren del mismo exceso de metáfora y falta de veracidad que atraviesa el resto de la película de J.-P. Valkeapää, proyectada antes que en Sitges en la Quincena de Realizadores de Cannes este año.


Hay un intento del director finlandés por introducir un humor que aprovecha la frontera de fricción entre desviación y norma como brecha para explorar el territorio de lo ridículo. Territorio consciente y buscado que parece querer rebajar el nivel de las escenas más duras y al mismo tiempo encajar el poso cómico que las prácticas extremas pueden tener cuando sus ecos irrumpen en la vida cotidiana. Pero ese brote de comedia, muy en la línea del humor de Kaurimsäki, que podría haber aportado un equilibrio muy interesante a la película, adolece de la misma falta de finura que el resto de elementos, entrando de forma abrupta, con la misma sensación de elementos elegidos y colocados antes que descubiertos y compartidos, abandonando poco a poco a los personajes en la estacada de sus sentimientos.


Cómo no acordarse de la orfebrería emocional, la delicadeza visual, la trascendencia fílmica de la película de Peter Strickland vista en Sitges hace algunos años: The duke of Burgundy, que abordaba esos pequeños dolores exquisitos de la dominación y la sumisión entre una ama y su criada, descubriéndonos la profundidad y matices de los roles de poder en la vida de pareja, la compleja seducción del daño.


HelsinkiFilmi DogsDontWearPants 3 175x100mm 300dpi

Noticias relacionadas

La directora Justine Triet se hizo con la Palma de Oro en Cannes, así como con el Óscar al Mejor Guion Original, dos Globos de Oro y un BAFTA, entre muchos otros reconocimientos, gracias a este thriller judicial escrito a cuatro manos junto a Arthur Harari.

Adolfo Aristarain está en todas las películas que ha escrito y dirigido: en La parte del león, Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo, La ley de la frontera, Martín (Hache), Lugares comunes y Roma -por el momento, su último trabajo-. Y no solo en un personaje, sino en todos los que reflejan su preocupación por encontrar un lugar en el mundo. Él ha encontrado el suyo en Buenos Aires, donde recibió la noticia de que la Academia de Cine le había concedido la Medalla de Oro 2024.

En la España de posguerra, y con un ambiente opresivo de curas ultra franquistas que obligan a sus alumnos a entonar la cara al sol como si les fuera la vida en ello, Ricardo, un buen padre de familia, intelectual de izquierdas, se verá obligado a vivir escondido en su propia casa haciéndose pasar por muerto. Mientras, su mujer Elena será acosada por un joven diácono que atraviesa una fuerte crisis vital.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto