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Luciano Sabatini

La sombra del doping planea sobre Goteborg

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El panorama deportivo internacional se está viendo seriamente dañado por una lacra que uno por uno parece ir invadiendo todos los deportes de alto nivel, el dopaje. El ciclismo aún no se había recuperado del “caso puerto”, cuando saltó el pato con el positivo del flamante ganador del Tour de Francia, Floyd Landis, tras aquella etapa con final en Morzine en la que el estadounidense resucitaba milagrosamente después de acabar exhausto la jornada anterior. El positivo le despojó del triunfo en París, y le dio el Tour a Oscar Pereiro; bueno para el gallego, malo para el ciclismo y el deporte en general.

Sin tiempo para el respiro volvió a hablarse del caso de dopaje del futbolista del Athletic, Carlos Gurpegui, al ver la luz una sentencia de la Audiencia Nacional prácticamente definitiva que confirmaba su sanción por su positivo cuatro años atrás por nandrolona, la misma sustancia que apartó del Mundial 94 de Estados Unidos a Diego Armando Maradona. En esta problemática nadie está libre de culpa, desde los deportistas, cómplices en algunos casos y títeres manejados por los médicos en otros, pero que desde luego la imagen que el deporte da hacia el exterior es cuanto menos preocupante.

El nuevo caso está a punto de destaparse en el Europeo de Atletismo que se está celebrando estos días en Goteborg. Ha sido el propio presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, el que ha denunciado las posibles irregularidades que se están produciendo en el torneo. No parece muy prudente que sea justamente un alto cargo de una federación nacional el que saque a la palestra el caso, pero es que la expedición rusa ha conseguido hasta el momento casi la mitad de las medallas en disputa, 23 hasta el momento (7 de oro, 9 de plata y 7 de bronce), frente a las míseras 5 de Francia, segundo en el medallero. La exagerada diferencia no parece fruto tan solo de una superioridad deportiva, pero es un hecho que está por comprobar.

Odriozola, no se ha mordido la lengua y se ha apresurado en denunciar que "el caso de Rusia es preocupante, pues lleva más de la mitad de las medallas en categoría femenina”. Su próximo paso será presentar ante el Consejo Directivo de la IAAF en Pekín, un informe que dice poseer sobre niveles de hematócrito y hemoglobina en las atletas que llaman la atención. Y así es como una pequeña chispa sirve para hacer explotar todo un polvorín.

El problema yace en que las exigencias del profesionalismo cada vez son mayores, los records en deportes como el atletismo se hacen más inalcanzables, casi sobrenaturales, y el afán popular de batir las marcas no cesa en su empuje. Uno siempre quiere ver deportistas cada vez más rápidos, más fuertes, que jueguen varios partidos a la semana al más alto nivel, y el cuerpo humano tiene un límite que no puede superar más que con peligrosas ayudas externas. La conclusión que se desprende es que deportistas y dirigentes deben sentarse y reflexionar para proyectar un lavado de cara del denostado deporte, que no hay que olvidar que es una de las actividades más lúdicas y saludables que ha desarrollado el hombre en siglos de existencia.

La sombra del doping planea sobre Goteborg

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
domingo, 13 de agosto de 2006, 22:42 h (CET)
El panorama deportivo internacional se está viendo seriamente dañado por una lacra que uno por uno parece ir invadiendo todos los deportes de alto nivel, el dopaje. El ciclismo aún no se había recuperado del “caso puerto”, cuando saltó el pato con el positivo del flamante ganador del Tour de Francia, Floyd Landis, tras aquella etapa con final en Morzine en la que el estadounidense resucitaba milagrosamente después de acabar exhausto la jornada anterior. El positivo le despojó del triunfo en París, y le dio el Tour a Oscar Pereiro; bueno para el gallego, malo para el ciclismo y el deporte en general.

Sin tiempo para el respiro volvió a hablarse del caso de dopaje del futbolista del Athletic, Carlos Gurpegui, al ver la luz una sentencia de la Audiencia Nacional prácticamente definitiva que confirmaba su sanción por su positivo cuatro años atrás por nandrolona, la misma sustancia que apartó del Mundial 94 de Estados Unidos a Diego Armando Maradona. En esta problemática nadie está libre de culpa, desde los deportistas, cómplices en algunos casos y títeres manejados por los médicos en otros, pero que desde luego la imagen que el deporte da hacia el exterior es cuanto menos preocupante.

El nuevo caso está a punto de destaparse en el Europeo de Atletismo que se está celebrando estos días en Goteborg. Ha sido el propio presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola, el que ha denunciado las posibles irregularidades que se están produciendo en el torneo. No parece muy prudente que sea justamente un alto cargo de una federación nacional el que saque a la palestra el caso, pero es que la expedición rusa ha conseguido hasta el momento casi la mitad de las medallas en disputa, 23 hasta el momento (7 de oro, 9 de plata y 7 de bronce), frente a las míseras 5 de Francia, segundo en el medallero. La exagerada diferencia no parece fruto tan solo de una superioridad deportiva, pero es un hecho que está por comprobar.

Odriozola, no se ha mordido la lengua y se ha apresurado en denunciar que "el caso de Rusia es preocupante, pues lleva más de la mitad de las medallas en categoría femenina”. Su próximo paso será presentar ante el Consejo Directivo de la IAAF en Pekín, un informe que dice poseer sobre niveles de hematócrito y hemoglobina en las atletas que llaman la atención. Y así es como una pequeña chispa sirve para hacer explotar todo un polvorín.

El problema yace en que las exigencias del profesionalismo cada vez son mayores, los records en deportes como el atletismo se hacen más inalcanzables, casi sobrenaturales, y el afán popular de batir las marcas no cesa en su empuje. Uno siempre quiere ver deportistas cada vez más rápidos, más fuertes, que jueguen varios partidos a la semana al más alto nivel, y el cuerpo humano tiene un límite que no puede superar más que con peligrosas ayudas externas. La conclusión que se desprende es que deportistas y dirigentes deben sentarse y reflexionar para proyectar un lavado de cara del denostado deporte, que no hay que olvidar que es una de las actividades más lúdicas y saludables que ha desarrollado el hombre en siglos de existencia.

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