No son las 10:00 h del día 15 de julio todavía y ya acaba de entrar, para ser interrogado por el juez Pablo Ruz, el extesorero del PP. La incómoda situación de Rajoy ha cambiado a peor, a mucho peor; en tanto que la oposición está haciendo lo imposible porque el presidente del Gobierno hable del asunto más espinoso de la democracia española en el Congreso. Y no piden unas elecciones anticipadas, sino que cambien a su principal mandatario.
De otro lado, el diario El Mundo ha publica hoy varios e-meils cruzados entre Mariano Rajoy y la esposa de Bárcenas. Dios. Suenan tabores no lejanos de que la situación de este asunto está tomando tintes de ir a peor. De una parte, la prensa, aportando nuevas noticias sobre las relaciones del PP, Bárcenas, este mismo año; de otra el propio imputado y, finalmente, el asunto de los e-mails: el Triángulo de Bárcenas.
Algo mucho mejor que el mejor guion de cine aún sin escribir, pero que está en el aire; algo que se anticipa a lo que va a pasar en un escaso periodo de tiempo. Y es lo mejor. Pues sea lo que sea, este asunto debe terminar cuanto antes. España no se merece vivir sometida a tanta vergüenza. Hay cosas serias que vienen machacando sin conciencia al pueblo español, y esta es una de ellas. Que cada palo aguante su vela, como dijo Dolores de Cospedal y que luego han repetido otros. Pues eso: de urgente necesidad. Que más pronto que tarde aclaren este trapicheo, cada vez más grande y maloliente.
Gracias a que el juez Ruz parece está dispuesto a acelerar el caso todo cuanto le sea posible. No hay tregua, no hay demora. El asunto tiene la suficiente importancia como para poner toda la carne en el asador. Caiga quien caiga. No queremos convertirnos en un país del tercermundista. A ver si demostramos, por una vez, que somos una nación, aunque corrupta y un poco arruinada, sí diligente y seria resolviendo, con solvencia y prontitud, asuntos de tal envergadura.
Aclarado definitivamente este triste y vergonzante asunto (algo ocurrido en un país europeo), tras el caso Bárcenas habrá un antes y un después.
No es posible que aparezca otro hecho de semejante monumentalidad. Eso creo.
En fin, esperemos unas horas, unos días o acaso unos meses para poner punto final a esta mezcla de esperpento, codicia y desvergüenza que estamos viviendo en estos penosos tiempos cuasi medievales.