‘Los días contados’ no es solo el título de aquella película de Imanol Uribe que nos conmovió en 1994. Es también la expresión que mejor define el futuro político de Mariano Rajoy, cuya fecha de caducidad es inmediata.
Su posición es ya insalvable; no se podrá parapetar ni detrás de sus mentiras, ni de la mayoría absoluta, ni de un ficticio conflicto con el Reino Unido, a cuentas de Gibraltar. Por cierto, polémica tan falsa resulta fea ética y estéticamente.
Y además, supone un recurso a la desesperada de dudosa utilidad. Este tipo de artimañas casi nunca da resultado. Y a veces provoca un inesperado efecto ‘boomerang’.
Rajoy habla poco, huye de los periodistas y de las sesiones de control en el Parlamento. Y las pocas veces que habla, miente. Mintió en la campaña electoral y mintió sobre Bárcenas desde el primer día que el nombre del extesorero del PP saltó a los medios de comunicación. Sus últimos embustes son recientes: los perpetró el 1 de agosto en el Senado, donde circunstancialmente se celebró el pleno del Congreso de los Diputados.
Y para su desgracia, esas patrañas ya no caen en saco roto. Cada mentira de Rajoy es desmentida por Bárcenas a través del diario El Mundo. Y para darle más gravedad al asunto, con documentos de por medio. Con pruebas.
El presidente nos dijo que cuando llegó a La Moncloa, el hoy preso de Soto del Real ya no trabajaba para el PP. Y era mentira, como quedó acreditado con la nómina que vimos ayer en la portada del diario que dirige Pedro Jota. Otra portada, la de hoy, nos informa de que Bárcenas era la persona que más cobraba en el PP en los años en los que según Rajoy, el extesorero ya estaba fuera del partido.
La dinámica parece clara: Bárcenas dispone de un arsenal de documentos que, según convenga, Pedro Jota irá publicando para dejar en evidencia al todavía presidente del Gobierno. Y es obvio que convendrá hacerlo después de cada comparecencia de Rajoy o tras las declaraciones que esta misma semana efectuarán ante el juez Ruz los secretarios generales del PP, Dolores de Cospedal y Javier Arenas, y el que fuera ‘general secretario’, Francisco Álvarez Cascos.
Desde el principio Rajoy optó por la vía de la mentira, porque seguramente no podía decir la verdad. Y ahora es preso de su estrategia. Reconocer que ha mentido implicaría su inmediata renuncia. Y no admitirlo, también. Porque como estamos viendo, parece que Bárcenas está dispuesto a desmentir al presidente de forma documental. Y así no se puede seguir mucho tiempo, máxime en una situación de emergencia nacional como la que se vive en España. Lo de Camps eran ‘dos trajes de nada’, y cayó. Rajoy también caerá. Tiene los días contados. Al tiempo.