COMENTAN estos días los medios nacionales la sentencia de una Audiencia Provincial por la que se concede la custodia de un adolescente y el uso de la vivienda familiar al padre del muchacho, en detrimento de la madre en este caso.
No analizaré el caso concreto. Ni siquiera subrayaré el hecho objetivamente lamentable: la pérdida por un ser humano (no me importa su sexo) del contacto diario con su hijo y, adicionalmente, del domicilio en el que residía. Se trata de una indudable tragedia personal.
Pero todas estas tragedias cotidianas son igualmente lamentables en el caso antecitado, noticiable por su excepcionalidad, y en el de los 150.000 varones españoles que se enfrentan cada año con un acontecimiento semejante. Lo cual nunca o casi nunca es noticiable, aunque también sea trágico, masivo, constante y afecte a seres humanos, si bien por la indiferencia que reciben casi siempre por parte de los medios de comunicación pudieran no parecerlo.
No. No me referiré a estos asuntos de muy difícil solución puesto que afecta a bienes únicos, como la vivienda, o a decisiones cotidianas acerca de los hijos.
Quiero referirme al verdadero problema. Porque este sí podría solucionarse fácilmente, pese a la comisión cotidiana de DELITOS en nuestro país, que los Tribunales de Justicia no impiden.
Cerca de un millón de niños españoles NO pueden cumplir con su derecho y necesidad de tener las relaciones legalmente establecidas con el progenitor que haya perdido su custodia, porque el progenitor que la reciba podrá obstaculizar después cuanto quiera, impunemente, los horarios, días y periodos de visita del otro cónyuge. Hasta impedirlos unilateralmente, si quiere, para dar salida así a sus deseos de venganza o a sus frustraciones sentimentales...
Y los Tribunales de “Justicia” o los “Defensores” del Menor que cobran por callar lo que ocurre con la Infancia Española, aunque lo saben, no hacen nada por impedirlo: ni siquiera divulgan estos datos, para que se conozcan.
¿Lo saben los medios de comunicación...? ¿Conocen que un millón de niños españoles, huérfanos de vivos, han de vivir contra su voluntad y sus derechos diciendo: “Sí, sin alguno de mis progenitores”...? Ésta es la pregunta que yo lanzo.