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Entrevista a la egiptóloga Myriam Seco en los cursos de la UIMP de Santander

“Para estudiar Egiptología es todavía imprescindible hacerlo fuera de España”

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La Egiptología española ha tenido su momento – y su merecido lugar- en los cursos de verano que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo organiza cada año en el Palacio de la Magdalena, en Santander. Durante tres intensas jornadas, la doctora Myriam Seco Álvarez y algunos destacados miembros de su equipo (el doctor Martínez Babón y los restauradores María Antonia Moreno y Agustín Gamarra) han explicado con detalle sus tareas de excavación en el Templo de Millones de Años del faraón Tutmosis III (Dinastía XVIII, 1479- 1425 a . C.); un proyecto (http://thutmosisiiitempleproject.org/) en el que están involucrados desde 2008 y que hasta la fecha ha aportado importantes hallazgos, entre ellos el descubrimiento de diez tumbas de diferentes periodos.

Pero acaso lo más importante sea la sistemática recuperación de un enorme templo, muy dañado a lo largo de los siglos, que sólo había sido parcialmente excavado en dos ocasiones. En esta ingente tarea (patrocinada por la Fundación Botín, Santander Universidades y Cemex) interviene un equipo multidisciplinar compuesto por egiptólogos, arqueólogos, restauradores, arquitectos, topógrafos, estudiantes de Bellas Artes y Arqueología y un nutrido grupo de trabajadores locales. El empleo de nuevas tecnologías, como el georadar, la fotografía tridimensional, la vectorización, así como la paciente elaboración de una extraordinaria base de datos informáticos, no excluye a otras más tradicionales como, por ejemplo, el dibujo a mano alzada o la representación de piezas y fragmentos en acuarela.

El curso se completaba con la intervención del egiptólogo Mansour Bouriak, representante del Ministerio de Antigüedades de Egipto (con quien mantuve una interesante conversación al término de las jornadas) y de Sebastien Biston-Moulin, miembro del Centro Franco-Egipcio de Estudios de los Templos de Karnak).

La siguiente entrevista tuvo lugar en el Club de Tenis de Santander, ante la impresionante vista del Palacio de la Magdalena y de la bahía cántabra.

Siempre hago la misma pregunta cada vez que entrevisto a un egiptólogo de nuestro país: ¿A qué puede deberse que la Egiptología continúe siendo “la cenicienta” de las disciplinas universitarias?
En realidad es que no es ni “cenicienta”: no existe como carrera. Puede estudiarse Historia Antigua, Arqueología etc. pero para cursar estudios de Egiptología tienes que irte al extranjero. A partir de 2000 la actividad de las misiones arqueológicas españolas se ha incrementado y su presencia en Egipto ha aumentado mucho. Por otra parte, bastantes profesionales de los que nos hemos formado fuera pertenecemos a universidades e instituciones. La Egiptología , dentro de la época de crisis que vivimos, ha crecido; una prueba es el aumento de tesis doctorales. Sin embargo, sigue sin haber cátedras de Egiptología, aunque haya titularidades en Historia Antigua con el perfil de Oriente.

¿Es posible hacer una tesis doctoral en España sobre algún tema relacionado con esta materia?
En mi opinión, es un error. Para hacer una tesis con esa especialidad hay que salir. En el CSIC hay una biblioteca muy buena de Egiptología, que cuenta con más de 6.000 ejemplares, algo impensable cuando me fui a estudiar a Alemania en 1992. Aún así, estamos muy lejos de lo que son las universidades alemanas, en las que hay montones de institutos en cuyas bibliotecas está prácticamente todo.

¿Qué te impulsó a seguir el camino de la Egiptología?
Bueno… (risas) La afición, como a todos los que nos dedicamos a esto, me viene de pequeña. Se trata de una vocación de la infancia. Sabía desde el principio que quería ir a Oriente, pero tampoco tuve muy claro desde el principio a qué lugar. Mesopotamia me atraía muchísimo y siempre supe que quería ser arqueóloga, aunque mi opción por Egipto se produjo en la Universidad. Estudié Historia Antigua en Sevilla, mi ciudad natal, y cursé estudios de Egiptología en Tübingen con una beca Erasmus. Allí pasé tres años, durante los cuales conocí a Javier Martínez Babón, que es hoy el epigafrista titular de nuestra excavación.

Hubo un tiempo en el que te dedicaste a la arqueología submarina, ¿podrías comentarme algo de aquella etapa?
De hecho, no lo he dejado; sigo en ello. En el 98 comencé a trabajar en el Mar Rojo con un equipo del INA (Instituto Náutico de la Universidad de Texas) Estaban rescatando un pecio entre Hurghada y Safaga. Yo había acabado pocos años antes mi tesis doctoral y al ver que realmente en España no tenía posibilidades, me fui a buscar trabajo fuera. Pero no fue mi primer trabajo; ya había participado en excavaciones en el Egipto Medio, con la Universidad de Tübingen, y con Mari Carmen Pérez Die, en Heracleópolis Magna. Aunque entonces se me abrieron muchas puertas, se trataba de campañas de unas cuantas semanas, después tenías que seguir buscándote la vida. En el proyecto del Mar Rojo estuve inicialmente tres meses en los que aprendí muchísimo, además de hacer contactos que me permitieron después colaborar con el Centro de Estudios Alejandrinos y la posibilidad de participar en la excavación del Faro de Alejandría. Las campañas eran bastante largas porque había una buena financiación y en el 98 decidí establecerme en Egipto. En 2000 comencé a trabajar con el Instituto Arqueológico Alemán y me trasladé a Luxor. En esta época compaginaba Luxor con Alejandría y estaba ocupada todo el año. De este modo, todo el bagaje de trabajo y experiencias con uno y otro equipo ha contribuido sustancialmente a adquirir una formación que, finalmente, me ha llevado a acometer el proyecto del Templo de Millones de Años, en 2008. Aunque este no es el único; también desarrollo otro en el Líbano.

En 2002, la UNESCO solicitó arqueólogos subacuáticos para desarrollar el proyecto de realizar una cartografía en el Puerto Sur de Tiro. Dos años después, un equipo francés me volvió a llamar para trabajar en el Puerto Norte. La Dirección General de Antigüedades del Líbano me pidió montar una excavación de urgencia para rescatar un barco con estatuas fenicias de terracota. Habían detectado expolios en ella y, gracias a la financiación obtenida, empecé a trabajar allí en 2006.

Toda una vida de aventura…
O estar movida por la pasión que te produce tu trabajo, tu vocación… Si no, nadie llevaría una vida así. Trabajar con equipos muy diferentes, ir de un país a otro, requiere una gran flexibilidad; para ello tienes que tener el carácter apropiado que te permita adaptarte a este tipo de vida.

Y ahora, ¿dónde pasas la mayor parte del año?
Vivo en El Cairo y me traslado a Luxor cuando tengo campaña. Desde hace tres años trabajo también en la Universidad de Granada, donde imparto clases de master durante una o dos semanas. Después organizamos toda esta serie de seminarios para difundir aquello que se ha venido realizando en la excavación del templo de Tutmosis III; también doy conferencias… No paro.

¿Cuál puede ser el mayor sueño de un egiptólogo?
No me cabe duda que el de poder realizar tu proyecto; montarlo, llevarlo a cabo, contar con los medios para ello y, por supuesto, acabarlo. Imagínate, por ejemplo, la satisfacción que podré sentir el día que el yacimiento se musealice. Ese podría ser mi mayor sueño; aunque hay muchos otros.

En el proyecto del “Templo de Millones de Años”, ¿cuántas campañas podríais tener por delante?
Eso nunca se sabe. La excavación está llena de imprevistos y sorpresas. Cualquier descubrimiento te puede retrasar meses y hasta años. Pero si nos fijamos en todos los templos similares que se han musealizado –el de Meremptah o el de Seti I, por ejemplo- vemos que se han invertido no menos de treinta años. Una media de veinte años que pueden ser menos si, con la financiación adecuada, fuera posible extender las campañas. A mí me encantaría poder terminarlo; no dejarlo a medias. Pero contestando en concreto a tu pregunta, como mínimo nos quedarán diez años… que pueden convertirse en veinte.

¿En qué medida puede afectar la presente situación de Egipto a la campaña de excavaciones de este año?
Hasta el momento no ha habido ningún problema. Se ha continuado trabajando sin novedad. Luxor no es una zona conflictiva. En mi opinión, la situación va a permanecer complicada unos meses pero Egipto va a mejorar. Durante la pasada campaña de otoño se produjeron grandes enfrentamientos y manifestaciones en El Cairo, que no afectaron en nada a la vida en Luxor; lo veíamos por la televisión mientras llevábamos una existencia totalmente normal. Lo que se ve en los noticiarios sólo refleja una parte de la realidad. Soy positiva y creo que todo va a evolucionar hacia una situación mejor.

¿Cuándo volverá el turismo?
Todavía va a dejarse esperar un poco. Hasta que no haya estabilidad y, sobre todo, seguridad, la gente no va a decidirse a viajar allí. Egipto necesita del turismo para sobrevivir y es una pena cómo está el país.

¿Está en peligro el patrimonio arqueológico egipcio en estos momentos?
Durante la revolución de 2011, hubo saqueos, incluso en el Museo de El Cairo. A raíz de las revueltas que se han producido desde la destitución del presidente Mursi, a finales de junio, no se han producido actos de pillaje, que yo sepa, en museos o almacenes.

¿Y las excavaciones ilegales?
Siempre las ha habido y son muy difíciles de controlar. Sigue existiendo un mercado negro de antigüedades. Un gobierno fuerte debe detener esta lacra. E insisto: siempre ha existido, aunque quizá en los últimos tiempos la situación haya empeorado. El país necesita control y que vuelva el orden.

“Para estudiar Egiptología es todavía imprescindible hacerlo fuera de España”

Entrevista a la egiptóloga Myriam Seco en los cursos de la UIMP de Santander
Luis del Palacio
viernes, 2 de agosto de 2013, 07:46 h (CET)
La Egiptología española ha tenido su momento – y su merecido lugar- en los cursos de verano que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo organiza cada año en el Palacio de la Magdalena, en Santander. Durante tres intensas jornadas, la doctora Myriam Seco Álvarez y algunos destacados miembros de su equipo (el doctor Martínez Babón y los restauradores María Antonia Moreno y Agustín Gamarra) han explicado con detalle sus tareas de excavación en el Templo de Millones de Años del faraón Tutmosis III (Dinastía XVIII, 1479- 1425 a . C.); un proyecto (http://thutmosisiiitempleproject.org/) en el que están involucrados desde 2008 y que hasta la fecha ha aportado importantes hallazgos, entre ellos el descubrimiento de diez tumbas de diferentes periodos.

Pero acaso lo más importante sea la sistemática recuperación de un enorme templo, muy dañado a lo largo de los siglos, que sólo había sido parcialmente excavado en dos ocasiones. En esta ingente tarea (patrocinada por la Fundación Botín, Santander Universidades y Cemex) interviene un equipo multidisciplinar compuesto por egiptólogos, arqueólogos, restauradores, arquitectos, topógrafos, estudiantes de Bellas Artes y Arqueología y un nutrido grupo de trabajadores locales. El empleo de nuevas tecnologías, como el georadar, la fotografía tridimensional, la vectorización, así como la paciente elaboración de una extraordinaria base de datos informáticos, no excluye a otras más tradicionales como, por ejemplo, el dibujo a mano alzada o la representación de piezas y fragmentos en acuarela.

El curso se completaba con la intervención del egiptólogo Mansour Bouriak, representante del Ministerio de Antigüedades de Egipto (con quien mantuve una interesante conversación al término de las jornadas) y de Sebastien Biston-Moulin, miembro del Centro Franco-Egipcio de Estudios de los Templos de Karnak).

La siguiente entrevista tuvo lugar en el Club de Tenis de Santander, ante la impresionante vista del Palacio de la Magdalena y de la bahía cántabra.

Siempre hago la misma pregunta cada vez que entrevisto a un egiptólogo de nuestro país: ¿A qué puede deberse que la Egiptología continúe siendo “la cenicienta” de las disciplinas universitarias?
En realidad es que no es ni “cenicienta”: no existe como carrera. Puede estudiarse Historia Antigua, Arqueología etc. pero para cursar estudios de Egiptología tienes que irte al extranjero. A partir de 2000 la actividad de las misiones arqueológicas españolas se ha incrementado y su presencia en Egipto ha aumentado mucho. Por otra parte, bastantes profesionales de los que nos hemos formado fuera pertenecemos a universidades e instituciones. La Egiptología , dentro de la época de crisis que vivimos, ha crecido; una prueba es el aumento de tesis doctorales. Sin embargo, sigue sin haber cátedras de Egiptología, aunque haya titularidades en Historia Antigua con el perfil de Oriente.

¿Es posible hacer una tesis doctoral en España sobre algún tema relacionado con esta materia?
En mi opinión, es un error. Para hacer una tesis con esa especialidad hay que salir. En el CSIC hay una biblioteca muy buena de Egiptología, que cuenta con más de 6.000 ejemplares, algo impensable cuando me fui a estudiar a Alemania en 1992. Aún así, estamos muy lejos de lo que son las universidades alemanas, en las que hay montones de institutos en cuyas bibliotecas está prácticamente todo.

¿Qué te impulsó a seguir el camino de la Egiptología?
Bueno… (risas) La afición, como a todos los que nos dedicamos a esto, me viene de pequeña. Se trata de una vocación de la infancia. Sabía desde el principio que quería ir a Oriente, pero tampoco tuve muy claro desde el principio a qué lugar. Mesopotamia me atraía muchísimo y siempre supe que quería ser arqueóloga, aunque mi opción por Egipto se produjo en la Universidad. Estudié Historia Antigua en Sevilla, mi ciudad natal, y cursé estudios de Egiptología en Tübingen con una beca Erasmus. Allí pasé tres años, durante los cuales conocí a Javier Martínez Babón, que es hoy el epigafrista titular de nuestra excavación.

Hubo un tiempo en el que te dedicaste a la arqueología submarina, ¿podrías comentarme algo de aquella etapa?
De hecho, no lo he dejado; sigo en ello. En el 98 comencé a trabajar en el Mar Rojo con un equipo del INA (Instituto Náutico de la Universidad de Texas) Estaban rescatando un pecio entre Hurghada y Safaga. Yo había acabado pocos años antes mi tesis doctoral y al ver que realmente en España no tenía posibilidades, me fui a buscar trabajo fuera. Pero no fue mi primer trabajo; ya había participado en excavaciones en el Egipto Medio, con la Universidad de Tübingen, y con Mari Carmen Pérez Die, en Heracleópolis Magna. Aunque entonces se me abrieron muchas puertas, se trataba de campañas de unas cuantas semanas, después tenías que seguir buscándote la vida. En el proyecto del Mar Rojo estuve inicialmente tres meses en los que aprendí muchísimo, además de hacer contactos que me permitieron después colaborar con el Centro de Estudios Alejandrinos y la posibilidad de participar en la excavación del Faro de Alejandría. Las campañas eran bastante largas porque había una buena financiación y en el 98 decidí establecerme en Egipto. En 2000 comencé a trabajar con el Instituto Arqueológico Alemán y me trasladé a Luxor. En esta época compaginaba Luxor con Alejandría y estaba ocupada todo el año. De este modo, todo el bagaje de trabajo y experiencias con uno y otro equipo ha contribuido sustancialmente a adquirir una formación que, finalmente, me ha llevado a acometer el proyecto del Templo de Millones de Años, en 2008. Aunque este no es el único; también desarrollo otro en el Líbano.

En 2002, la UNESCO solicitó arqueólogos subacuáticos para desarrollar el proyecto de realizar una cartografía en el Puerto Sur de Tiro. Dos años después, un equipo francés me volvió a llamar para trabajar en el Puerto Norte. La Dirección General de Antigüedades del Líbano me pidió montar una excavación de urgencia para rescatar un barco con estatuas fenicias de terracota. Habían detectado expolios en ella y, gracias a la financiación obtenida, empecé a trabajar allí en 2006.

Toda una vida de aventura…
O estar movida por la pasión que te produce tu trabajo, tu vocación… Si no, nadie llevaría una vida así. Trabajar con equipos muy diferentes, ir de un país a otro, requiere una gran flexibilidad; para ello tienes que tener el carácter apropiado que te permita adaptarte a este tipo de vida.

Y ahora, ¿dónde pasas la mayor parte del año?
Vivo en El Cairo y me traslado a Luxor cuando tengo campaña. Desde hace tres años trabajo también en la Universidad de Granada, donde imparto clases de master durante una o dos semanas. Después organizamos toda esta serie de seminarios para difundir aquello que se ha venido realizando en la excavación del templo de Tutmosis III; también doy conferencias… No paro.

¿Cuál puede ser el mayor sueño de un egiptólogo?
No me cabe duda que el de poder realizar tu proyecto; montarlo, llevarlo a cabo, contar con los medios para ello y, por supuesto, acabarlo. Imagínate, por ejemplo, la satisfacción que podré sentir el día que el yacimiento se musealice. Ese podría ser mi mayor sueño; aunque hay muchos otros.

En el proyecto del “Templo de Millones de Años”, ¿cuántas campañas podríais tener por delante?
Eso nunca se sabe. La excavación está llena de imprevistos y sorpresas. Cualquier descubrimiento te puede retrasar meses y hasta años. Pero si nos fijamos en todos los templos similares que se han musealizado –el de Meremptah o el de Seti I, por ejemplo- vemos que se han invertido no menos de treinta años. Una media de veinte años que pueden ser menos si, con la financiación adecuada, fuera posible extender las campañas. A mí me encantaría poder terminarlo; no dejarlo a medias. Pero contestando en concreto a tu pregunta, como mínimo nos quedarán diez años… que pueden convertirse en veinte.

¿En qué medida puede afectar la presente situación de Egipto a la campaña de excavaciones de este año?
Hasta el momento no ha habido ningún problema. Se ha continuado trabajando sin novedad. Luxor no es una zona conflictiva. En mi opinión, la situación va a permanecer complicada unos meses pero Egipto va a mejorar. Durante la pasada campaña de otoño se produjeron grandes enfrentamientos y manifestaciones en El Cairo, que no afectaron en nada a la vida en Luxor; lo veíamos por la televisión mientras llevábamos una existencia totalmente normal. Lo que se ve en los noticiarios sólo refleja una parte de la realidad. Soy positiva y creo que todo va a evolucionar hacia una situación mejor.

¿Cuándo volverá el turismo?
Todavía va a dejarse esperar un poco. Hasta que no haya estabilidad y, sobre todo, seguridad, la gente no va a decidirse a viajar allí. Egipto necesita del turismo para sobrevivir y es una pena cómo está el país.

¿Está en peligro el patrimonio arqueológico egipcio en estos momentos?
Durante la revolución de 2011, hubo saqueos, incluso en el Museo de El Cairo. A raíz de las revueltas que se han producido desde la destitución del presidente Mursi, a finales de junio, no se han producido actos de pillaje, que yo sepa, en museos o almacenes.

¿Y las excavaciones ilegales?
Siempre las ha habido y son muy difíciles de controlar. Sigue existiendo un mercado negro de antigüedades. Un gobierno fuerte debe detener esta lacra. E insisto: siempre ha existido, aunque quizá en los últimos tiempos la situación haya empeorado. El país necesita control y que vuelva el orden.

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