Esta semana se conocía el informe favorable a la candidatura madrileña para la organización de las Olimpiadas del COI. En contra de lo que pudiera parecer, se trata de una pésima noticia. Y es que los Juegos Olímpicos, con la excepción de los organizados en 1984 por la ciudad useña de Los Ángeles, financiados casi por completo mediante iniciativa privada, son una ruina para la ciudad anfitriona del evento. Los hechos lo demuestran.
En este caso, además, la candidata es de por sí endeudadísima capital de la casi quebrada España. Ya saben, esa ciudad regida durante lustros por el manirroto y taimado Alberto Ruiz-Gallardón, taitantos mil millones de euros de deuda y elefantiásicos proyectos, eterno aspirante a presidente de gobierno y pésimo gestor.
La candidatura olímpica madrileña fue, efectivamente, el último proyecto del ahora ministro de Justicia quien, sin embargo, se tuvo que quedar con las ganas. Proyecto retomado fervientemente por una Ana Botella lastrada por su pésima gestión al frente del Consistorio y a quien las encuestas internas del PP prácticamente imposibilitan su candidatura en las próximas elecciones municipales. Cifuentes acecha. Pío García Escudero tampoco le hace ascos. Botella ve en la organización del evento, nos cueste lo que nos cueste, su única salida para mantenerse al frente de la lista municipal del Partido Popular. Lo que calla es que la subida impositiva que será necesaria para pagar la fiesta podría significar la puntilla para numerosas familias y PYMES. Esas familias y PYMES que ya no pueden más.
Lo peor del asunto, aún siendo penoso que la regidora quiera endeudarse y endeudarnos aún más para tratar de mantenerse en el sillón –lo dice todo de nuestra clase política, que es la que celebra la “colocación de deuda”, es decir, la ruina de nuestros hijos y nietos-, es que hay una inmensa mayoría de madrileños –y españoles-, para qué negarlo, que desean que el COI nos adjudique las Olimpiadas.
Se trata de esos ciudadanos que piensan que tienen derecho a una parada del carísimo AVE en la puerta de su casa.